Gepeto era un viejo carpintero que vivía solo. Deseaba tanto tener
compañía, que un día fabricó un lindo muñeco de madera de
pino, al que llamó

Pinocho tenía una cara muy simpática. Parecía un niño, pero no platicaba, ni cantaba, ni
jugaba. Gepeto seguía sintiéndose solo y cada vez más triste.

Una noche, mientras contemplaba la Luna, Gepeto pensó con tristeza:

“Cuánto desearía que Pinocho fuera un niño”. Cuando Gepeto se quedó dormido, el hada Luna apareció en el taller del viejo carpintero y dio vida al muñeco. El hada le dijo a Pinocho que lo convertiría en un niño de verdad si demostraba ser bueno y cariñoso con Gepeto.


SEP. Español. Segundo Grado. Lecturas. Lección 25.
”Pinocho”. México, 2003. pp. 144-152.
 
Pinocho empezó a moverse y a hablar, pero no entendió lo que quería decir ser bueno, así que el hada Luna nombró un consejero para el muñeco: el grillito José.

Al despertar, Gepeto vio que Pinocho hablaba y se movía. Se alegró tanto que inmediatamente empezó a tratarlo como a un hijo y lo mandó a la escuela. Pinocho era tan gracioso y simpático que llamaba la atención. ¡Un muñeco que habla!, decían asombrados quienes lo veían. Y cuando Pinocho cantaba las canciones que le había enseñado Gepeto o cuando bailaba, todas las personas se detenían a verlo llenas de admiración.
 
pero con cada mentira la nariz le crecía más y más.
Pinocho prefirió contar la verdad…
 
Todo esto despertó la codicia de don Gato y don Zorro, un par de pillos que planearon hacer un gran negocio aprovechándose de Pinocho, y un día le tendieron una trampa: lo invitaron a ir con ellos al teatro ambulante. El grillito José adviritió a Pinocho sobre el peligro de aceptar la invitación de unos desconocidos, pero Pinocho quería conocer el teatro y aceptó ir con ellos.
 

Apenas llegaron, don Gato y don Zorro vendieron a Pinocho al dueño del teatro para que lo presentara como el único muñeco en el mundo que hablaba, cantaba y bailaba.

Cayó la noche y Gepeto vio que Pinocho no regresaba de la escuela. Entonces pensó que Pinocho se había perdido. Después de la función el dueño del teatro encerró a Pinocho en una jaula. Pinocho estaba muy triste porque nunca más vería a Gepeto si se quedaba atrapado allí. Entonces apareció el hada Luna y le preguntó qué había pasado. Pinocho, avergonzado por no haber seguido los consejos del grillito José, respondió con mentiras, pero con cada mentira la nariz le crecía más y más. Pinocho prefirió contar la verdad.

 
Al saber lo que había pasado, el hada hizo que la nariz de Pinocho volviera a su tamaño
normal y lo liberó de la jaula para que regresara con Gepeto. Al verse, Pinocho y Gepeto se abrazaron por la alegría de encontrarse. Días después, cuando Pinocho caminaba rumbo a la escuela, se encontró nuevamente con don Gato y don Zorro. Esta vez, lo invitaron a la Isla Encantada. Pinocho les dijo que no iría con ellos porque lo habían engañado.

Para convencerlo, los pillos le prometieron que en esa isla no haría más que jugar y comer todos los dulces que quisiera. El grillito José le advirtió a Pinocho que si iba a la Isla Encantada no vería de nuevo a Gepeto y a sus amigos y no podría ir a la escuela. Pinocho no quiso escuchar.
 
Por segunda vez aceptó la invitación de los pillos y se fue con ellos a la Isla Encantada. Al principio, estaba muy contento, porque don Gato y don Zorro habían dicho la verdad: sólo jugaba y comía golosinas. Pero después de unos días, comenzaron a salirle orejas y cola de burro. Pinocho se dio cuenta de que otra vez lo habían engañado y le pidió ayuda al grillito José para salir de la isla. Gepeto estaba muy preocupado. Esta vez pensó que alguien se había robado a su hijo y salió a buscarlo. Un vecino le dijo que había visto a Pinocho en el barco que iba a la Isla Encantada y Gepeto decidió ir a buscarlo.
 
 
Con el estornudo, la ballena echó fuera a Gepeto,
a Pinocho y al grillito José.
 
  Pinocho y el grillito José lograron escapar de la isla. Cuando por fin llegaron a la casa,
buscaron a Gepeto por todas partes. Como no lo encontraron, pensaron que había ido a la Isla Encantada. Pinocho y José corrieron hasta la playa, tomaron una lancha y se adentraron en el mar. A la mitad del camino, apareció una enorme ballena que se puso frente a ellos y se los tragó. Pinocho todavía no se recuperaba del susto cuando, con sorpresa, vio a Gepeto. Ambos se sintieron muy felices de encontrarse, aunque estaban preocupados por estar dentro de la ballena.

De pronto, el animal comenzó a estremecerse y en un segundo, estornudó. Con el estornudo, la ballena echó fuera a Gepeto, a Pinocho y al grillito José. Los tres nadaron hacia tierra firme para salvarse, pero Gepeto se cansó y se hundió en el agua. Entonces Pinocho lo abrazó y lo remolcó hasta la orilla. Cuando Gepeto, Pinocho y el grillito José estuvieron a salvo, apareció el hada Luna. Premió el valor de Pinocho convirtiéndolo
en un niño de carne y hueso. Fue así como Gepeto ganó un hijo cariñoso, Pinocho tuvo un buen padre a quien querer y con el grillito José vivió muchas aventuras.