Los buenos consumidores empiezan desde pequeños*
Revista del Consumidor:

Todas las tardes, cuando Axel regresa de la escuela corre a la sala para encender la televisión y ver sus caricaturas favoritas; en ese momento su mamá le advierte que primero tiene que comer y hacer la tarea para poder ver la televisión. Axel, de sólo seis años de edad, negocia la situación y le dice a su mamá que si no le lleva la comida a la sala no comerá ¡y menos las verduras! Durante los minutos en que su mamá calienta y sirve la comida ella le dice que tiene que portarse bien y obedecerla.

Axel ha pasado ya frente al televisor de 10 a 20 minutos, durante los cuales ha visto una gran variedad de comerciales que le llaman la atención; uno de ellos mostraba un restaurante donde había juegos para niños y un payaso que lo invitaba a comer una hamburguesa; también vio a un niño vestido de vaquero que en medio del desierto retaba a su papá a comer cierta marca de jamón y a decir un trabalenguas. ¡Ah! Pero también vio los juguetes que tanto comentaban sus compañeros de clase; unos muñecos que aparecen en la película que se acaba de estrenar, los cuales Axel ha pensado pedirle a sus papás como regalo de cumpleaños.

Es entonces cuando su mamá, al ver que no corresponde a su llamado, apaga la televisión. Axel, enojado por no tener otra opción, decide ir a comer a la mesa, siempre y cuando su mamá le compre una hamburguesa como la que vio en los comerciales; también le sugiere que compre el jamón que anuncian y le platica acerca de los juguetes que le gustaría que le compraran.

¿Le ha parecido familiar esta situación? Por lo general, hoy en día los niños consideran a la televisión como su mejor entretenimiento y acompañante.

La televisión es el medio de comunicación preferido de los pequeños, y desde la edad de dos años la ven con creciente frecuencia, dedicándole hasta cuatro horas al día.

Es sorprendente constatar todo lo que aprenden de los programas televisivos y en especial de la publicidad. Los niños consumen grandes cantidades de comerciales que los llenan de inquietudes, deseos y necesidades que los convierten en futuros consumidores, quienes el día de mañana pedirán a sus padres que concreten sus compras.

La razón de este interés es doble porque el niño no sólo se convierte en consumidor activo de productos o imágenes mercadológicas, sino también ejerce una gran influencia consumista en la esfera económica familiar.

Debemos tener presente que a los niños hay que exhortarlos a realizar otro tipo de actividades de entretenimiento, como leer un libro, pasear por el parque o divertirse con juegos de mesa.

*Michelle Rodríguez Espinosa,
Norte 27 núm. 26 Colonia Nueva Vallejo.