El Popocatépetl es un volcán activo que ha tenido varias erupciones fuertes desde hace miles de años. En los últimos siglos ninguna ha sido tan fuerte como para dañar a las poblaciones que se encuentran a su alrededor.

El nombre de Popocatépetl le fue dado a este volcán debido a una leyenda de nuestros antepasados.

Desde 1993 empezaron a registrarse pequeños sismos en el volcán y aumentaron las fumarolas formadas por vapor de agua y gases. En diciembre de 1994 empezó a salir ceniza del volcán y desde marzo de 1996 comenzó a acumularse lava en el interior del cráter.

En esta nueva etapa de actividad, gracias a los avances tecnológicos, se ha podido estudiar al Popocatépetl con aparatos especiales, para detectar cualquier cambio en él que pudiera indicar algún peligro para las comunidades cercanas, y así poder avisar rápidamente a las autoridades y éstas a la población.Por ejemplo, se estudian los pequeñísimos temblores producidos en el lugar, la deformación e inclinación de las laderas de la montaña, la cantidad de gases emitidos, la composición de la ceniza y la lava, las variaciones de composición y temperatura en los manantiales, los cambios en la capa de hielo y otras manifestaciones relacionadas con la actividad volcánica.En estas circunstancias la población debe estar alerta ante cualquier eventualidad. Nada puede hacerse para detener la actividad del volcán, pero sí para prevenir los daños que causaría otro de sus despertares.


Tomado del cartel Popocatépetl elaborado por la Mtra. Elia Arjonilla.
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, Instituto de Geología, Instituto de Geofísica, Subdirección de Medios de Comunicación, UNAM.

 

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