Don Guillermo del Guiñapo*

Don Guillermo del Guiñapo, es un poco hipocondriaco, aunque es sano y está guapo él se siente enfermo y flaco.

Siempre tiene algún ataque, tres punzadas, un dolor, tal vez fiebre, un achaque. De los males, el peor.

Aunque aúlle como espanto del doctor jamás se fía. Y aquí va, como adelanto lo que hace todo el día.

En la cama muy temprano, se despacha el desayuno, veinte píldoras por mano en traguitos de uno en uno.

Esta me corta la gripa que quería darme antier. Esta me alivia la tripa. ¡Ay, ya me empieza a doler!

La café para el aliento, la morada pa’ la tos. Como está soplando viento de una vez me tomo dos.

Para quitar el mareo, la de baba de avestruz y esta porque ya no veo cuando me apagan la luz.

Para el corazón la verde. ¡Me la tomo de una vez, pues oigo que se me pierde y late de tres en tres!

¡Esta es buena! ¡Quita el hipo aun antes que me dé! Y esta es por si me entripo como cuando era bebé.

Una contra las paperas que me dieron hace un año. Ésta quita las ojeras y es muy buena pa’ ir al baño.

Esta contra el escorbuto, esta contra el sarampión. Y si me caigo por bruto, esta para el moretón.

¡No se me olvide la roja para el dolor de tobillo! ¡Y por si un perro me moja, tomo tres contra el moquillo!

Esta porque oí rumores de una fiebre en Conchinchina. ¡Dicen que causa temblores y hasta carne de gallina!

Para cuando el señor baja la comida está en su puesto. Pero prueba una migaja y ya está muy indispuesto.
[...]

 

¡A las cinco, té de ruda con licor alcanforado. Si la voz le queda muda tome rábano yodado.

A las seis, su lavativa seguidita de un purgante. Verá cómo lo reaviva y hasta pierde lo chocante.

¡Seis y media! ¡La jeringa traigan pronto! ¡La inyección! Don Guillermo ni respinga, o le toca coscorrón.

Que le den como a las siete una friega de alcohol y a la cama se me mete con un ungüento de formol.

A las ocho, el cataplasma pa’ que duerma de corrido, a las nueve, contra el asma, su huevito bien batido.

A las nueve veinticinco póngase el supositorio. ¡Acostadito y ni un brinco que le hace daño el jolgorio!
[...]
¡Mire usted nomás que vida la que lleva don Guillermo! ¡Pura roncha, pura herida y ganas de estar enfermo!

Mire: ¡aviente las pastillas y ya quítese la venda! ¡Venga usted, le hago cosquillas pa’ que se cure y aprenda!

Que no hay remedio más pronto ni cura más comprobada que contagiarse a lo tonto de fiebre de carcajadas.

Levántese de la cama que no es sábana, ni trapo y sepa lo que ya es fama, don Guillermo del Guiñapo.

Para vivir encantando con una salud maciza no hay remedio más probado que morirse... de la risa.

* Nuria Gómez Benet,Don Guillermo del Guiñapo,
México, Verdehalago, 2005.