::En camino::
Algo sobre educación indígena...
Algunos datos
Sara Elena Mendoza
Ya
que estamos en esto, vamos a hablar un poco sobre educación indígena;
sí, la educación indígena como uno de nuestros programas
del INEA en el que la alfabetización, en su sentido más amplio,
juega un papel muy importante. Comencemos con algunos datos: ¿Sabías
que en México existen más de 62 grupos indígenas, y que
entre ellos encontramos que se hablan más de 100 lenguas distintas? Pues
así es. Según el XII Censo de Población y Vivienda 2000,
dichos grupos étnicos constituyen el 10 por ciento del total de la población,
es decir 7.6 millones de personas, que están presentes fundamentalmente,
aunque no de manera exclusiva, en 15 entidades federativas: Campeche, Chiapas,
Distrito Federal, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, Puebla,
Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz
y Yucatán.
El asunto preocupante es que, de los seis millones de personas
jóvenes y adultas analfabetas, más de la cuarta parte son indígenas,
y que además, dentro de este 25%, encontramos a una gran cantidad de
jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, quienes viven en pequeños
poblados o rancherías a los que la educación formal no ha logrado
llegar totalmente, por lo que se fueron quedando rezagados escolarmente, aún
a pesar de su corta edad.
En esta situación influyen muchos factores. Sabemos que el modelo de
desarrollo seguido por el país ha implicado que algunos sectores sociales
participen del consumo y disfrute de bienes y servicios, así como de
la posibilidad de tener injerencia en los asuntos públicos; mientras
que otros sectores, aunque están integrados al sistema de producción
y distribución económica, permanecen excluidos, total o parcialmente,
de esa participación: de los 871 municipios con presencia indígena
significativa, 295 están catalogados como de muy alta marginación
y 363 como de marginación alta, de tal manera que el 75.5% de los municipios
indígenas están en esas categorías y por tanto, carecen
de acceso incluso a lo más básico como puede ser el agua y, ¡claro!,
la educación.
La alfabetización y la educación básica
Durante mucho tiempo, el enfoque de la alfabetización
se orientó, principalmente, hacia la enseñanza de los alfabetos
y la escritura de los números y algoritmos de la suma y la resta, a partir
de contenidos predeterminados y de manera separada, prestando poca importancia
a los intereses, necesidades y competencias de las personas jóvenes y
adultas. En algunos casos las personas, al darse cuenta de que en realidad seguían
sin poder expresarse a través de la lengua escrita, o al no encontrar
utilidad de estos contenidos, olvidaron cómo usarlos en muy poco tiempo,
y desertaron del círculo de estudio o permanecieron en él sólo
como un medio más de convivir con otras personas, sin un interés
genuino en lo que se estaba tratando de enseñarles.
Hoy sabemos que la alfabetización es un proceso permanente en el que
las personas nos apropiamos y vamos desarrollando cada vez más el conocimiento
y uso de diversos lenguajes; por eso decimos que se produce durante toda la
vida y por ello se le considera una parte indisoluble, integral, inseparable
de la educación básica. Cuando realmente llegamos a dominar estos
lenguajes, las personas logramos también mejores posibilidades de desarrollo
humano, de ejercicio de nuestros derechos, de construir sobre bases más
sólidas nuestra ciudadanía. Por eso la educación indígena
en el INEA pretende rebasar el concepto y la atención centradas únicamente
en “empezar a leer y escribir”. La utilidad real está en
consolidar un proceso continuo de educación básica donde cada
paso, desde el principio, debe ser muy sólido y cuidado.
La
alfabetización comienza con “adquisiciones” iniciales; en
el caso de la lengua escrita, se trata del “descubrimiento” de cómo
se organiza y cómo funciona ésta; de sus reglas y sus códigos;
de para qué sirve y cómo se puede usar; de cuál es su sentido.
Por eso es muy importante que las personas aprendamos a leer y a escribir en
la lengua que conocemos y que dominamos, ya que en esta lengua, llamada materna,
es en la que nombramos y entendemos el mundo. En el momento inicial de la alfabetización,
además, también es muy importante la adquisición del lenguaje
matemático.
Para la población indígena, esta etapa de adquisición inicial se convierte, en particular, en un proceso aún más, mucho más complejo, ya que nos enfrentamos a la necesidad de que muchas de las personas adquieran y utilicen la lengua escrita para relacionarse, aprender y desenvolverse mejor no sólo en su ambiente comunitario, sino con entornos sociales y culturales diferentes, en la mayoría de los cuales se habla y escribe el español. Por eso hablamos de alfabetización y de educación intercultural-bilingüe:
Para propiciar
realmente el bilingüismo en personas monolingües en idioma indígena,
o que apenas hablan o comprenden el español –es decir, bilingües
incipientes-, es necesario que primero aprendan a escribir su lengua y que paralelamente
inicien el aprendizaje de la segunda lengua de forma oral y paulatinamente de
manera escrita. En el caso de las personas bilingües, el aprendizaje simultáneo
en los dos idiomas que dominan, les permite “descubrir” más
rápidamente por qué, para qué y cómo se usa la lengua
escrita y, al mismo tiempo, continuar desarrollando su propia lengua como parte
de su identidad cultural, lo cual es un derecho.
El
MEVyT para población indígena
Las investigaciones y los resultados de las campañas alfabetizadoras
demuestran que es común, pero erróneo, pensar que los indígenas
que hablan cierto nivel de español están en las mismas condiciones
de comprensión que los hispanohablantes totales. Por esta razón,
el MEVyT actualmente se encuentra conformado por tres rutas: una para población
hispanohablante, otra para población monolingüe y bilingüe
incipiente, y una tercera para población bilingüe eficiente, es
decir, que domina oralmente las dos lenguas.
Las características de las dos rutas para población indígena
van acordes con el grado de bilingüismo que tiene la persona al momento
de incorporarse a los servicios educativos. Esto tiene como propósito
que pueda mejorar la comprensión y aprovechamiento educativo, lograr
la solución de situaciones diversas, la interacción en todo tipo
de contextos y su posibilidad de continuar aprendiendo.
Algo muy importante para ubicar a las personas en la ruta del MEVyT más
adecuada a sus necesidades es que, en el caso de detectar analfabetismo o comprensión
y expresión deficiente del español entre quienes provienen de
comunidades indígenas, deberá realizarse la aplicación
previa de un instrumento que determina su grado de bilingüismo individual.
Las dos rutas del MEVyT indígena bilingüe son: el MEVyT Indígena
Bilingüe Integrado (MIBI) y el MEVyT Indígena Bilingüe con
Español como Segunda Lengua (MIBES). Las diferencias entre estas opciones
se dan, sobre todo, en lo que conocemos como la fase o nivel Inicial.
El MEVyT Indígena Bilingüe Integrado (MIBI) se aplica cuando las
personas presentan un grado de bilingüismo medio o eficiente (coordinado),
de acuerdo con el instrumento que hemos mencionado. En el MIBI el proceso educativo
dentro de la fase inicial considera el trabajo simultáneo en lengua indígena
materna y en español, lo cual parece más complejo que la ruta
dirigida hacia los hispanohablantes, pero no cabe duda de que es más
adecuado para lograr la eficacia del proceso educativo.
El MEVyT
Indígena Bilingüe con Español como Segunda Lengua (MIBES),
considera en su fase inicial el trabajo simultáneo de la alfabetización
en lengua indígena materna y el español como segunda lengua, pero
empezando éste en forma oral. Esta ruta se aplica cuando el grado de
manejo del español es nulo (monolingüismo) o sólo incipiente,
según sean los resultados del instrumento de detección. En este
caso, intentar introducir el español escrito al mismo tiempo que se hace
en lengua indígena, resulta poco eficaz y muy exigente hacia las personas,
por lo que el español en forma escrita se aborda con posteridad a que
han trabajado lo oral.
¿Y
por dónde avanzamos?
Como puedes observar, las rutas educativas del MEVyT para población
indígena requieren que existan nuevos módulos educativos muy específicos
para las diferentes etnias que se atienden en el país. Estos materiales,
además, deben servir para todos o casi todos los miembros de esa etnia,
independientemente de que al interior de ellas se hablen diversas variantes
de una misma lengua y, ¡además!, deben reflejar la gran pluralidad
y riqueza cultural que las caracteriza, así como las situaciones y problemas
que enfrentan. ¡Imagínate! Implica un esfuerzo muy grande tanto
por parte de quienes trabajan en el INEA y en los Institutos y Delegaciones
estatales de educación para adultos, como de los miembros de los grupos
étnicos, que son quienes están elaborando sus propios materiales.
Lo mejor de todo es que... ¡las cosas ya se están haciendo! En
varios estados, como por ejemplo Yucatán, Quintana Roo y Campeche, de
manera conjunta y con la colaboración de otros organismos como las Academias
de las lenguas indígenas, instituciones de educación superior
o grupos de profesores o de hablantes, se han concluido algunos materiales para
el maya, mientras que otros se encuentran en proceso de elaboración.
Lo mismo está ocurriendo en Chiapas, San Luis Potosí, Puebla,
Hidalgo, Chihuahua y el Estado de México, para el Tseltal y el Tsotsil,
el Náhuatl, el Pame, el Rarámuri, el Mazahua, el Otomí...
y más.
Si has logrado llegar hasta el final de este artículo, seguramente ya
te habrás percatado de la gran importancia que tiene la participación
de los asesores bilingües en la educación para adultos indígenas,
así como de lo necesario que es aprender cada vez acerca de la lengua
y la cultura propias, y de cómo promover procesos de alfabetización,
educativos, mucho más efectivos y útiles para las personas. ¿Qué
más reflexionaste? ¡Compártelo! ¡Éste es un
reto más alguien inquieto y entusiasta como tú!