Apeáronse los dos, y el asno, rozagante y satisfecho, marchaba delante de ellos. Pasó entonces otro viandante, y al verlos dijo: “¡Modas nuevas! La cabalgadura bien descansada y el dueño echando los bofes. Así, hacen gasto de zapatos y preservan el borriquillo.”

¡Tres eran tres, y a cual más jumento! "Jumento soy de veras —prorrumpió exasperado el molinero—: jumento me confieso y me declaro; pero, en adelante, digan lo que quieran, alábenme o critíquenme, he de hacer mi santa voluntad.” Y así lo hizo; y obró perfectamente.
 
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