Lecturas. Lecturas del curso: Obra de teatro: La Banca

LA BANCA

De: Víctor Hugo Rascón Banda
(Dramaturgo mexicano contemporáneo)

Personajes:

ANGELES:
40 años, mediana estatura, guapa, tez blanca, pelo negro, subgerente de una sucursal bancaria.

LAURA:
20 años, rubia, delgada, alta, con aspecto de modelo, cajera.

RITA:
25 años, morena, gorda, de baja estatura, mal vestida, cajera principal.

Asaltante:
25 años, robusto, movimientos precisos, como de policía bien entrenado.

 

ACTO ÚNICO

8:31

(El lugar está iluminado sólo por la luz exterior que entra por la ventana. Se escuchan voces y ruidos simultáneos que provienen de la sucursal)

_ ¡ Cuidado!

-¡Cierren la puerta!

-¡No se muevan!

-¡La cortina, rápido!

(Se escuchan tres disparos y gritos de mujeres .Silencio largo. Se abre la puerta y tres mujeres son empujadas violentamente al interior. La puerta se cierra. Una de las mujeres localiza el interruptor de la luz y la enciende. Las tres mujeres se miran entre sí, con el miedo en el rostro)

RITA: Nos van a matar.

LAURA: Cállate, por favor.

ANGELES: ¿Vieron al policía?

LAURA: No le pasó nada.

RITA: Ayúdanos, Diosito Santo...

ANGELES: Hay que estar tranquilas.

RITA: ¿Qué vamos hacer?

LAURA: Espera y ya.

RITA: Vamos rezando.

ANGELES: Qué rezar ni qué nada. (Mira la ventana ). Asómate a la calle.

(Rita sube a una mesa y mira por la ventana)

RITA: Nadie se ha dado cuenta.

(Pausa). Hay un carro negro en frente... Y un policía en la esquina, en el puesto de las tortas.

ANGELES: Rompe el vidrio y grítale.

LAURA: ¡Estás loca! ¿Quieres que nos maten?

(Rita baja)

RITA: Me quiero ir. ¿No será esto una pesadilla?

ANGELES: Yo tomé un curso el año pasado para hacer frente a estas cosas. Lo primero es guardar la calma.
¿Me entienden? No cometer errores.
Hay que observarlos bien y tratar de Grabarnos en la mente su aspecto y sus movimientos.
Esto es todo. Y esperar.
No oponer resistencia.
Ellos están más nerviosos que nosotras.
Cualquier cosa puede provocar una tragedia. Vamos a esperar aquí, tranquilas ¿de acuerdo?(Va al lavabo y sirve dos vasos de agua. Se los ofrece).
Tomen un poco de agua y respiren hondo, tres veces. (Laura toma el vaso y lo deja a un lado. Rita bebe todo su contenido, atragantándose). No va a pasar nada, nada. De veras, nada.

RITA: San Cayetano, te apuesto y te gano...

LAURA: Reza en voz baja, por favor.

ANGELES: ¿Qué pasaría con los demás?

LAURA: Los metieron en el baño.

ANGELES: ¿Como cuántos serán?

RITA: Yo conté cinco.

LAURA: Eran tres, nada más.

ANGELES: Afuera debe haber otros, vigilando.

RITA: ¿Te fijaste cómo entraron? Como si estuvieran entrenados.

ANGELES: Han de ser judiciales.

RITA: Yo alcancé a pisar el botón de alarma silenciosa.

ANGELES: Yo también.

LAURA: Ojalá que no venga nadie. Nos puede tocar un balazo.

ANGELES: ¿Qué estarán haciendo?

LAURA: No han de estar haciendo cola, ¿ verdad?

8:35

(Pausa. Se oye el sonido de un teléfono)

RITA: El teléfono.

LAURA: ¿Qué?

RITA: Está sonando el teléfono. Van a sonar todos y nadie los va a contestar.

ANGELES: Creerán que llegamos tarde.

RITA: O que el gerente no llegó a abrir.

ANGELES: Los de cambios siempre llaman a esta hora para dar la cotización del dólar.
Si nadie contesta, van a notar algo raro.

(El teléfono deja de sonar Rita camina inquieta)

RITA: Quiero ir al baño.

ANGELES: Aguántate.

RITA: Ya no puedo. (Se dirige a la puerta)

LAURA: No salgas. ¿Quieres que te disparen?

RITA: Es que ya me anda. (Se pasea de un lado a otro).

ANGELES: Hazte en ese rincón.

RITA: Cómo crees...

(Rita duda, luego corre al rincón, se levanta la falda, se baja la pantaleta y se sienta en cuclillas. Laura se mueve alejándose de ella. Se acerca a Angeles)

LAURA: ¿A ti ya te había tocado otro asalto?

ANGELES: Nunca

LAURA: ¿Siempre has trabajado en bancos?

ANGELES: Sólo en éste.
Llevo nueve años. Ojalá que esto no me perjudique.

LAURA: No veo por qué.

ANGELES: Es que a fin de mes me van a promover a la plaza del gerente. A él lo van a liquidar.

ANGELES: Gracias. Hay que ponernos de acuerdo en lo que vamos a decir.

LAURA: Nosotras no tenemos la culpa de nada.

(Rita termina de orinar y cubre los orines con carteles que toma del anaquel)

ANGELES: Es que tú no sabes cómo son los de la Contraloría. Pero a ti te consta. Yo no les abrí. Alguien dejó la puerta abierta.

LAURA: Fue el policía.

(Rita se lava las manos en el lavabo)

RITA: No fue él. Yo vi cuando cerró.

LAURA: Fue él. Cuándo tú entraste, se asomó a la calle y luego se metió al baño, dejando la puerta abierta.

ANGELES: ¿Y por qué no cerraste?

LAURA: Iba a hacerlo, pero en eso entraron.

(Rita se sienta en el sillón y reza en voz alta)

RITA: San Cayetano, te apuesto y te gano que esto va a salir muy mal... san Cayetano, te apuesto y te gano que nos van a matar...

ANGELES: Cállate. No estés rezando tonterías.

RITA: Tú qué sabes. Por eso te pasan cosas.
Por descreída. San Cayetano es muy milagroso. Por eso hay que rezarle al revés, para que nos gane la apuesta...

(Se abre la puerta y aparece un hombre con una metralleta colgada en el hombro izquierdo y con la cabeza cubierta con una media. Arrastra el cuerpo de un policía bancario hasta un rincón y sale, cerrando la puerta. Angeles y Rita se le acercan. Laura se aleja, con miedo).

8:40

ANGELES: ¡Jesús ...! (se acercan más)

RITA: ¿Respira...?

ANGELES: No . No se mueve

RITA: Esta muerto. Esta muerto...

(Rita llora. Angeles la abraza)

ANGELES: No lo mires.

(Angeles sienta a Rita en la banca. Luego toma tres carteles del anaquel y con ellos cubre el rostro del policía y parte de su cuerpo)

RITA: Pobrecito

ANGELES: Descanse en paz

RITA: Tan joven ...

ANGELES: El banco protegerá a sus hijos.

LAURA: A lo mejor no les pagan ni el seguro.

RITA: Malditos rateros.
Si quieren dinero, como no se ponen a trabajar. Por qué se les ocurrió venir aquí, precisamente.

LAURA: Te preocupa el dinero del banco, como si fuera tuyo.

ANGELES: ¿A ti no te importa que lleguen y con la mano en la cintura se lleven todo?

LAURA: Ese dinero no es nuestro. Millones van millones vienen. Pasan por nuestras manos ¿y qué? ¿Qué nos queda? Las manos sucias o alguna enfermedad. Detesto el ambiente de los bancos.

RITA: Dirás lo que quieras, pero el ambiente de los bancos es muy bonito.

LAURA: Tan bonito... que ya ves.
(Mira el cuerpo del policía) (Pausa) Esto es como una cárcel. No nos dejan ni que se maquille uno como quiere.

ANGELES: Eso era antes . Ahora con el sindicato...

LAURA: El sindicato...

ANGELES: ¿Entraste por el sindicato o por el banco?

LAURA: ¿Es lo mismo no?

ANGELES: No . No es lo mismo.

(Rita mira fijamente el cuerpo del policía)

RITA: Miren... miren...
Se está moviendo.

ANGELES: No digas tonterías.

RITA: Se movió. Lo vi clarito.

(Angeles se le acerca, levantan un cartel, le mira el rostro y lo vuelve a cubrir)

ANGELES: Así se mueven los difuntos. Ya no lo mires. Voltea para otro lado.

(Rita sigue mirando el cuerpo)

RITA: Uno no es nada en la vida. Hace rato todavía estaba vivo. Hasta me preguntó que de qué iba a querer mi torta de las doce.

ANGELES: Voltea para otro lado (Angeles se acerca a la cafetera ) ¿Quieren un café?

LAURA: Yo no, gracias.

RITA: Ni yo. Me pongo más nerviosa. Pero si hubiera una galletitas...

(Angeles coloca varias galletas en un plato y se las pasa. Rita come apresuradamente, sin masticarlas ni saborearlas)

8:45

RITA: Los nervios me dan un hambre...

ANGELES: Ojalá que no pasen la noticia por el radio. Mi mamá está muy delicada.

LAURA: Vives con ella.

ANGELES: Siempre hemos vivido juntas.

RITA: Es tan posesiva que no la deja casarse.

ANGELES: Tú qué sabes. Siempre me dijo que esto iba a pasar algún día.

LAURA: Pues ya se le hizo.

ANGELES: Pero aquí no va a pasar nada. Todo va a salir muy bien ya verán. Después, cuando nos acordemos de esto, hasta nos vamos a reír. Y yo voy a contar cómo te orinaste del miedo.

RITA: Vas a ver Angeles...

LAURA: Ya, que termine pronto. ¿Qué estarán haciendo?

ANGELES: Han de estar en las cajas de seguridad.

RITA: Con que no vengan a molestarnos.

LAURA: Y todo por un dinero que no es nuestro.

RITA: Tienes razón. Es que el dinero está muy mal repartido.

LAURA: ¿Hasta ahora te das cuenta? Somos unas imbéciles. Aquí como máquinas viendo pasar los billetes ajenos. Viendo cómo se multiplican y van a dar a las mismas cuentas.

ANGELES: Ya párale, ¿no? Yo no sé cómo pasaste la entrevista en personal. Hasta has de ser comunista.

LAURA: Aquí adentro es muy bonito el ambiente, ¿no? Mármoles.
Maderas. Plantas verdes.
Pero nada nos pertenece. A nosotras nos dejan lo de afuera. Las tortas de la esquina.
El sudor del metro.

RITA: Estás equivocada.
Tenemos préstamos para coches y para casas.

LAURA: Sí, después de una chinga de cinco años. De no faltar. De no robar . De sonreír.

ANGELES: Estás muy equivocada. Lo que pasa es que acabas de entrar y todavía no te has puesto la camiseta del banco.

LAURA: El mundo del banco es una ficción. Afuera hay otro mundo.

RITA: Yo creo que tienes razón. Ahora mismo renuncio.

ANGELES: No digas tonterías.

RITA: No quiero que me maten.

ANGELES: Nadie te va a matar.

RITA: ¿Y qué le pasó a Jesús? Hoy mismo renuncio. Vas a ver.

ANGELES: No seas tonta. Laura no es gente de bancos ¿Cómo te vas a ir ahora que te van a ascender? Tú vas a ocupar mi lugar.

RITA: Bueno, a lo mejor no renuncio. Estoy atada con tantos préstamos. Pero sí me regreso al corporativo .

ANGELES: Allá no hay incentivos y hay que trabajar en las tardes.

RITA: No me importa.
¿Cómo se me ocurrió venirme a esta sucursal? Yo estaba muy bien allá. Si algo me pasa tú serás la culpable. ¿Por qué me obligaste?

ANGELES: Nadie te obligó. Te viniste porque te conviene. Allá eras casi una afanadora. Aquí eres gente.

(Se abre la puerta y entra el asaltante. Las tres mujeres se alejan temerosas. El asaltante observa el lugar y la ventana. Mira el costal de plástico negro que está en el anaquel)

8:50

ASALTANTE: ¿Qué es eso?

ANGELES: Es morralla.
La íbamos a recortar...

ASALTANTE: Ábralo.

(Angeles carga el pesado costal, lo abre y lo coloca sobre la mesa. El asaltante mira el interior y mete la mano izquierda, hurgando entre las monedas.

Saca un puñado de monedas de cobre y níquel de baja denominación y las arroja sobre la mesa. Observa el techo y descubre una bocina)

ASALTANTE: ¿Y eso?

ANGELES: Es el Muzak, el servicio de música ambiental.

LAURA: Está conectado a todas las sucursales. Trabaja de 9 a 11.

ASALTANTE: ¿Y el gerente?

ANGELES: Va a llegar tarde. Fue a un desayuno con un cliente.

ASALTANTE: ¡Quién conoce la combinación de la bóveda?.

ANGELES: Nadie.

(El asaltante la toma por la blusa y la acerca violentamente a su rostro)

ASALTANTE: Cómo de que nadie.

LAURA: La cajera principal

(El asaltante suelta a Angeles y se dirige a Laura)

ASALTANTE: ¿Quién es? (Pausa)

RITA: ¿Yo?

ASALTANTE: ¿Puede abrir la bóveda?

(Rita asiente con los ojos y la boca abiertos)

ASALTANTE: ¿A qué hora llega la camioneta brindada?

ANGELES: Entre ocho y media y nueve

(Asaltante la empuja contra la estantería de las alcancías, que ruedan. Le habla con rudeza, encañonándola con la ametralladora).

ASALTANTE: ¿A qué hora, exactamente?

ANGELES: A más tardar a las nueve, o un poco antes.

ASALTANTE: ¿Por qué no ha llegado?

ANGELES: Es que primero entrega en otras sucursales y los viernes hay mucho tráfico.

ASALTANTE: (A Laura) ¿Es cierto eso?

LAURA:

ASALTANTE: ¿Quién la recibe?

LAURA: El gerente o la cajera principal. La camioneta pita tres veces y el policía les abre.

ASALTANTE: (a Rita ) Usted les va abrir.

RITA: ¿Yo?

ASALTANTE: Primero abrirá la bóveda. Vamos.

(Rita no se mueve. Mira asustada al asaltante)

ANGELES: Ve por favor, Rita . Tranquila.

RITA: ¿Voy?

ANGELES: Atiende al señor en todo lo que pida. No va a pasar nada.

RITA: Si me pasa algo, recoge mis cosas, están en la caja. Y avisa a mi esposo.

ANGELES: Recuerda , respira hondo, varias veces.

(Rita sale seguida del asaltante que cierra la puerta. Angeles empieza a recoger las alcancías y a colocarlas en su lugar)

ANGELES: Desgraciados. Debían de encerrarlos a todos. Malditos ladrones. (Laura ayuda a colocar las alcancías)

LAURA: ¿Para qué te preocupas? El dinero esta asegurado.

ANGELES: ¿Y eso qué?
¿A ti no te importa lo que pase?

LAURA: Por mí que se lleven todo. No voy a arriesgar mi vida por el dinero de los clientes... o del Gobierno, que es lo mismo.

(De la sucursal llegan gritos y ruidos)

ANGELES: Malditos rateros, ojalá y los maten.

LAURA: Quítate de la puerta, no vaya a ser...

ANGELES: Debe implantarse la pena de muerte para estos animales.

LAURA: Ven, siéntate.

(Angeles se sienta en la banca, junto a Laura)

LAURA: ¿Quieres un cigarro?

(Angeles acepta. Ambas fuman).

8:55

ANGELES: ¿Cuánto tiempo llevas en el banco?

LAURA: Un mes. Lo que tengo en esta sucursal.

ANGELES: Tu no eres de aquí., ¿verdad?

LAURA: Soy de Sinaloa

ANGELES: Por tu acento, pensé que eras de Tamaulipas o de Nuevo León.

LAURA: El acento es muy diferente, pero ustedes creen que en el norte todos hablamos igual.

ANGELES: ¿Y tú familia? ¿ Con quién vives?

LAURA: ¿Por qué tantas preguntas?

ANGELES: Por hablar, nada más. Para aplacar los nervios. Te envidio. Te ves muy tranquila.

LAURA: Yo me sé controlar. Aunque no creas. Mira como me tiemblan las manos.
¿Quieres otro cigarro?.

ANGELES: No. Gracias.
Me pongo peor. (Pausa)
¿Dices que vives sola?

LAURA:

ANGELES: ¿ Y quién es la persona que te trae? ¿Un familiar? O tu novio.

LAURA: Nadie. Me vengo en el metro.

ANGELES: Antier yo vi que te bajaste de un carro a la vuelta.

LAURA: No era yo. Te confundiste.

ANGELES: Eso ha de haber sido. Me confundí.

LAURA: ¿Qué vas a hacer?

ANGELES: A pedir auxilio. Voy a romper el vidrio.

LAURA: ¡Idiota! ¡Bájate!
¿Quieres que nos maten?

(Laura intenta bajarla jalándole el vestido. Forcejean)

ANGELES: ¡Sueltame!

LAURA: ¡ Bájate o les hablo! ¡no seas imbécil!

ANGELES: Tienes razón.

(Mira hacia fuera un instante y luego baja. Mira fijamente a Laura)

LAURA: ¿Qué te pasa?

ANGELES: Era igual. Era un carro negro como el de afuera.

LAURA: Estás loca.

ANGELES: ¿Cómo pudiste?

LAURA: ¿Qué traes?

ANGELES: Tu éstas en esto.

LAURA: Óyeme, óyeme...

ANGELES: Pero así te va a ir.

LAURA: Igual que a ti.

ANGELES: Ve el cadáver del policía. Mira al pobre de Jesús. ¿No te duele verlo muerto?

LAURA: Claro que me duele. Pero yo no tengo nada que ver. Así que mejor te sientas y te calmas.

ANGELES: Desde que llegaste a esta sucursal tuve un presentimiento.

LAURA: ¡Ya estuvo! ¿No? Te lo paso porque estás nerviosa.
Que si no ... me ibas a conocer de a deveras.

(Angeles va a un rincón, cruza los brazos y mira fijamente a la pared. Pausa. La puerta se abre. Entra el asaltante y mira el reloj).

8:57

LAURA: (Se acerca al asaltante) Mátala.

ASALTANTE: ¿Por qué?

(Angeles los mira aterrorizada, separándose de ellos)

ANGELES: Por favor, Laura, no ...

LAURA: Mátala y enciérrame en el baño.

ANGELES: Yo no vi nada. No diré nada.
Por Dios...