El país cuenta con 195.8 millones de hectáreas de superficie territorial con características muy diversas, sin embargo, los procesos de degradación están provocando la perdida de la capacidad productiva y por consecuencia, esto conduce a la desertificación. Se estima que: 85% del suelo del país está afectado por erosión eólica (por efecto del aire): 80% del territorio presenta disminuciones considerables de la materia orgánica del suelo; 60% de los suelos padecen erosión hídrica (por efecto del agua), y 20% de los principales distritos de riego, tienen problemas de salinización  
 


Lo anterior ha permitido estimar que anualmente en México se pierdan 560 millones de toneladas de suelo (SEMARNAP, 1995) que azolva ríos, presas o se va al mar. Este panorama es resultado de los efectos de la deforestación, el sobrepastoreo y la agricultura mal manejada.

El modelo de agricultura que hemos seguido en los últimos 50 años es el de la agricultura convencional de altos insumos, inspirado en la revolución verde y que hasta hace todavía dos décadas se creía era el paradigma (modelo) para la producción de alimentos en el mundo.

 
 
El uso de las altas cantidades de agroquímicos es una herencia de la revolución verde, la demanda de estos productos se refleja en el incremento de la producción de fertilizantes nitrogenados a nivel mundial. Esta situación tiene dos consecuencias negativas para la agricultura, las cuales se traducen en elevados costos de producción debido a la adición de mayores cantidades de fertilizante y en la contaminación del medio ambiente a través de la liberación de óxido nitroso y nítrico hacia la atmósfera contribuyendo en la disminución de la capa de ozono y la acumulación de ácido como resultado de las reacciones del ciclo del nitrógeno (Vitouseek and Matson, 1993; Natl. Resc. Counc., 1978 Keeney, 1986; Aldrich, 1984).

 
El uso indiscriminado de plaguicidas y herbicidas es otro de los problemas que en algunas regiones agrícolas de México ha traído como consecuencia que una gran cantidad de alimentos que se distribuyen por todo el país están contaminados con estas substancias, (Sánchez et. Al. 1989). En conjunto la demanda efectiva de estos productos en México mantuvo un crecimiento superior al 5% anual en los últimos 16 años (Restrepo, 1988).

La sostenibilidad y el manejo integrado de recursos naturales deberá basarse en el concepto de uso múltiple de los recursos, que se define como la combinación presente y futura más benéfica de las prácticas de manejo en los sistemas de producción encaminados a lograr la diversificación y maximización de los ingresos económicos de la población.