Lea el texto que a continuación
aparece. Después, escriba en el recuadro lo que vaya
imaginando durante la lectura. Al finalizar, guarde su texto.
“Los dos estábamos pálidos de espanto. Con indecible asombro, vimos cómo el gran sarcófago de la momia empezaba a abrirse lentamente. La tapa se iba alzando poco a poco, y la negra abertura de la misma se hacía cada vez más ancha. Mientras mirábamos aquello con el aliento en suspenso, surgió una mano blanca y delgada por la abertura; luego surgió otra y, por último, una cara; una cara que ambos conocíamos perfectamente: la del profesor Andreas. Se deslizó sigilosamente fuera del sarcófago, volviendo constantemente la cabeza de derecha a izquierda. Bastó un leve ruido de la calle para dejarlo inmóvil, dispuesto a precipitarse otra vez al refugio que tenía a sus espaldas. Luego, volvió a avanzar sigilosamente, hasta que llegó a la vitrina que había en el centro de la sala. Abrió la cerradura con sus llaves, sacó el pectoral judaíco, y dejándolo sobre el cristal que tenía delante, comenzó a manipularlo con una herramienta pequeña y brillante. Quedaba tan vertical debajo de nosotros que su cabeza nos impedía ver lo que estaba haciendo.”2
Seleccione alguna de las lecturas anteriores y trace abajo un dibujo relacionado con ésta, sienta lo placentero que es recrear en imágenes bellas narraciones. Imprima su dibujo y cuente a alguien la historia utilizando sólo el dibujo.
2 Arthur Conan Doyle, Los mejores cuentos de misterio, México, EMU, 2004, p. 20.