::Editorial::
Los retos de la alfabetización en México
Se despierta una gran inquietud cuando pensamos que, a 38 años
de que la UNESCO instituyó el 8 de septiembre como Día Mundial
de la Alfabetización, en el globo aún hay 785 millones de
personas jóvenes y adultas que no saben leer y escribir. La desesperanza
se agudiza cuando descubrimos que cada año 113 millones de niños
y niñas permanecen fuera de la escuela y que se incorporarán
a las estadísticas del analfabetismo. Por ello, en 2003 se inició
el Decenio las Naciones Unidas por la Alfabetización, conocido
también como la Década de la Alfabetización.
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El futuro
no es muy alentador, las perspectivas para lograr la alfabetización
universal están aún muy lejanas, según las últimas
estadísticas de la UNESCO. De continuar la tendencia actual, para
el año 2010 el analfabetismo a nivel mundial alcanzará a
una de cada seis personas.
Y es que los retos que nos plantea la alfabetización son múltiples.
Aunque en México el 50% de los analfabetas son adultos mayores,
la cuarta parte de los casi seis millones de personas que no saben leer
y escribir pertenece a algún grupo indígena, y presenta
no sólo una gran diversidad de carácter lingüístico
y cultural, sino también una enorme dispersión geográfica.
El hecho de poseer maneras muy particulares de ver la vida, de trabajar,
de organizarse, al lado de sus condiciones de marginación y pobreza,
determina también que los indígenas tienen diferentes formas
de aprender, de resolver sus problemas, de comunicarse. Ello no supone
inferioridad o superioridad, sino riqueza y variedad, pero también
implica el reconocimiento y el respeto a sus derechos y por tanto, para
nosotros, la responsabilidad de establecer estrategias tanto operativas
como metodológicas que permitan llegar a esta población,
interesarla por el aprendizaje y ofrecerle opciones adecuadas a sus necesidades.
Por otra parte, nos enfrentamos al fenómeno del llamado analfabetismo
funcional. Esto significa que aún entre quienes se consideran ya
alfabetizados, existe un nulo o muy deficiente uso de la lengua escrita
que obstaculiza su avance educativo y laboral. Todo ello nos hace reflexionar
acerca de lo que hemos venido haciendo hasta ahora, y de lo que está
por venir. También nos pone a pensar sobre el real sentido de la
alfabetización, como un proceso que lleva su tiempo, que exige
un esfuerzo por parte de quien aprende y de quien asesora, y que no necesariamente
se inicia o termina cuando “ya sabemos las letras y cómo
unirlas”, sino que va mucho más allá, hacia un dominio
cada vez más amplio de todo lo que implica comunicarnos a través
de la palabra escrita y otros lenguajes, para ejercer nuestros derechos
y nuestra ciudadanía, desarrollarnos humanamente y participar en
todos los planos de la sociedad.
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Aunque
en México el 50%
de los analfabetas son adultos
mayores, la cuarta parte de los casi seis millones de personas que no
saben leer y escribir
pertenece a algún grupo indígena,
y presenta no sólo una gran diversidad
de carácter lingüístico y cultural,
sino también una enorme
dispersión geográfica. |