Inicio. MEVYT en voz. Módulo: Nuestro Planeta, la Tierra

En México tenemos la mayoría de climas y condiciones de relieve que se conocen en el mundo. Aquí vive la décima parte de todas las plantas y los animales que existen en la Tierra. Nuestro país ocupa uno de los primeros lugares en el mundo por la variedad de aves, mamíferos y plantas, y el primero por la gran diversidad de reptiles y cactáceas, como las biznagas.

Para conocer mejor nuestro ambiente, podemos observar cuidadosamente todo lo que hay en él; sus componentes vivos y no vivos. Si identificamos bien sus características, podremos distinguir más fácilmente las semejanzas, las diferencias y las relaciones que existen entre todos ellos.

Comprender cómo se relacionan los seres vivos con la tierra, el aire, el agua, la temperatura y la cantidad de luz, es indispensable para entender que todos los componentes son partes igualmente importantes y necesarias para dar continuidad a la herencia más valiosa que nos ofrece la Tierra: la vida.

Conozcamos más de los seres vivos

Las plantas tienen diferentes tipos de raíces:
Raíz axonomorfa: está compuesta por una raíz que contiene mayor espesor, considerada la principal, y otras que salen de ella y que se caracterizan por ser más delgadas.
Raíz fasciculada: estas, a diferencia de las anteriores, carecen de una raíz principal, sino que todas poseen un espesor similar.
Raíz napiforme: en estas también se desarrolla una raíz principal, cuya función es la de almacenar sustancias de reserva.
Raíz ramificada: poseen una estructura similar a la del árbol, aunque carecen de raíz principal.
Raíz tuberosa: estas raíces contienen una estructura fasciculada que, tras la acumulación de las sustancias de reserva, se ensanchan de manera significativa.

¿Sabes cómo es un pájaro carpintero?

Tiene abundantes plumas pequeñas que impiden que el aserrín entre en sus orificios nasales. Su lengua es muy larga y aserrada en la punta; la cola tiene plumas muy resistentes que le sirven para apoyarse sobre el tronco y dedos con uñas curvas y afiladas; dos dedos delanteros y dos traseros le sirven para caminar hacia arriba.

Las personas, al igual que otros seres vivos, se adaptan al ambiente y esa es una de las razones por las que la ropa y los aditamentos que usan las personas cambian en cada región.

En Coahuila el traje típico de las mujeres es muy alegre y de gran colorido, pues tiene flores, cactáceas y grabados alusivos a la región, así como franjas sencillas que rematan en holanes del mismo vestido. El traje se complementa con rebozo y botas; el  hombre suele usar camisa vaquera, pantalón de mezclilla y botas.

En Durango la mujer porta un vestido floreado, pero en colores oscuros, la falda lleva un holán blanco, mismo que se coloca en la pechera de la blusa. La blusa es de manga larga y de la misma tela que la falda, en el caso del hombre es un traje de manta, tanto el pantalón como la camisa, lleva un ceñidor rojo conocida como faja o fajero. También usa huaraches sombrero de palma colimote.

En Nayarit las mujeres visten el típico vestido ranchero de principios del siglo 20: cuellos altos, mangas abollonadas, pecheras y faldones, excepto que la blusa está hecha de satín o tafeta. Y luego está el espectacular traje huichol bordado con estambre en punto de cruz multicolor y los hombres usan pantalones y camisa de manta cruda o lavada, amarrados a la cintura por un ceñidor. Para agregar color al pálido atuendo, los coreógrafos han añadido una chamarra de satín, tafeta o seda, nunca entre los pobres, menos entre hombres, desabotonada y atada al frente. Usan sombrero de ala ancha como los charros.

En Veracruz las mujeres usan una falda ancha y con holanes, de color blanco, decorada a mano con encajes y bordados valencianos; blusa del mismo color sin mangas, un delantal o mandil que suele ser de color negro en terciopelo y con decorados con temas de flores, un chal de seda, muy llamativo, que suele ser amarillo o blanco, y una mantilla de tul de algodón con bordados de gran belleza. El hombre, por su parte, utiliza el denominado traje jarocho, compuesto por pantalón blanco y camisa blanca estilo guayabera con bolsillo en ambos lados y en la parte superior e inferior, zapatos del mismo color, sombrero de palma y un pañuelo de color rojo en el cuello, el que se ajusta con una argolla dorada.

A la forma, las funciones del cuerpo y el comportamiento que tiene un ser vivo y que le ofrece mayores oportunidades para sobrevivir en un ambiente determinado, se le llama adaptación. Esta característica de los seres vivos les da mayores posibilidades de supervivencia, es decir, les permite conseguir sus alimentos, protegerse de las condiciones difíciles del medio o defenderse de otros organismos para llevar a cabo todas sus funciones. Los seres vivos heredan a sus descendientes la forma en que pueden adaptarse a un ambiente y así dan continuidad a su existencia.

La adaptación de los organismos vivos

Los seres vivos se adaptan al sitio en el que viven. Esto quiere decir que las partes que forman su cuerpo, las funciones que éstas realizan, así como su comportamiento o forma de actuar, les dan mayores posibilidades de sobrevivir y de reproducirse, para dejar descendientes.

Los genes son fragmentos de una molécula llamada ADN, ácido desoxirribonucleico, que está en el núcleo de las células.

El ADN de cada organismo vivo tiene las instrucciones precisas para que el organismo construya proteínas, las cuales determinan sus características.

A lo largo de millones de años, los organismos vivos han interactuado con su ambiente; las variaciones que han ocurrido en él han causado cambios en los mensajes genéticos que les han permitido adaptarse a las nuevas condiciones del medio y, en consecuencia, ellos y sus descendientes son capaces de sobrevivir.

Sin embargo, existen diversos organismos que permanecen casi sin cambio. Por ejemplo, la tortuga y el tiburón conservan las mismas características corporales, funciones y formas de comportamiento que tenían hace millones de años. El tiburón conserva su piel lisa, cola y aletas ágiles, olfato agudo y una potente dentadura que lo hace ser considerado uno de los depredadores más temidos de los océanos. Estos organismos se han adaptado muy bien a su medio.

Un ejemplo de adaptación en el comportamiento es el que tienen los lobos, que mantienen una actitud de unión, sobre todo cuando intentan cazar una presa cuyo tamaño es demasiado grande para ser cazada por uno solo de ellos.

Las plantas se adaptan de distintas formas. Algunas tienen defensas en la superficie de sus cuerpos. Por ejemplo, pequeñas vellosidades o espinas que protegen la superficie de las hojas y tallos del ataque de ciertos animales. Las espinas son hojas que se transformaron, evitan que una planta elimine agua; esta forma de adaptación es muy importante, sobre todo para aquellas plantas que habitan en el desierto o en lugares donde el agua es escasa. Por esta misma razón, sus raíces abundantes y delgadas se extienden sobre la superficie de la tierra para abarcar una mayor superficie, así podrán absorber el agua de la lluvia o el rocío. Las plantas del desierto almacenan agua en sus tallos, que tienen una piel cerosa que reduce la evaporación de agua.

Algunas plantas que viven en las zonas tropicales, por ejemplo, las or­quídeas, crecen sobre las ramas altas de los árboles o arbustos, sus raíces son aéreas y les sirven para absorber la mayor cantidad de humedad que sea posible. Vivir en la parte superior también les permite tener mayores posibilidades de recibir la luz del sol.

Otras plantas producen sustancias químicas irritantes que son tóxicas e, incluso, llegan a matar insectos.

Ante las defensas que tienen las plantas, los animales que las comen desarrollan capacidades para poder sobrevivir, se vuelven muy selectivos, escogen las partes de la planta que no contienen sustancias venenosas, almacenan la sustancia en un lugar de su cuerpo, o bien, comen únicamente aquellas plantas que tienen sustancias que no les causan daño. Por esta razón, los animales herbívoros, que comen hierbas, se alimentan de pocos tipos de plantas.

Los animales también tienen características que les permiten sobre­vivir; por ejemplo, el águila tiene muy desarrollado el sentido de la vista; sus garras y pico están adaptados para capturar a su presa y desgarrarla. El jabalí y el puerco espín se protegen de sus enemigos con púas que tienen en el cuerpo. El zorrillo expulsa un líquido de olor intenso con el que ahuyenta a sus enemigos.

Algunos animales, como la gacela, el venado o el conejo, son capaces de correr a gran velocidad para huir de sus predadores; algunos otros animales se protegen tomando la apariencia de objetos sin vida, como puede ser una roca, un pedazo de madera, o bien, una hoja seca.

En general, podemos decir que los animales que cazan a otros animales tienen adaptaciones que les ayudan a encontrar, atrapar, matar y comer a sus presas; algunas de ellas son: órganos de los sentidos muy desarrollados; pueden llegar a desplazarse a gran velocidad y por tiempo prolongado; se mueven con cautela; si es necesario, se reúnen para cazar en grupo; y tienen dientes, garras o una mandíbula para comer a su presa.

La adaptación de los seres humanos se diferencia notablemente de las que tienen otros seres vivientes. Esto se debe principalmente a los vertiginosos cambios de la cultura. La creatividad humana produce inventos que modifican continuamente la forma de vida, éstos son utilizados rápidamente por grupos de distintas partes de la Tierra.

Las características biológicas de los humanos han cambiado poco respecto de las que tenían los hombres primitivos que se dedicaban a la caza y a la pesca. En esa época, la mayor parte del esfuerzo se concentraba en adquirir alimentos y buscar refugio para evitar el ataque de animales o los dañados provocados por fenómenos de la naturaleza.

En nuestros días, los inventos nos protegen de ciertas condiciones o características del ambiente que podrían dañarnos. Nos protegemos del frío con ropa, construcciones y aparatos eléctricos; de microbios patógenos por medio de medicamentos. Más aún, se han creado máquinas para vivir fuera de la Tierra. No obstante, siguen existiendo ciertas condiciones ambientales que nos hacen sentir la necesidad de buscar nuevas y mejores formas de adaptación.

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Las mariposas monarca, en peligro por la tala de bosques

Toluca, Méx., 29 de agosto de 1999. Las autorida­des del municipio de Donato Guerra han ma­nifestado su preocupación por la visible dismi­nución del número de mariposas monarca que cada invierno arriban, procedentes de Canadá, a los estados de México y Michoacán. La causa principal de este problema ecológico es el incre­mento de la tala clandestina.

Las mariposas monarcas, que arriban anualmente al ejido El Capulín, ocupan unas 750 hectáreas de monte y se extienden a lo largo de tres kilómetros a la redonda.
En lo que va del año, la policía municipal ha detenido al menos a una decena de taladores clandestinos, pero luego de consignarlos ante el Ministerio Público han sido liberados bajo fianza. Otros justifican el corte de árboles para satisfacer sus necesidades. A estas personas se les proporciona ayuda material y capacitación para evitar que incurran nuevamente en estas faltas.

La tala clandestina ya ha acabado con los bosques del lado de Michoacán y, de no tomarse medidas, se continuará ahora en territorio mexiquense.

Las plantas ocupan un lugar privilegiado en todos los paisajes. Las hay terrestres y acuáticas. Algunas son originarias de este país; otras, han llegado de países lejanos.

Como revisamos en unidades anteriores, son alimento de millones de organismos. También producen oxígeno y fijan el suelo, tienen un importante valor económico, cultural, ornamental y curativo. Por todo ello, se toman como base para agrupar y nombrar a los distintos paisajes.

Los ecosistemas de México

Un ecosistema está formado por un conjunto de seres vivos, por ejemplo, plantas, animales, seres humanos y microorganismos, componentes sin vida o inertes, por ejemplo, luz solar, aire, sustrato terrestre o acuático, clima, humedad, temperatura, y los intercambios que se establecen entre ellos en forma equilibrada.

En un ecosistema, los nutrientes pasan por ciclos constantes, cambian de forma y de distribución, la energía que impulsa el funcionamiento de un ecosistema proviene de la luz solar, que junto con el bióxido de carbono, agua y sales minerales son utilizados por las plantas para producir sus alimentos, al mismo tiempo que producen alimentos para otros seres vivos; por eso se les conoce como organismos productores. Los organismos que no producen sus alimentos, sino que los toman de otros, se llaman consumidores.

A los animales que se alimentan sólo de plantas, por ejemplo, insectos, caballos, jirafas, se les conoce como herbívoros o consumi­dores primarios; los animales, como el águila o el lobo, que comen animales herbívoros se conocen como carnívoros o consumidores secundarios; los animales carnívoros que comen a otros carnívoros se les llama consumidores terciarios; por último, se encuentran los organismos desintegradores, hongos y bacterias que se alimentan de excreciones y todo tipo de restos, ellos hacen posible que los com­ponentes no vivos se reintegren al ecosistema.

Algunas veces, para representar quién come a quién, se establecen relaciones lineales entre organismos, a las que se conoce como cadenas alimentarias.

Dentro de un ecosistema, existen relaciones entre los componentes de las distintas cadenas alimentarias, a lo que se conoce como red o trama alimentaria.

En México existe una gran diversidad de ecosistemas. En su conjunto constituyen el patrimonio natural o conjunto de bienes naturales del país. Existen distintas formas de clasificar a los ecosistemas, una de ellas es la que los divide en ecosistemas terrestres y ecosistemas acuáticos.

A su vez, los ecosistemas terrestres se pueden agrupar de distintas formas. Una de ellas es la que toma en cuenta la vegetación y el clima. A continuación, se describen algunas de las principales caracte­rísticas de esta forma de clasificación.

Selva tropical húmeda. Este ecosistema se considera como uno de los más diversos, en él habitan gran variedad de plantas y animales. Tiene un clima cálido húmedo, no hay presencia de heladas y se ubica en sitios de baja elevación, de cero a mil metros de altura sobre el nivel del mar. Hay árboles que pueden alcanzar los 30 o 50 metros de altura; también hay palmas, helechos, plantas trepadoras, como los bejucos y lianas, que suben por las ramas de otras plantas. Otras, como las orquídeas, habitan en las ramas superiores de árboles y arbustos.

Selva tropical seca. Este tipo de ecosistema es propio de un clima cálido con cinco a ocho meses de sequía. Por lo tanto, las plantas o vegetación tienen hojas abundantes en el periodo de lluvia y las pierden en la época de secas para conservar agua. Algunos árboles llegan a medir 15 metros. Las plantas más abundantes son los arbustos con troncos de diámetro reducido.

En las zonas alejadas de corrientes de agua, hay gran abundancia de plantas con espinas, como cardones gigantes y nopaleras. Una de las características del tronco de los árboles es que su corteza o parte exterior es lisa, lustrosa y se desprende en láminas delgadas y transparentes; por ejemplo, el cuajiote bravo, que tiene una corteza rojiza, o el pochote, de color gris, que además tiene espinas muy grandes. Otras plantas son el amate amarillo, el izote y el palo blanco.

Bosque de niebla. Este ecosistema ocupa aproximadamente 1 por ciento de la superficie del territorio nacional. No obstante su reducida extensión, es muy importante por su biodiversidad. Se ubica en lugares montañosos con clima templado, con gran cantidad de humedad que se transforma en densa niebla. Algunos de sus árboles llegan a medir más de 50 metros de altura y hasta más de dos metros de grosor.

La abundancia y variedad de helechos supera a los que existen en cualquier otro ecosistema: los hay pequeños y otros llamados arborescentes que pueden llegar a medir más de 10 metros de alto. También son abundantes las plantas que viven sobre las ramas de los árboles, helechos pequeños, musgos, enredaderas, plantas trepadoras, orquídeas y otras pequeñas plantas llamadas bromelias.

Una de las plantas representativas de este ecosistema es la llamada sombrilla o capa de pobre, que llega a medir dos metros y tiene hojas que pueden alcanzar tres metros de diámetro.

Bosque de coníferas y encinos. Se le puede encontrar en todos los estados excepto en Yucatán y Quintana Roo. Es un ecosistema de clima templado, propio de las zonas montañosas del país. Los bosques con predominancia de encinos se localizan del nivel del mar a los 3 mil metros de altura. Los bosques de pinares, exceptuando a nivel del mar, se localizan en alturas semejantes y pueden encontrarse hasta alturas de 4 mil metros. Algunas veces, en altitudes elevadas, sus ramas adquieren formas retorcidas o se achaparran para adaptarse a los fuertes vientos y a las bajas temperaturas.

Algunos pinos llegan a medir más de 20 metros, sus hojas tienen forma de agujas y se mantienen todo el año. En el país hay una gran variedad de pinos, de 40 a 150 tipos diferentes, tal cantidad no existe en ninguna otra parte del mundo. Además de los encinos y pinos, como el oyamel y el abeto, encontramos cipreses, cedros, sabinos y madroños. También hay gran abundancia de arbustos, pequeñas plantas, pastos y zacates.

Desiertos y pastizales. Se localizan en zonas áridas y semiáridas del país, en conjunto ocupan 50 por ciento del territorio. Una de las características es que las plantas no rebasan los 4 metros de altura. Algunos cactos del desierto, como el saguaro y las yucas, pueden tener alturas mayores. La mayoría de las plantas tienen hojas pequeñas o espinas de diferentes tamaños, colores y formas; son capaces de almacenar agua en tallos u hojas.

En general, las plantas tienen flores de colores muy llamativos, rojas, amarillas, blancas o violeta, que atraen la atención de animales, como mariposas, colibríes, abejas, murciélagos que, al alimentarse del néctar de las flores, contribuyen a su polinización.

En las zonas de pastizal abundan el zacate, diversos tipos de pasto, pequeñas plantas de vida corta, arbustos como el mezquite y huizache, que miden, generalmente, menos de un metro.