1950. Nace la televisión mexicana
En la historia de los hogares mexicanos empieza este día una nueva
era... Sus hijos gozarán sin peligro alguno de espectáculos especialmente
planeados para ellos... Las noticias que conmueven al mundo llegarán
a usted, con verismo, con una realidad jamás soñada antes... Los
más famosos astros del deporte jugarán para usted y los suyos...
Rutilantes estrellas del cine y del teatro actuarán en su propia sala.
Con estas palabras la empresa RCA Víctor felicitaba a XHTV canal 4 por
inaugurar sus emisiones, de manera formal, el 1° de septiembre de 1950 con
la transmisión desde la Cámara de Diputados, del IV Informe de
Gobierno del presidente Miguel Alemán.
En realidad la inauguración oficial fue un día antes, el 31 de
agosto de 1950, con un programa artístico-musical desde el Jockey Club
del Hipódromo de las Américas. Sin embargo el informe fue la primera
transmisión vía control remoto. A partir de esta fecha la televisión
inició su transmisión diaria con una programación integrada
por obras de teatro, clases de guitarra, entrevistas a distintos deportistas,
noticias narradas por Gonzalo Castellot, cortos cinematográficos, lucha
libre conducida por Rafael Vidal, el Café Taurino con Aurelio Pérez
"Villamelón" y una revista musical.
Los primeros anunciantes fueron Relojes Omega, Bonos del Ahorro Nacional, RCA
Víctor, Goodrich Euzkadi y Cervecería Modelo, entre otros. La
televisión, que inició sus transmisiones en el piso 13 de la Lotería
Nacional, tuvo un crecimiento tan desmesurado, que en muy poco tiempo ocupó
el sitio privilegiado que la radio tenía en los hogares mexicanos.
1951. Se inician las obras de la plaza de las américas en el tepeyac
El 25 de noviembre de 1951, el presidente Miguel Alemán inauguró
obras por más de 100 millones de pesos. Entre ellas, la Cárcel
de Mujeres, en Iztapalapa; el deportivo 18 de Marzo, en Lindavista y La Ciudad
del Niño, en Tlalpan. Sin embargo, el principal acto de esa gira y que
le mereció el tributo popular fue su visita a la Basílica de Guadalupe.
La presencia del Primer Mandatario en ese lugar marca el inicio de las obras
de construcción de la monumental Plaza de las Américas, sitio
que a lo largo de los años le ha dado la bienvenida a los cerca de millón
y medio visitantes que año con año llegan hasta La Villa para
mostrar su devoción a Santa María de Guadalupe, Emperatriz de
América.
Acompañado del arzobispo Luis María Martínez, ese día
el presidente Alemán no sólo inauguró la Calzada de Guadalupe
y el atrio de la Basílica, sino que también descubrió la
estatua de Juan Diego e izó el Pabellón Nacional. Terminado el
acto y accediendo a una serie de peticiones que le hicieran las autoridades
eclesiásticas, Miguel Alemán se dirigió a la puerta principal
de La Villa, en donde monseñor Luis María le dio un efusivo abrazo.
Después cruzó el templo y se dirigió a las oficinas de
la misma, donde departió con el arzobispo primado.
1952. La inauguración de la ciudad universitaria
Hace más de mil años el Xitle, un pequeño volcán
ubicado en las faldas del Ajusco, arrojó su lengua de fuego para enterrar
a Cuicuilco, una de las culturas más importantes del periodo preclásico.
Y sobre esas ruinas escondidas, los hombres de este siglo levantaron una urbe
dedicada a la cultura. Fue Miguel Alemán quien el 7 de noviembre de 1952
dedicó" -como se dijo en aquel entonces- esta obra al pueblo
de México. 23 días después dejaba la Presidencia.
El día de su inauguración, Ciudad Universitaria aún no
estaba totalmente terminada... habrían de pasar dos años más
para que la comunidad académica y estudiantil comenzara su traslado a
este nuevo recinto educativo, ubicado en la zona del Pedregal de San Ángel,
por el rumbo de Tlalpan.
Fundada en 1910, la Universidad Nacional se encontraba dispersa y concentrada
en el centro de la ciudad: su barrio abarcaba del Zócalo al Carmen y
de San Juan de Letrán a Loreto, un área no muy conveniente para
los jóvenes que, muy a la mano, encontraban billares, cantinas y cabaretuchos.
A lo anterior había otro factor que agregar: la concentración
de estudiantes en las cercanías de Palacio Nacional hacía que
cualquier conmoción se extendiera como reguero de pólvora, en
una zona, por otra parte, muy densa en comercios y oficinas públicas
y privadas.
Ciudad Universitaria y su aislamiento acabarían con el problema y, con
el paso, harían realidad uno de le tantos sueños acariciados por
Justo Sierra, contar con una universidad unida en lo académico y en lo
espacial.
1953. El voto para la mujer
¿Que el hombre y la mujer son iguales? Pero cómo se le ocurre
.a usted pensar eso, ellas deben estar en la casa y cuidar de los hijos. Este
es el pensamiento que una parte de los mexicanos ha tenido durante mucho tiempo.
Sin embargo para ellas esto no es definitivo. Desde el siglo pasado se organizan
y forman grupos para defender el reconocimiento de sus derechos, desde la igualdad
en el trabajo, acceso a la educación y apertura de guarderías,
hasta la potestad de votar.
El debate sobre el voto femenino se abre en los años 30 a iniciativa
del presidente Lázaro Cárdenas, pero el proyecto es congelado
en la Cámara de Diputados con el pretexto de que el sufragio beneficiaría
a la ultraderecha. Es hasta 1953 cuando se acepta la plenitud de sus derechos
políticos, con la reforma al artículo 34 constitucional, que las
incluye como ciudadanas: Son ciudadanos de la República los varones
y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanosúnan, además,
los siguientes requisitos: Haber cumplido 18 años, siendo casados, o
21 si no lo son. y tener un modo honesto de vivir.
El decreto se publica en el Diario Oficial el 17 de octubre de 1953, hasta
el año siguiente cuando este derecho por primera vez en elecciones federales,
pues en San Luis Potosí y Chiapas ya podían votar.
Esta facultad comienza a darles triunfos en 1955, cuando se elige a cinco primeras
diputadas federales en 1964 por primera vez hay dos mujeres senadoras. Por su
parte Griselda Alvarez se convierte en la primera gobernadora, al ganar Ias
elecciones en Colima en 1979. Beatriz Paredes logra lo mismo en Tlaxcala en
1987.
1954. La pelea del siglo: Macías Brooks
Aquella tarde del 26 de septiembre de 1954 la Plaza México lucía
esplendorosa, las más importantes figuras de la política, los
espectáculos y el deporte nacional convivían codo a codo con los
comerciantes de Tepito, La Lagunilla y anexas. El pueblo, todo, estaba reunido
ahí. Más de 50 mil almas vitoreando un solo nombre, el de Raúl
Ratón Macías, acontecimiento hasta hoy inigualado.
Este humilde joven nacido en Tepito, de escasos 53 kilos y medio de peso, bigotito
bien recortado y pelo quebradizo, era el mismo que aquella tarde de lluvia habría
de enfrentar a Nate Brooks, un negro malencarado llegado de Estados Unidos,
que aun antes de la pelea ya sufría de tanto escuchar el griterío
en la plaza.
Y seguiría sufriendo, porque esa misma tarde Raúl Macías
se coronaría campeón de peso gallo de la Federación de
Boxeo de Norteamérica (NAFB). Además de su gran golpe al pugilismo
"gringo", los periódicos del día siguiente habrían
de publicar otros dos más asestados por el propio Ratón: un récord
de asistencia a la Plaza México y una entrada en taquilla sin paralelo
en la historia: 561 mil 815 pesos, toda una fortuna para mediados de siglo.
Antes de la contienda, Macías declaró que estar ahí se
lo debía a su manager y a la Virgen de Guadalupe. Al concluir la pelea
afirmó: "todo se lo debo a la Virgen de Guadalupe, porque a mi manager
ya le pagué".
1955. II Juegos deportivos panamericanos
Eligió Galicia, un indígena mexicano, hace su entrada a la pista
del estadio de Ciudad Universitaria, en una mano trae el Fuego Nuevo y en cada
paso la algarabía y la emoción de cientos de personas de 22 naciones
americanas que aplauden su arribo.
Eran las 18:10 del 12 de marzo de 1955, el pebetero olímpico se llenó
de luz, del calor que permaneció vivo en los espectadores y sobretodo
en cada uno de los 2 mil 583 deportistas que dieron su mejor esfuerzo para dejar
en alto a su país durante los II Juegos Deportivos Panamericanos.
Una hora antes de la llegada de Galicia, el presidente Adolfo Ruiz Cortines,
acompañado de su gabinete y del presidente del Comité Organizador,
el senador Manuel Guzmán Willis, saluda con un brazo en alto al público
que ha llenado hasta su máxima capacidad el estadio.
Acto seguido inicia el desfile de las delegaciones participantes, encabezadas
por Argentina, sede de la edición anterior. Los demás países
hacen su aparición en estricto orden alfabético:
Antillas Holandesas, Bahamas, Barbados, Brasil. Canadá, Costa Rica,
Colombia, Cuba, Chile. El Salvador, Estados Unidos, Guatemala. Jamaica, México,
Panamá, Paraguay, Puerto Rico. República Dominicana, Trinidad
y Tobago. Uruguay y Venezuela.
En respuesta a la declaración de Ruiz Cortines. "en nombre de la
fraternidad de América, en nombre de la libertad y de la paz que anhelan
nuestros pueblos, declaro solemnemente inaugurados los Segundos Juegos Deportivos
Panamericanos", el público respondió con gritos, aplausos
y porras al tiempo que un sinúmero de palomas blancas invadieron el cielo
y el sonido grabado de las campanas de la Catedral Metropolitana estremecía
a los asistentes.
También se realizó en la Ciudad de México, del 7 al 11
de marzo, el VI Congreso Deportivo Panamericano, organizado por primera vez
en 1940, debido a la necesidad que tenían los países que pretendían
participar en los Juegos Deportivos Panamericanos de crear sus federaciones.
Entre los temas más importantes que se trataron estuvieron la Carta
Fundamental de los Juegos, un reglamento general para la edición de los
Juegos Deportivos Panamericanos y la designación de la siguiente sede
de los mismos; Chicago. Ilinois fue la elegida.
Estos juegos tienen sus antecedentes en 1936, año en el que Avery Brundage
presidente del Comité Olímpico Internacional, realizó unas
competencias en Dallas, Texas a las que fueron invitados atletas de Argentina,
BrasiI, Colombia, Chile, Estados Unidos Paraguay y Perú.
El Fuego Nuevo de los II Juegos Panamericanos se extinguió el 23 de
Marzo, después de haber atestiguado la entrega de 424 medallas a los
mejores atletas de 17 disciplinas, y la condecoración a Estados Unidos
como el país con mayor número de galardones tenidos.
En las justas celebradas en la capital del país se rompieron 22 récords
panamericanos, dos olímpicos e igual número de marcas mundiales.
1956. Se inica la aplicación de vacuna antipolio
En julio de 1955 Paco disfrutaba de un sueño reparador tras echarse
una cascarita con sus primos. Un año después sólo en sueño
podría repetir esa tarde. A sus cuatro años él era uno
más de los 9 mil 420 casos registrados de poliomielitis, enfermedad infecciosa
aguda que puede causar cojera permanente, parálisis e incluso la muerte.
Este padecimiento, causado por los llamados poliovirus, se manifiesta con dolores
de garganta, fiebre, molestias en cuello, espalda y piernas, así como
rigidez muscular y parálisis. En México, su combate inició
en 1956, año en que el presidente Adolfo Ruiz Cortines dio a conocer
en su IV Informe de Gobierno la aplicación de las primeras dosis de la
vacuna creada por el doctor John Salk.
A partir de 1962 en nuestro país se emplea la vacuna oral polivalente
tipo Sabin, cuya aplicación de manera intensiva ha permitido erradicar
de México esa enfermedad. El último caso confirmado de polio está
registrado el 18 de octubre de 1990, en el municipio de Tomatlán, Jalisco,
de ahí que cinco años después la Organización Panamericana
de la Salud haya entregado un certificado que avala la total erradicación
de la poliomielitis en territorio nacional. Sin embargo, la lucha no ha terminado,
ni terminará, en tanto esta enfermedad no sea también erradicada
en el resto del mundo.
1957. La muerte de Pedro Infante
1957. 11:15 de la mañana. La XEW suspende su transmisión habitual
para dar a conocer, en voz de su locutor Manuel Bernal, una trágica noticia:
Pedro Infante ha muerto. Entre los radioescuchas el silencio se deja caer como
plomo para luego esparcirse con gran rapidez a todo el país y llegar
hasta el extranjero.
Desde la tarde de ese mismo lunes de Semana Santa, tirajes extras de la prensa
nacional también dieron cuenta del hecho. Eran las 7:45 de la mañana
cuando en la ciudad de Mérida, Yucatán, el actor mexicano abordó
el avión XA-KUN, propiedad de la empresa TAMSA, para dirigirse a la ciudad
de México a encontrarse con Irma Dorantes. Iban a arreglar algunos asuntos
relacionados con su estado civil, pues la semana anterior la H. Suprema Corte
de Justicia de la Nación había declarado nulo su matrimonio. Pedro
Infante nunca llegaría a su cita, pues a menos de dos minutos de haber
despegado el avión donde viajaba, se desplomó para luego incendiarse.
De acuerdo con el parte médico, el cuerpo del actor presentaba fracturas
en cráneo, columna vertebral, pelvis, fémures y peronés.
Además, a consecuencia de las quemaduras, su cuerpo de 1.73 metros y
77 kilogramos de peso quedó reducido a 80 centímetros y 30 kilos.
El martes 16 de abril, en el aeropuerto capitalino lo esperaba el cuerpo de
Policía y Tránsito de la Ciudad de México y una gran multitud
de admiradores, la misma que lo habría de acompañar en el Teatro
Jorge Negrete, donde fue velado. Al siguiente día, los restos de Pedro
Infante viajaron al Panteón Jardín abanderado por un cortejo de
motociclistas del Escuadrón de Tránsito, cerca de dos mil 500
vehículos familiares, amigos y deudos, múltiples camiones repletos
de ofrendas florales y una valla humana formada por ese pueblo, su pueblo, que
lo acompañó en todo momento.
Al filo del mediodía el féretro de Pedro Infante era bajado a
su tumba en medio de un silencio espectral captado por las cámaras de
televisión que también mostraron al teleauditorio a Gonzalo Castellot
y a Pedro de Lille narrar -con la voz entrecortada y lágrimas- el último
adiós al amigo al hermano, al hijo del pueblo, al ídolo de multitudes.
1958. La primera telenovela mexicana
Llorar sólo con la imaginación ya no era suficiente. Recrear
en la mente las caras, los gestos, la ropa, los gritos, el abrir y cerrar de
puertas empezó a quedar en el olvido. Las protagonistas y los galanes
por fin adquirieron un cuerpo y una presencia vistos por miles de amas de casa;
fue así como nació la primera telenovela.
Era 1958 y el nuevo proyecto de traducir las tan queridas radionovelas a la
pantalla chica se convirtió en todo un reto, no sólo porque había
que competir contra las primeras, sino contra una industria todavía mayor:
el cine. El primer melodrama fue Senda prohibida, que se transmitió a
las 18:30 a partir el 12 de junio de 1958, de lunes a viernes bajo el patrocinio
de Colgate; era una adaptación de la radionovela homónima.
Senda prohibida fue protagonizada por Silvia Derbez, Francisco Jambrina, Dalia
Iniquez, Héctor Gómez, María Idalia, Julio Alemán,
Bárbara Gil y Alicia Montoya, quienes actuaban en vivo porque aún
no existía el videotape, y además se aprendían totalmente
sus diálogos porque tampoco había apuntadores. Conjuntar a este
cuadro de actores fue uno de los grandes retos a los que se enfrentó
Rafael Banquells, pues a diferencia de lo que sucede hoy, los artistas tenían
miedo de "quemar su imagen" al aparecer todos los días en la
televisión.
La historia, escrita en 32 capítulos por Fernanda Villeli, narraba la
vida de una familia bien, integrada por una pareja y sus hijos adolescentes,
que se desmorona cuando el esposo se enamora de una mujer mucho menor que él.
La repercusión que tuvo la novela en el teleauditorio fue tan impresionante
que Silvia Derbez fue víctima de constantes ataques a la salida de los
estudios por interpretar a la amante de Julio Alemán.
A pesar del éxito que alcanzó esta telenovela, que logró
captar un raiting extraordinario, fue Gutierrítos, el primer melodrama
protagonizado por un hombre, interpretado por Rafael Banquells. De hecho la
aceptación que tuvo del público hizo que los actores volvieran
a actuarla cinco años después pero esta vez en videotape.
Gracias al auge de las telenovelas, se incrementó la venta de los aparatos
y nació la industria televisiva más importante que haya generado
México.
Las telenovelas se han convertido en el reflejo de la sociedad mexicana y tema
central de cientos de debates e incluso problemas familiares como los suscitados
a últimas fechas por Mirada de mujer, melodrama que vino a cambiar la
forma de contar este tipo de historia.
1959. El plan de rescate educativo
Por segunda vez en su vida, Jaime Torres Bodet es llamado a ocupar el cargo
de secretario de Educación Pública. Este nombramiento, dado a
conocer en diciembre de 1958, responde a que el rezago y la deserción
escolar se han convertido en un grave problema nacional y, quién mejor
que él, para resolver esa situación.
La respuesta del maestro no se deja esperar. En 1959 anuncia la puesta en marcha
del plan nacional para la expansión y el mejoramiento de la educación
primaria, mejor conocido como Plan de Once Años, el cual contempla la
creación de cuatro escuelas normales regionales, la apertura gradual
de plazas magisteriales, la construcción de nuevos espacios educativos
y el incremento de mobiliario y equipo de trabajo.
Si para 1959 las estadísticas registran un total de 34 mil 591 escuelas,
para 1970 esa cantidad casi se duplicó, quedando en 54 mil 954 colegios.
Lo mismo sucedió en el número de alumnos y maestros registrados
en ese mismo lapso. En el primer caso, la cifra pasó de 5.3 a 11.5 millones
y, en el segundo, de 134 mil 670 a 332 mil 548 profesores.
Como parte del mismo plan, este mismo año también se creó
la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuito.
1960. Primera entrega de libros gratuitos de texto
El 1° de septiembre de 1960 cerca de 5.8 millones de niños mexicanos
se regocijaron con la cultura. Ese día y por primera vez en la historia,
el Estado repartió a lo largo y ancho del país 17 millones 632
mil 22 libros gratuitos de texto, que lo mismo hablaban de la lengua nacional,
que de matemáticas, ciencias naturales, historia y civismo.
Ese mismo día, los pequeños que cursaban el cuarto, quinto y sexto
grados de primaria se quedaron con las manos vacías. Sometidos a concurso
por la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito -creada un año
antes y que estaba presidida por Martín Luis Guzmán- los ejemplares
correspondientes a estos grados no cumplieron en su momento con los requisitos
solicitados, por lo que tuvieron que esperar un año más para poder
abrazar sus propios libros.
Desde su creación a la fecha, los libros de texto han sufrido varias
modificaciones tanto en su contenido como en su presentación; además,
se han realizado ediciones especiales en 33 lenguas y 19 variantes dialectales
para 52 grupos étnicos. Durante el periodo 1999-2000 se distribuyeron
157.7 millones de libros para preescolar, primaria y, por primera vez, para
secundaria; estos últimos se entregaron en calidad de préstamo
y los alumnos deberán devolverlos al finalizar el ciclo.
1961. La fundación del instituto nacional de protección
a la infancia
Allá por los años treinta, la mayoría de los niños del barrio de La Lagunilla acudían al colegio vestidos con harapos y huaraches y un vaso de pulque con tortillas duras en el estómago. Ese era su desayuno. Impresionadas por tal situación, un grupo de maestras de la escuela Luis Murrieta deciden aportar su propio dinero para la compra de pan y leche; sin embargo, su propia economía sólo les permitió alimentar a ocho pequeños.
Cambiaron los tiempos y quiso el destino que de ese grupo de mujeres una de
ellas, llamada Eva Sámano, se convirtiera en la esposa de Adolfo López
Mateos, quien como presidente de la República e inspirado en la preocupación
de su mujer, el 31 de enero de 1961 decretó la creación del Instituto
Nacional de Protección a la Infancia (IMPI). Este nuevo organismo descentralizado,
con personalidad jurídica y patrimonio propio, tendría como principal
propósito el proteger a la niñez por todos los medios a su alcance,
así como suministrar a los escolares servicios asistenciales complementarios,
en especial mediante la distribución de desayunos, tarea que ya había
iniciado el gobierno en 1959, cuando se comenzaron a repartir 30 mil raciones
que en muy poco tiempo fueron insuficientes.
El INPI continuó esa labor, que no será la única a su
cargo, también ofreció los servicios de guarderías, jardín
de niños, orientación nutricional, dispensario, banco de leche
y centros de rehabilitación para personas con discapacidad. En 1975,
la institución cambió de nombre por el de Instituto Mexicano para
la Infancia y la Familia y dos años más tarde se fusiona con el
Instituto Mexicano de Asistencia para la Niñez el famoso IMAN-
para dar paso al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia,
vigente en 1999 y que se conoce como DIF.
1962. Luto en el automovilismo mexicano
Ese 1° de noviembre de 1962 nadie hubiera sospechado que un joven piloto
mexicano, con apenas 20 años de edad, habría de convertirse en
una leyenda del deporte nacional.
En aquellos días la Ciudad de México vivía la emoción
de disfrutar, por vez primera, un Gran Premio de Fórmula Uno en el Autódromo
de la Magdalena Mixhuca. Junto con Moisés Solana y su hermano Pedro,
Ricardo Rodríguez era uno de los tres conductores nacionales inscritos
para la gran carrera.
Ricardo, ganador de las 24 Horas de Le Mans y miembro de la famosa escudería
Ferrari, era la carta fuerte de México. Su auto, un Lotus, estaba engalanado
con el número uno y ese era el sitio tentativo de salida, que para la
carrera del domingo 4 de noviembre había logrado durante sus primeras
prácticas de ese fatídico jueves, Día de los Santos Difuntos.
Entrada la tarde, cuando al parecer todo transcurriría de forma normal,
el joven piloto mexicano se dio cuenta que el primer sitio, el del privilegio,
se lo habían quitado, por lo que de nueva cuenta decidió subirse
a su Lotus y mejorar la marca. Ricardo devoró la recta, entró
a la espiral y frenó un poco para tomar la entonces curva de La Horquilla,
continuó su rumbo por la zona de las eses y a toda velocidad llegó
a la curva Peraltada, pero a mitad de ésta perdió el control de
su auto y chocó contra el riel de protección. En ese instante
murió el ídolo, nació la leyenda.
1963. La devaluación del chamizal
En julio de 1963 John F. Kennedy visita México. Su estancia causa gran
expectación en el país, una expectación que se verá
recompensada cuando junto con el presidente Adolfo López Mateos anuncia
que Estados Unidos devolverá la zona de El Chamizal a los mexicanos.
Este sitio es una franja de tierra que hasta 1864 estaba ubicada entre Ciudad
Juárez y el Río Bravo, año en que cambió su cauce
debido a las intensas lluvias registradas, lo cual provocó que El Chamizal
quedará en territorio extranjero.
La entrega oficial se concretó el 25 de septiembre de 1964, fecha que
ha quedado grabada en el acontecer histórico gracias a la transmisión
en vivo de la ceremonia tanto por radio como por televisión y a la presencia
de corresponsales de todo el mundo, que dieron cuenta de la asistencia de más
de 80 mil personas -mexicanos y estadounidenses- ansiosas de presenciar tan
singular acto.
Gritos de júbilo, vivas y banderas ondeando fueron el marco perfecto
para recibir a un Adolfo López Mateos vestido de negro y a un Lyndon
B. Johnson con traje azul marino y sombrero tejano, que deseaba ver convertido
a El Chamizal en un símbolo de que los problemas más agudos
pueden ceder ante las armas de la paz".
La ceremonia fue breve, en el patio de la escuela Bowie, situada en la zona
fronteriza entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas, donde se improvisó
una tribuna y junto a ésta un mapa con el nuevo trazo de la frontera
y un obelisco metálico con las placas conmemorativas sobre las que se
escribió Límite de la República Mexicana y Límite
de los Estados Unidos en español e inglés, respectivamente. El
ejecutivo estadounidense obsequió al primer mandatario de nuestro país
una medalla de oro con la bandera de ambas naciones, por un lado, y los nombres
de Lyndon B. Johnson y Adolfo López Mateos, así como la fecha
de Ia devolución, por el otro.
Kennedy había muerto un año antes a menos de cuatro meses de
firmado el convenio de entrega de El Chamizal.
1964. El esplendor de los museos
Entre el jueves 17 y el domingo 20 de septiembre de 1964 Adolfo López
Mateos y Jaime Torres Bodet, presidente de la República y secretario
de Educación Pública, respectivamente, encabezaron cuatro ceremonias
de inauguración, de museos mexicanos: el Nacional de Antropología
e Historia, La Anahuacalli o Casa de Anáhuac dedicada a Diego Rivera,
el Nacional del Virreinato y el de Arte Moderno. Jamás había ocurrido
tan intensa jornada de realizaciones culturales, ni se ha repetido en años
posteriores.
Jueves, 17.09.64. En aquel tiempo las palabras tenían su propio peso
y los discursos no requerían del bronce a manera de soporte. Así,
deseaba López Mateos en el inigualado espacio cultural edificado por
Pedro Ramírez Vázquez, "que la grandeza de ayer inspire siempre,
en la independencia, nuestros esfuerzos por realizar dignamente la historia
de la patria".
Viernes, 18.09.64. Lola Olmedo, amorosa albacea de Diego Rivera, entregó
la Anahuacalli, una construcción en roca volcánica diseñada
por el prodigioso artista que atesoró ahí dos mil de las más
de 70 mil piezas prehispánicas que rescató a lo largo de su vida,
y de la cual dijo esa vez el poeta Carlos Pellicer: Nunca seremos completamente
mexicanos sí no nos acercamos a esta monumental expresión de arte
para admirar el arte maravilloso de nuestros antepasados.
Sábado, 19.09.64. La sede del Museo Nacional del Virreinato está
en Tepotzotlán, estado de México, a un par de horas del Distrito
Federal; es un magnífico templo edificado por la Compañía
de Jesús en 1775 en honor de San Francisco Javier y, si bien sirvió
alguna vez como prisión de "clérigos un tanto disolutos".
El antiguo Colegio de San Martín fue cuna de la sabiduría de Alegre,
Clavijero, Sigüenza y Góngora y Fernández de Lizardi. El
doctor Eusebio Dávalos Hurtado, director del Instituto Nacional de Antropología
e Historia, informaría en su discurso de los trabajos de rescate del
Templo de las Mariposas en Teotihuacán, poco tiempo después abierto
al público.
Domingo, 20.09.64. El dramaturgo Celestino Gorostiza, director del Instituto
Nacional de Bellas Artes, recordó el aserto del fundador del INBA (1947),
Carlos Chávez, por cuanto "la enorme riqueza plástica de
México requiere, amerita, exige, un gran edificio expresamente construido"
y cómo hasta 1930 el único recinto digno para las exposiciones
era el de la Academia de San Carlos, donde las obras se embodegaban peligrosa
e incongruentemente, aun cuando con el INBA nació también el Museo
Nacional de Artes Plásticas.
De ahí la valía de la moderna instalación en Chapultepec,
costeada por el gobierno del Distrito Federal, en nombre de quien hizo el ofrecimiento
del museo al país, el intelectual Baltasar Dromundo, con cuyas palabras
se cerró el fructífero periodo de cuatro días excepcionales
en la crónica de la realización cultural en México.
1965. El paro de médicos
Imagínese que usted está programado para ser intervenido quirúrgicamente
pero justo el día de su operación ésta es suspendida. O
suponga ahora que tuvo un accidente y se vio en la necesidad de recurrir a los
servicios de urgencias del hospital 20 de Noviembre, que como el de otros 59
hospitales del Distrito Federal y 48 de provincia estaba suspendido.
Este es lo que tuvieron que sufrir muchos pacientes que se vieron afectados
durante el paro de la Asociación Mexicana de Médicos Residentes
e Internos (AMMRI) realizado el 13 de enero de 1965 en demanda de mejoras tanto
salariales como sociales.
Las inconformidades empezaron un año atrás, el 26 de noviembre
de 1964 cuando los residentes de cinco hospitales de la Ciudad de México
y algunos estados hicieron una huelga para obtener mejores condiciones de trabajo.
Sus peticiones en común eran que los becarios pudieran pasar a ser empleados.
que cuando hubiese necesidad de contratar médicos tuvieran prioridad
los exresidentes, y que se resolvieran sus problemas de carencia de hospedaje,
calzado y vestuario.
Además había una lista de peticiones particulares de acuerdo
a las necesidades de cada hospital.
El 20 de diciembre los médicos se reincorporaron a sus labores, pero
en vista de que no habían recibido una solución satisfactoria
a sus exigencias. el 13 de enero del 1965 reinician la huelga encabezada por
el médico Norberto Treviño, la cual fue declarada ilegal.
La salud pública se vio afectada en distintas áreas, principalmente
en el IMSS, a pesar de que se dijo que no había tenido mayores dificultades
gracias "a la colaboración leal y excepcionalmente eficaz de los
médicos de planta y en el ISSSTE.
Este último recibió varias quejas de la sociedad en general entre
las que destacaron las de los comités sindicales de la Secretaría
de Agricultura y Ganadería, del Poder Ejecutivo del Distrito y Territorios
Federales, del Departamento de la Industria Militar, de las secretarías
de Hacienda y Crédito Público y Recursos Hidráulicos.
Debido al paro, al cual tacharon como una actitud que "implica negar el
juramento de Hipócrates", dichos comités exigían:
la suspensión de la existencia de becarios en el ISSSTE y el empleo de
médicos con capacidad, experiencia y en número suficiente, para
atender a sus compañeros y familiares.
Ante la magnitud del problema el presidente Gustavo Díaz Ordaz aceptó
entrevistarse con los médicos el 20 de enero y les prometió resolver
el problema laboral, pero les exigió que se levantara el paro de labores
antes del 17 de mayo o de lo contrario perderían sus plazas y por consiguiente
sus pagos.
El 26 de octubre el cuerpo de granaderos, bajo la orden de Díaz Ordaz,
desaloja a los médicos de los hospitales 20 de Noviembre, Colonia y Rubén
Leñero.
Sin mejoras y con la impotencia entre sus manos el 6 de septiembre de 1965
sólo algunos médicos pudiere regresar a sus trabajos, puesto que
varios de sus compañeros fueron arrestados y otros despedidos.
1966. El calendario escolar único
A partir de 1966 las escuelas que observaban el calendario tipo "A
unificaron su periodo lectivo al que regía en los colegios del calendario
"B", por lo cual desde ese año y hasta 1994 las clases en todo
el país comenzaban los primeros días de septiembre y concluían
el 30 de junio. Desde hace cinco años, el periodo lectivo abarca desde
mediados del mes de agosto hasta la primera quincena de julio.
El anunció del calendario escolar único fue hecho el mismo 1966
por el entonces secretario de Educación Pública, Agustín
Yáñez, quien afirmó que esa disposición se apoyaba
en una serie de estudios pedagógicos que mostraban los más altos
índices de aprovechamiento y asistencia escolar durante los meses templados
y fríos.
Desde 1921, año cuando se creó la SEP, el calendario "A"
regía en los colegios del centro del país, desde Tabasco y Chiapas
hasta Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí y Veracruz, entidades
donde las clases comenzaban a fines de enero y terminaban en noviembre. Por
su parte, el calendario "B", contemplaba a las entidades del norte
de México, desde Colima, Jalisco, Zacatecas, Nuevo León y Tamaulipas
hasta la frontera con EU, así como las penínsulas de Baja California
y Yucatán. En éste, el periodo lectivo era de septiembre a junio,
muy parecido al actual, que comienza a fines de agosto y culmina a principios
de julio.
Con este anuncio, la SEP no sólo buscó elevar el rendimiento
escolar, sino también acabar con los problemas derivados de la existencia
de dos calendarios, como cuando por cualquier circunstancia algún estudiante
debía cambiar de residencia a una entidad donde regía un calendario
distinto, se veía obligado a perder hasta un semestre por la disparidad
de tiempos; además, para los maestros también implicaba problemas
al solicitar cambio de plaza y, en el área administrativa realizar cualquier
trámite se complicaba al tener que satisfacer las necesidades de dos
regiones.
1967. El incendio en la catedral
Minutos antes de la medianoche del martes 16 de enero de 1967, el patrullero
Jesús Leos Hernández (placa 6948, anota un acucioso reportero
de la época), observó que "salían grandes llamaradas
del lado derecho de la Catedral". De inmediato comunicó a Radio
Patrullas y a la Estación Central de Bomberos, quienes apagaron el fuego,
pero el Altar del Perdón se había perdido.
Medio millón de pesos de la época (el cambio estaba a $12.50
por dólar y la inflación era un concepto propio de la literatura
de ciencia ficción) fue el costo estimado de la pérdida.
Pero el valor de las piezas artísticas, la edad, el sutil sabor del
misterio y la nostalgia... "incalculable", dijo esa madrugada, entre
los tizones humeantes a que se había reducido aquella notable muestra
de la churriguera mexicana, un desolado sacristán mayor, Jesús
Pérez González, mientras estrujaba unos dedos entre otros, resistiéndose
a admitir que no volvería a ver los estucos, las maderas talladas, la
primorosa chapa de oro, los terciopelos... y sin embargo, volvió a posar
su mirada sobre el perdido tesoro.
Simón Peyrens habría sido un blasfemo pintor flamenco que pagó
sus culpas ante la Inquisición, pintando sobre la puerta de su celda
una virgen tan bella que fue llamada del Perdón y dio su nombre al altar,
del siglo XIX, reza una leyenda recogida por los presbíteros Pablo de
Jesús Sandoval y José Ordóñez, quienes junto a la
conseja anotan la realidad: la obra está firmada por Zumaya, quizá
la esposa de Baltazar de Echave, autor del óleo San Sebastián
Mártir.
Y toda esa carga de historia y mito restituida con los trabajos de restauración
realizados por una comisión general presidida por el arquitecto Jorge
L. Medellín e integrada por sus colegas Luis Ortiz Macedo, Manuel González
Galván Alberto Leduc, Carlos Castillón, Luis García Lemus
y Fernando Corona, Guillermo Orozco, así como Manuel Castillo Negrete,
Manuel Carballo y Juan Lainé.
Elocuente testimonio de cómo una sociedad consciente de sí misma
es capaz de recuperarse, de restituir su patrimonio y legarlo a las generaciones
venideras. El Altar del Perdón de la Catedral Metropolitana es una de
las más bellas pertenencias del pueblo de México.
1968. La noche de Tlatelolco
Pocos minutos después de las seis de la tarde del 2 de octubre la Plaza
de Las Tres Culturas se iluminó con dos bengalas, una verde y otra roja.
La multitud volvió sus ojos al cielo y, casi en el mismo instante, comenzaron
a oírse los primeros disparos. Cerca de 10 mil almas ahí reunidas,
ancianos, jóvenes, niños, adultos, hombres, mujeres. estudiantes,
intelectuales, empleados y desempleados, todos, corrieron despavoridos hacia
un lugar y otro. La desbandada fue general.
Igual fueron los disparos que, como apunta Excélsior en su edición
del jueves 3 de octubre, "surgían por todos lados, lo mismo de lo
alto de un edificio de la Unidad Tlatelolco que de la calle, donde las fuerzas
militares en tanques ligeros y vehículos blindados, lanzaban ráfagas
de ametralladora casi ininterrumpidamente... Unos trescientos tanques, unidades
de asalto, yips (sic) y transportes militares tenían rodeada toda la
zona, desde Insurgentes a Reforma, hasta Nonoalco y Manuel González.
No permitían salir ni entrar a nadie, salvo rigurosa identificación".
Según ese mismo diario, en la represión participaron cerca de
cinco mil soldados y muchos policías, la mayoría de éstos
vestidos de civil, que tenían como contraseña un pañuelo
blanco envuelto en la mano derecha. Portaban ametralladoras y pistolas calibre
45,38 y nueve milímetros. Y fue de ellas de donde salieron las balas
asesinas, esas que dejaron un número de muertos que hasta ahora, cuando
estamos por terminar el siglún no es posible precisar.
Al principio fue un mitin estudiantil. Al final, un campo en donde se enterró
el más importante movimiento social de este siglo, ese que dejó
un gran crespón negro clavado en el alma de todos los mexicanos.
Todo es posible en la paz(1)
El espejo humeante de Tezcatlipoca reflejaba en su negra superficie la honda
tragedia del país cuando, sobre el cráter figurado en la estructura
del estadio, cinco enormes aros olímpicos ascendieron en la limpia atmósfera
de la región más transparente del aire cantada por Netzahualcóyotl,
con palabras que rescataría Alfonso Reyes para que Carlos Fuentes diera
título a su celebrada novela. Pues en 1968 fue la olimpiada mexicana.
1 Lema de los XIX Juegos Olímpicos. México, 1968.
Queta Basilio, una móvil y larga pincelada de belleza, envuelta en los
sonidos de caracolas y teponaxtles sobre la partitura de Jiménez Mabarak,
recorrió a paso gimnástico, con la antorcha encendida por el sol
de Olimpia, la periferia completa de la pista para subir la elevada escalinata
que la conduciría al pebetero y, tras saludar con el fuego olímpico
a 80 mil espectadores, casi 9 mil delegados de 113 países y la memoria
amarga de los muertos en la tragedia paralela que México sufría,
aplicó la flama a los chorros de gas que habían de mantenerla
viva durante los 15 días de la decimonovena olimpiada.
No es cierto que, como en el colmo de una insensibilidad inconcebible, escribiría
Avery Brundage, presidente del Comité Olímpico Internacional,
"durante esos 15 días, el mundo pudo olvidarse del crimen y corrupción,
desórdenes y guerras", pues durante ese lapso, paralelamente a su
encargo original, los cronistas especializados en deportes debieron transmitir
las noticias de sangrientos episodios de represión. Pero sí es
verdad que la olimpiada constituyó un ejercicio singular de imaginación,
capacidad organizativa y lujo cultural.
En lo deportivo se mejoraron 15 marcas olímpicas, dos fueron igualadas
en 25 disciplinas, de las 36 que componen el atletismo, se superaron los registros
olímpicos.
El domingo 27 de octubre la olimpiadafue clausurada en el estadio México
68. Ochocientos mariachis bajo la batuta de Silvestre Vargas, entre la penumbra
de la tarde-noche, echaron a volar la nostalgia de Las golondrinas. Las banderas
hicieron su último saludo. La fiesta terminó.
Afuera, llorando a lágrima viva México permaneció en su
mapa.
1969. Se inagura el metro
El 4 de septiembre de 1969 un convoy cargado de pasajeros arribó a la
estación Zaragoza en medio de una lluvia de aplausos y gritos de satisfacción.
Ese era el primer viaje del Metro, el inaugural. Conducido por Juan Cano Cortés,
venía de Chapultepec y durante su trayecto había recorrido 16
estaciones distribuidas a lo largo de 12.7 kilómetros.
Entre sus pasajeros, periodistas y personal del gobierno federal, había
uno que destacaba por sobre todos: era Gustavo Díaz Ordaz, quien ese
día viajó acompañado de miembros del cuerpo de Guardias
Presidenciales en un convoy que en la parte superior de sus ocho puertas y con
letras mayúsculas decía: Carro 1. Tren presidencial.
Columna vertebral del transporte colectivo en la Ciudad de México, en
1969 este sistema movilizó a 27 mil 861 personas y a 240 mil pasajeros
por día. A la fecha, cuenta con 10 líneas, 154 estaciones, 178
kilómetros de vías dobles y moviliza a un promedio de cuatro millones
de usuarios, lo que se traduce en un billón 460 millones pasajeros al
año.
Datos de una encuesta realizada por el plantel Xochimilco de la UAM señalan que entre los usuarios del Metro predominan los jóvenes, pues poco más del 80 por ciento tiene entre 12 y 35 años de edad, 15 por ciento van de los 36 a los 60 años y el resto son personas de la tercera edad. De esta población, 70 por ciento son empleados, obreros y trabajadores independientes y 20 por ciento son estudiantes; el resto lo integran amas de casa, discapacitados, desempleados y jubilados.