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Diferentes formas culturales |
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Querida abuela: |
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Hace días fui a un campo agrícola
del municipio de Elota. Sí, de esos donde se junta
mucha gente que viene de otros lugares a trabajar en el
cultivo y cosecha del tomate, el chile, la berenjena y
los pepinos. Me quedé impresionado. Vi a muchos
niños, jóvenes y personas adultas que no
hablaban igual que nosotros. Me llamó mucho la
atención que, para decirse las cosas, utilizaran
una lengua
diferente a la que tú y yo hablamos. La aprendieron
allá en el lugar
donde nacieron. |
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Escuché muy atentamente a los que
hablaban el mixteco, el zapoteco, el náhuatl y
el mayo-yoreme, para ver si les entendía algo,
y la verdad es que nunca supe lo que querían decir.
De todos modos, intenté comunicarme con ellos,
pero no lo conseguí. Me acordé que tú,
cuando tenías un problema como ése, les
hacías señas para ver qué querían
o qué necesitaban; intenté hacerlo, pero
ni así lo logré; no tenía tu ingenio.
La verdad es que ni siquiera distinguía qué
lengua era la que cada quien hablaba, es más, ni
siquiera identifiqué el mayo-yoreme, siendo que
es la lengua que hablan nuestros sinaloenses del norte,
de allá de Capomos, Tehueco, Jahuara, San Miguel
Zapotitlán, Charay, Mochicahui y de otras poblaciones
indígenas no menos importantes. Imagínate,
menos iba a conocer las lenguas que hablan las personas
que vienen de los estados de Guerrero, Michoacán,
Oaxaca, Veracruz y otros lugares del país. Al final,
supe qué lenguas eran porque el mayordomo del campo
me lo dijo. |
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Te quiero decir que me acordé de
ti, por que en ese campo encontré a varios sinaloenses
con el mismo "sonsonetito" que tú le
ponías a tu forma de hablar. Sentí aquella
cosa tan bonita que me conmovió porque te vi en
ellos. Vieras, abuela, qué manera de darse la mano
al saludarse entre sí; decían: "Cómo
le va, oiga?, ta bien sin novedá". No sabes
cuánta sinceridad y cuánto afecto noté
en ellos. Así se saluda la gente del campo y de
otros lugares de la sierra. No se dan besos ni abrazos
como la gente acostumbra en la ciudad, pero vale igual,
es un saludo muy sencillo. |
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Después encontré a una familia
de la Concha, Escuinapa. Los hubieras escuchado, abuela,
¡qué bonito hablaban!, lo hacen de una forma
tan económica porque ni la "s" dicen.
Como que "mochan" las palabras; recuerdo que
uno de ellos me dijo: "¡Oye pue´, dime
qué andan hajiendo por acá, pue´!".
Pero eso no es todo, abuela, me acerqué a las casas
donde vivían los de las comunidades de El Fuerte,
fue cosa de ponerles atención para que se escuchara
aquel "jaladito y cortado pa´arriba a la vez",
que le ponen a sus expresiones, que hasta parece que nunca
van a terminar de decir la última palabra. |
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Al final, cuando ya abandonaba el campo,
encontré dos familias más. Eran de un pueblo
cerca de Mazatlán, los hubieras escuchado con aquel
canto suave y dulce que dicen las cosas, hasta te dan
ganas de provocar más y más su plática. |
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Los campos agrícolas son como una
cajita de resonancia de la diversidad cultural. |
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Abuela, la gente con la que te encuentras
ahí es diversa, no sólo porque hablan diferentes
lenguas o porque los sinaloenses hablen el español
con un acento distinto, sino además porque tienen
verdaderas diferencias en sus formas de pensar y en sus
costumbres. |
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Ahora estamos en otra época y en
Sinaloa sabemos reconocer y respetar estas diferencias. |
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Así están las cosas por
aquí, abuela, hasta pronto. |
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