Cuando la persona que apoya el crecimiento y desarrollo de las niñas y los niños pequeños se acepta, se quiere y se respeta, tiene mayores posibilidades de lograr un ambiente armonioso, donde estén presentes la comprensión, el cariño y el respeto hacia quienes educa.

Al finalizar este tema, esperamos que se conozca, se respete y se quiera un poco más.

 

 
Frente al espejo.

Vernos con detenimiento, nos permite reconocer cómo somos y aceptarnos. Esto nos permitirá aceptar a quienes cuidamos.

Para hacer este ejercicio:

 
Busque un espejo y póngase de pie frente a él.
Observe su imagen, trate de no pensar en otra cosa que no sea usted misma.
  Obsérvese con agrado.

       
    Reconocer quiénes somos nos ayuda a aceptarnos, a vernos de manera diferente para esforzarnos en ser mejores personas. Esto nos ayudará a tratar bien y aceptar a quienes cuidamos.    
    La manera en que nos trataron en la infancia influye en lo que de adultas pensamos de nosotras mismas y podemos superar aquello que no nos pareció correcto o adecuado.    
    Parte de lo que creemos que somos viene de lo que nos dicen y de la manera en que nos tratan ahora como personas adultas los hijos, el esposo, la comadre, la madrina, las amigas o la gente que nos conoce.    
    Cuando las niñas y los niños pequeños reciben un trato cariñoso
y respetuoso, crecen confiados en que son personas valiosas que merecen buen trato.
   
           

Una vez que vio su imagen en el espejo conteste las preguntas:

¿Qué es lo que más le gusta de usted?




¿Cómo se imagina que podría mejorar?




¿Cómo aplicaría lo que vio usted cuando cuida a un niño o niña?




¿Para qué le sirve al niño(a) que está a su cargo, el que se observe a sí mismo(a)?




En el siguiente espacio, escriba algunas ideas sobre cómo podría realizar el ejercicio del espejo con las niñas(os) que educa: