Para
María Concepción, una campesina indígena
del estado de Hidalgo, el suelo no está muerto,
siente y se alimenta por sí mismo. Cuando lo
van a sembrar, primero le piden permiso a la tierra
haciéndole un ofrecimiento; también le
piden permiso cuando van a levantar una casa o cuando
cortan un árbol. En cambio, para Gastón,
que es dueño de enormes extensiones de tierra
para cultivo, el suelo está allí para
sembrar lo más que se pueda y sacar cosechas
muy abundantes. |