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Querida abuela: |
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Te quiero contar que estoy triste, sí
abuela, muy triste, porque hace días, no sé
si supiste, hubo una gran tragedia allá por el
sureste, para ser más exactos, en el estado de
Chiapas, donde muchas personas perdieron todas sus pertenencias
a causa del fenómeno natural llamado Stan, este
gran fenómeno acabó con la vida de varias
personas, con casas, siembras, en fin, abuela, fue un
desastre que quedará grabado en la mente de todos
los sinaloenses y todos los mexicanos. |
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¡Qué triste, abuela, que
estén pasando por momentos muy difíciles
todos los habitantes de ese estado! ¿Verdad? Pero
tú sabes que siempre hay una mano amiga que protege
y ayuda a los más necesitados y no podría
faltar la solidaridad de todos los sinaloenses, y no es
por presumirte abuela, pero para eso nos pintamos solos. |
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En estos momentos están recibiendo
ayuda de todas las autoridades municipales y estatales,
instituciones públicas y privadas, de niños,
jóvenes y adultos que hacen el esfuerzo y cooperan
con nuestros hermanos del sur, enviando comida, agua,
ropa, calzado, cobertores y medicina. Todo esto es recibido
por medio de los centros de acopio instalados en diferentes
partes, como en cada una de las sindicaturas, en cada
escuela, en cada centro de trabajo, en fin, abuela, están
recibiendo casi todo lo que les hace falta, como dice
mi tía Adelina, pa'medio irla pasando mientras
se arreglan las cosas por allá. |
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Yo sé que si tú estuvieras
aquí, también participarías en esta
causa noble, pero se te ocurrió irte dizque a descansar
de este calor tan fuerte que a veces sufrimos y que hace
que niños y personas mayores nos enfermemos, pero
esto no se compara con el desastre causado por el paso
del huracán Stan. ¡Ay!, abuela, todo esto
me recuerda que hace varios años pasó algo
parecido aquí en Sinaloa, cuando varias comunidades
se inundaron a causa del huracán Waldo (en el año
1982), me acuerdo que una compañera de trabajo
me comentó que Tabalá, comunidad que pertenece
al municipio de Culiacán, se inundó con
el desbordamiento del río San Lorenzo, que muchos
animales murieron, que los ejidatarios perdieron todas
sus siembras y sus pertenencias. ¡Ay!, abuela, y
uno sin poder evitar el paso de la naturaleza, ¡qué
le vamos hacer!... Pero deja decirte, abuela, que en ese
tiempo —no sé si te acuerdas— también
recibimos mucha ayuda de nuestros paisanos y hoy en estos
momentos nos corresponde el brindar apoyo. |
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Bueno, abuela, ojalá que todo lo
que se recolectó llegue a nuestros hermanos en
desgracia, que mucha falta les hace, y nosotros por acá
seguiremos al pendiente. |
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Me despido un poco más tranquila,
porque sé que dondequiera que estés, querida
abuela, enviarás tus bendiciones. |
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