Las empleadas del hogar podemos vivir situaciones de violencia
que ponen en riesgo nuestra integridad física, emocional,
económica o sexual en el hogar donde prestamos nuestros
servicios. En ocasiones, algunos de nuestros empleadores,
o sus familiares, intentan imponer su autoridad con gritos,
malas palabras, insultos y humillaciones, hasta llegar a los
golpes o empujones. Todas estas acciones son ejemplos de la
violencia que se puede dar en nuestro trabajo.
¿Alguna vez has sido víctima de violencia en tu trabajo?
Sí
No
Si contestaste que Sí, escribe cómo fuiste
maltratada.
Violencia física
Cuando hablamos de violencia física en el trabajo,
generalmente pensamos en el daño a nuestro cuerpo por
golpes, empujones o porque nos aventaron algo. Sin embargo,
la violencia física consiste también en no darnos
suficiente alimento o alimentarnos con comida de mala calidad
o dejarnos las sobras de la comida.
La violencia física se da cuando nos exigen realizar
actividades que lastiman nuestro cuerpo –como cargar
muebles muy pesados–; nos obligan a permanecer dentro
de la casa, sin salir en nuestro día de descanso o
vacaciones. También, si nos exigen pagar los favores
o regalos que recibimos, con más carga de trabajo.
Violencia emocional
La violencia emocional se da cuando
lastiman nuestros sentimientos, mediante críticas,
insultos, gritos, palabras ofensivas, actitudes humillantes
o vergonzantes. Por ejemplo, al hacernos sentir que no valemos,
cuando nos hacen comer paradas, nos acusan falsamente de algo,
nos miran de manera amenazante o con desprecio, o nos llaman,
“criada” o “india”, con el fin de
ofendernos.
Otra forma de
ejercer la violencia emocional es cuando se nos obliga a ser
cómplices de lo que hacen nuestros empleadores o empleadoras.
Por ejemplo: una patrona nos puede pedir que aguantemos los
gritos de nuestro patrón y nos callemos.