Laura Esquivel. Nació en la Ciudad de México el 30 de septiembre de 1950. Desde joven se dedicó a la docencia y escribió obras de teatro infantil y guiones de cine. Su primera novela, Como agua para chocolate (1989), tuvo un éxito tan extraordinario que el director de cine, Alfonso Arau, rodó una película, con el guión de la propia autora, que supuso la consagración de esta obra. Como agua para chocolate entusiasmó por la atmósfera indecible que creó la autora para narrar la historia de un amor imposible e imperecedero, en medio de ollas y sartenes; es decir, en el ámbito tradicionalmente femenino por excelencia: la cocina y sus hechizos. No se trata ya de realismo mágico, sino de magia directa. La novela fue traducida a más de treinta idiomas y, en 1994, su autora recibió el premio Abby (American Bookseller Book of the Year, es decir, el libro más vendido del año), galardón que por vez primera fue concedido a un escritor extranjero. Laura Esquivel ha continuado escribiendo otras obras, como La ley del amor (1995) o su libro de cuentos Íntimas suculencias (1998), recopilación de relatos acompañada de recetas de cocina, en el que la autora vuelve a retomar la consigna de que desde la cocina es posible transformar el mundo. Les siguieron Estrellita marinera (1999), El libro de las emociones (2000) y Tan veloz como el deseo.
 
  He aquí un fragmento de Como agua para chocolate.9
 
 

Los novios interiormente lo agradecieron, pues entonces ellos quedaron en libertad de tomar sus maletas e irse lo más pronto posible. Les urgía llegar al hotel.

Cuando Tita y Pedro se dieron cuenta, sólo quedaban en el rancho John, Chencha y ellos dos. Todos los demás, incluyendo los trabajadores del rancho, ya se encontraban en el lugar más alejado al que pudieron llegar, haciendo el amor. Algunos bajo el puente de Piedras Negras o Eagle Pass. Los más conservadores, dentro de su auto mal estacionado sobre la carretera. Y los más, donde pudieron. Cualquier sitio era bueno: en el río, en las escaleras, en la tina, en la chimenea, en el horno de una estufa, en el mostrador de la farmacia, en el ropero, en la copa de los árboles. La necesidad es la madre de todos los inventos y todas las posturas. Ese día hubo más creatividad que nunca en la historia de la humanidad.
 
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9 Laura Esquivel, Como agua para chocolate, España, RBA Editores, 1993, p. 170.