Cuando la persona que apoya el crecimiento
y desarrollo de las niñas y los niños pequeños
se acepta, se quiere y se respeta, tiene mayores posibilidades de
lograr un ambiente armonioso, donde estén presentes la comprensión,
el cariño y el respeto hacia quienes educa.
Al finalizar este tema, esperamos que se conozca,
se respete y se quiera un poco más.
Frente al espejo.
Vernos con detenimiento, nos permite reconocer cómo
somos y aceptarnos. Esto nos permitirá aceptar a quienes
cuidamos.
Para hacer este ejercicio:
•
Busque un espejo y póngase de
pie frente a él.
•
Observe su imagen, trate de no pensar en otra cosa
que no sea usted misma.
•
Obsérvese con agrado.
•
Reconocer
quiénes somos nos ayuda a aceptarnos, a vernos de manera
diferente para esforzarnos en ser mejores personas. Esto nos
ayudará a tratar bien y aceptar a quienes cuidamos.
•
La manera en que nos trataron
en la infancia influye en lo que de adultas pensamos de nosotras
mismas y podemos superar aquello que no nos pareció correcto
o adecuado.
•
Parte de lo que creemos
que somos viene de lo que nos dicen y de la manera en que nos
tratan ahora como personas adultas los hijos, el esposo, la
comadre, la madrina, las amigas o la gente que nos conoce.
•
Cuando las
niñas y los niños pequeños reciben un trato
cariñoso
y respetuoso, crecen confiados en que son
personas valiosas que merecen buen trato.
Una vez que vio su imagen en el espejo conteste
las preguntas:
¿Qué es lo que más le gusta
de usted?
¿Cómo se imagina que podría mejorar?
¿Cómo aplicaría lo que vio usted cuando
cuida a un niño o niña?
¿Para qué le sirve al niño(a) que está
a su cargo, el que se observe a sí mismo(a)?
En el siguiente espacio, escriba algunas ideas sobre
cómo podría realizar el ejercicio del espejo con las
niñas(os) que educa: