::En camino::

Sobre el diseño multimedia de cursos en Internet para adultos

::Greta Sánchez Muñoz

En el sexenio que agonizó, se dio impulso al uso de las tecnologías de información y comunicación para apoyar la labor educativa y la transmisión de los contenidos distribuidos a través de los módulos del Modelo Educación para la Vida y el Trabajo. Para ello, se crearon las Plazas comunitarias e-méxico.

Por nuestra parte, en la Subdirección de Diseño de Materiales Educativos de la Dirección Académica del INEA, paralelamente nos dimos a la tarea de iniciar el desarrollo de cursos en línea. A través de la multimedia y en ambiente web, autores y diseñadores iniciamos la titánica labor de adaptar contenidos y diseño a los medios digitales. No se trataba de digitalizar libros, sino de diseñar arquitectura de la información, interfaces gráficas de usuario, navegaciones, animaciones vectoriales, iconografía y diagramar miles de páginas web con los contenidos de tal suerte que pudieran aprovecharse los recursos de movimiento, sonido e interactividad que supone la experiencia multimedia.

Tecnología y diseño para la educación

La tecnología es parte del diseño, y por ello, podría ser guiada por valores humanos en beneficio de la comunidad.1 No hay aseveración que se acerque con más precisión a nuestra tarea emprendida que ésta. Nuestro proyecto está dirigido a miles de personas en todo el país que inician una forma distinta de aprender o que complementan la tradicional.

Por esa condición novedosa, los usuarios con frecuencia se sienten atemorizados ante el uso de una herramienta nueva y compleja. Este problema no es privativo de nuestro sector, sino recurrente en una generación que no nació con la tecnología de la información.

Así, ante su temor era preciso hacer uso de una retórica en el uso tecnológico, y por supuesto en el diseño. Para que un curso en línea sea retórico, en el sentido de la persuasión, el convencimiento del otro de que puede (y aquí enfatizo el puede) ser más atractiva la experiencia multimedia que la impresa, debe tener como primera condición su legibilidad, además de imágenes atractivas, movimiento y sonido.

Un elemento retórico crucial ha sido lo que Richard Buchanan llama el razonamiento tecnológico, la manipulación del software. En el equipo de diseño nos esforzamos por sacar provecho de la tecnología Flash, que permite ver complejas animaciones pero sin poner en riesgo la fluidez en la transmisión de datos.

No obstante la tendencia a regodearse con el efectismo holywoodesco, en materia de e-learning se han establecido estándares globales de accesibilidad para todo tipo de usuarios que recomiendan el uso moderado de las animaciones y en otros casos su exclusión, como en el caso de los invidentes, porque las computadoras parlantes no pueden leer la información de esas películas, con lo cual el usuario se pierde de valiosa información.

Otros dos elementos retóricos clave también estuvieron presentes, el carácter y la emoción a través de los diseños de interfaz. En multimedia nos aproximamos al carácter (entendido aquí como utilidad) a través de la usabilidad: navegación intuitiva, clara y transparente (esto significa que el usuario ni se percata de su funcionamiento, debido a una buena programación que no presenta problemas).

Para lograr la emoción, de múltiples connotaciones subyacentes, de intencionalidad calculada, e íntimamente vinculada con los objetivos de aprendizaje, recurrimos a una graficación mediante el uso de colores, imágenes y composiciones cuya aceptación había sido previamente probada a través de los módulos impresos.

En este punto hay que señalar que por su naturaleza, en el desarrollo web en general y de manera determinante en el e-learning, el trabajo multidisciplinario es imperativo. Al trabajar de la mano con autores acerca de qué tipo de interacción es la más persuasiva (retórica), viable (con adecuado razonamiento tecnológico) y conveniente, los diseñadores, –-quienes tenemos una mayor apropiación de la tecnología, debido a la naturaleza de nuestro trabajo cotidiano–-, podemos y debemos hacer intervenciones tempranas en la concepción del diseño instruccional. Aquel que le indica al usuario cómo ir interactuando con los contenidos y qué tareas realizar.

No olvidemos que nuestro trabajo incide sobre miles de personas y comunidades enteras y por ello somos importantes generadores de cultura: “El diseñador tiende a culturizar, así, como un verbo y no como un sustantivo, como una actividad”. (Golby-Smith).

Han pasado ya 4 años, algunos usuarios han hecho comentarios gratificantes sobre su experiencia en el aprendizaje a través de la computadora. Sin lugar a dudas se cumple la premisa de Fry acerca de la creación de necesidades: dos mujeres mayas se regocijan chateando en su lengua, pues se sienten atraídas a usar este medio para comunicarse y aunque antes no lo conocían, hoy día lo necesitan para comunicarse. A nuestros usuarios la computadora los entusiasma, los sorprende, y es un puente para acceder a otras formas de apropiación de la tecnología.

En esta respuesta de los usuarios, han sido muy importantes la propia motivación personal, la disciplina por el estudio, los contenidos educativos y la transformación que éstos propician en las personas y, por supuesto, el importante apoyo de los asesores.

Esta experiencia, aún con frutos, está en construcción. Al diseño de cursos en línea puede aplicarse el carácter filogenético que Morello atribuye al diseño: lo diseñado tiene una evolución similar a la de los seres vivos, ya que se diseña, se rediseña y se evoluciona y esto es particularmente cierto en el caso de la tecnología.

1 Buchanan, Richard, “Declaration by Design: Rethoric, argument, and demonstration in design practice”. en Margolin Victor (ed.), Design Discourse. History, theory, criticism. pp. 91-109. Chicago Londres: The university of Chicago Press, 1989.

2 Fry, Tony, “Against an essential theory of need: some considerations for the design theory”. en Design Issues, 8, pp. 41-53, 1992.

3 Morello, Augusto, Design predicts the future, when it anticipates experiences, en Design Issues, núm.16, pp. 35-44, 2000.

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