Memorias de un cínico
(fragmento)*
—Papá —intervino Marta—,
¿verdad que no te opones a que me case con Eugenio Rubio?
El vejete se limpió la cerilla de las orejas.
—¿He oído bien? —preguntó
con el alma en un hilo—. ¿Quieres casarte con ese estafador?
—No es ningún estafador —aseguró
con tremenda terquedad la muchacha, y si lo es, me casaré
con él de todos modos.
El padre y la hija entablaron un duelo a gritos.
Comprobé el proverbio: "Para que la cuña apriete
tiene que ser del mismo palo".
Hablaban a la vez, sin oírse; pateaban el
suelo y manoteaban sobre el escritorio.
—¡Me caso!
—¡Que no lo harás! ¡No,
no y no!
—¡Sí, sí y sí!
¡Me caso y me recontracaso!
*Carlos Valdés, El nombre
es lo de menos, México, FCE/SEP, 1985 (Lecturas Mexicanas,
núm. 6). |