Ley
 

I

Hijo, si quieres amarme
bien puedes hacerlo.
Tu cariño es oro
que nunca desdeño.
Mas quiero que comprendas
que nada me debes.
Soy ahora el padre.
Tengo los deberes.
Nunca en las angustias
por verte contento
he trazado signos
de tanto por ciento.

II

Ahora, pequeño,
quisiera orientarte:
mi agente viajero
llegará a cobrarte.
Será un niño tuyo,
gota de tu sangre.
Presentará un cheque
de cien mil afanes...
Llegará a cobrarte.
Y entonces, mi niño,
como un hombre honrado, de bajar puntos fuente
a tu propio hijo
deberás pagarle.

   
 
Rudyard Kipling