Las sociedades sedentarias empezaron a formarse con el descubrimiento
de la agricultura. Poco a poco fueron construyendo sus viviendas generalmente
a la orilla de lagos y ríos; al crecer, organizar y diversificar
sus actividades, se convirtieron en centros muy poblados que fueron
necesitando de servicios para el bienestar de sus habitantes. Todo
esto hizo de las ciudades un lugar más atractivo para vivir.
Además, se convirtieron en centros de desarrollo económico,
cultural e industrial.
Sin embargo, la alta concentración poblacional ocasionó
la modificación del entorno natural, por la ampliación
de zonas de vivienda, servicios e industria, así como por la
gran cantidad de desechos que se generan y los altos requerimientos
de agua y electricidad, entre otros.