Introducción
Drama religioso-fantástico en dos partes escrito en 1884 por José Zorrilla. Constituye una de las dos principales materializaciones literarias en lengua castellana del mito de Don Juan. La otra es El burlador de Sevilla y convidado de piedra, de 1630, atribuida a Tirso de Molina y de la que Don Juan Tenorio es deudora, según reconoce el propio autor en sus Recuerdos del tiempo viejo.
Reseña
El inicio es cuando Ciutti y Buttarelli hablan de sus dos amos, el amo de Ciutti es Don Juan, un hombre que se destaca por ser el burlador del honor de las mujeres de Sevilla, tanto que llega a tener una larga lista de nombres e incluso fanfarronea de su capacidad para convencerlas, al grado de que apuesta con Don Luis convencer a una dama respetable (Doña Inés), de quien quedará perdidamente enamorado. Al final de la obra, Don Juan y Doña Inés mueren, y ésta última pide el perdón para el alma pecadora de Don Juan.
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José Zorrilla (1817-1893) Zorrilla nació en Valladolid en 1817, y a los pocos años su familia se radicó en Madrid. Allí realizó estudios en el Seminario de Nobles. En 1833 estudió Derecho en la Universidad de Toledo, para continuar su formación en Valladolid, pero abandonó su carrera y en 1836 regresó a Madrid. Comenzó a incursionar en la poesía, colaboró en periódicos y dio a conocer la publicación de sus poemas. Se trasladó a México, luego regresó a España, estuvo en Italia y en Francia. En 1882 ingresó en la Real Academia Española, y en 1889 fue reconocido como Poeta Nacional en Granada. Falleció en 1893. Escribió poesías líricas, leyendas en verso y teatro. |
Descubre cómo se desarrolla esta divertida historia de amor, a través de la lectura del fragmento de la obra.
(Drama)
PERSONAJES
La acción en Sevilla por los años de 1545, últimos del emperador Carlos V. Los cuatro primeros actos pasan en una sola noche. Los tres restantes, cinco años después, y en otra noche...
PRIMERA ESCENA
DON JUAN, con antifaz, sentado a una mesa escribiendo. CIUTTI y BUTARELLI, a un lado esperando. Al levantarse el telón se ven pasar por la puerta del fondo máscaras, estudiantes y pueblo con hachones, música, etcétera.
Lee con puntuación y claridad los diálogos de cada personaje.
Don Juan: | ¡Cuán gritan esos malditos! |
(Sigue escribiendo) |
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BUTTARELLI: | (A Ciutti) Buen carnaval. |
Ciutti: | (A Butarelli) Buen agosto |
Butarelli: | ¡Quia! Corre ahora por Sevilla poco gusto y mucho mosto. Ni caen aquí buenos peces, que son cosas mal miradas por gentes acomodadas y atropelladas a veces. |
Ciutti: | Pero hoy... |
Butarelli: | Hoy no entra en la cuenta, Ciutti; se ha hecho buen trabajo. |
Ciutti: | ¡Chist! Habla un poco más bajo, que mi señor se impacienta pronto. |
Butarelli: | ¿A su servicio estás? |
Ciutti: | Ya ha un año. |
Butarelli: | ¿Y qué tal te sale? |
Ciutti: | No hay prior que se me iguale; tengo cuanto quiero, y más. tiempo libre, bolsa llena, buenas mozas y buen vino. |
Butarelli: | ¡Cuerpo de tal, qué destino! |
Ciutti: | (Señalando a don Juan): Y todo ello a costa ajena. |
Butarelli: | Rico, ¿eh? |
Ciutti: | Varea la plata. |
Butarelli: | ¿Franco? |
Ciutti: | Como un estudiante. |
Butarelli: | ¿Y noble? |
Ciutti: | Como un infante. |
Butarelli: | ¿Y bravo? |
Ciutti: | Como un pirata. |
Butarelli: | ¿Español? |
Ciutti: | Creo que sí. |
Butarelli: | ¿Su nombre? |
Ciutti: | Lo ignoro en suma. |
Butarelli: | ¡Bribón! ¿Y dónde va? |
Ciutti: | Aquí. |
Butarelli: | Largo plumea. |
Ciutti: | Es gran pluma. |
Butareli: | Y a quién mil diablos escribe tan cuidadoso y prolijo? |
Ciutti: | A su padre. |
Butarelli: | ¡Vaya un hijo! para el tiempo en que se vive es un hombre extraordinario. |
(Más silencio) | |
Don Juan: | (Cerrando la carta.): Firmo y plego. ¿Ciutti? |
Ciutti: | Señor. |
Don Juan: | Este pliego irá dentro del horario en que reza doña Inés a sus manos a parar. |
Ciutti: | ¿Hay respuesta que aguardar? |
Don Juan: | Del diablo con guardapiés que la asiste, de su dueña que mis intenciones sabe, recogerás una llave, una hora y una seña; y más ligero que el viento aquí otra vez. |
Ciutti: | Bien está. [...] |
Don Juan: | La historia es tan semejante que está en el fiel la balanza; mas vamos a lo importante, que es el guarismo a que alcanza el papel, con que delante. |
Don Luis: | Razón tenéis en verdad. Aquí está el mío: mirad, por una línea apartado traigo los nombres sentados para mayor claridad. |
Don Juan: | Del mismo modo arregladas mis cuentas traigo en el mío: en dos líneas separadas los muertos en desafío y las mujeres burladas. Contad. |
Don Luis: | Contad. |
Don Juan: | Veintitrés. |
Don Luis: | Son los muertos. A ver vos. ¡Por la cruz de san Andrés! Aquí sumo treinta y dos. |
Don Juan: | Son los muertos. |
Don Luis: | Matar es. |
Don Juan: | Nueve os llevo. |
Don Luis: | Me vencéis. Pasemos a las conquistas. |
Don Juan: | Sumo aquí cincuenta y seis. |
Don Luis: | Y yo sumo en vuestras listas setenta y dos. |
Don Juan: | Pues perdéis. |
Don Luis: | ¡Es increíble, don Juan! |
Don Juan: | Si lo dudáis, apuntados los testigos ahí están, que si fueren preguntados os lo testificarán. |
Don Luis: | ¡Oh! Y vuestra lista es cabal. |
Don Juan: | Desde una princesa real a la hija de un pescador, ¡oh!, ha recorrido mi amor toda la escala social. ¿Tenéis algo que tachar? |
Don Luis: | Sólo una os falta la justicia. |
Don Juan: | ¿Me la podéis señalar? |
Don Luis: | Sí, por cierto: una novicia que esté para profesar. |
Don Juan: | ¡Bah! Pues yo os complaceré doblemente, porque os digo que a la novicia uniré la dama de algún amigo que para casarse esté. |
Don Luis: | ¡Pardidez, que sois atrevido! |
Don Juan: | Yo os lo apuesto si queréis. |
Don Luis: | Digo que acepto el partido. Para darlo perdido, ¿queréis veinte días? |
Don Juan: | Seis. |
Don Luis: | ¡Por Dios, que sois hombre extraño! ¿Cuántos días empleáis en cada mujer que amáis? |
Reflexiona: |
Tomando en cuenta que es un hombre mujeriego, ¿por qué crees que son seis días los que emplea don Juan en cada mujer?
Don Juan: | Partid los días del año entre las que ahí encontráis. Uno para enamorarlas, otro para conseguirlas, otro para abandonarlas, dos para sustituirlas, y una hora para olvidarlas. Pero, la verdad a hablaros, pedir más no se me antoja porque, pues vais a casaros, mañana pienso quitaros a doña Ana de Pantoja. |
Don Luis: | Don Juan, ¿qué es lo que decís? |
Don Juan: | Don Luis, lo que oído habéis. |
Don Luis: | Ved, don Juan, lo que emprendéis. |
Don Juan: | Lo que he de lograr, don Luis. |
Don Luis: | ¡Gastón! (Llamando) |
Gastón: | ¿Señor? |
Don Luis: | Ven acá. (Habla don Luis en secreto con Gastón, y éste se va precipitadamente.) |
Don Juan: | ¡Ciutti! (Llamando) |
Ciutti: | ¿Señor? |
Don Juan: | Ven aquí. (Don Juan habla en secreto con Ciutti, y éste se va precipitadamente.) |
Don Luis: | ¿Estáis en lo dicho? |
Don Juan: | Sí. |
Don Luis: | Pues va la vida. |
Don Juan: | Pues va. (Don Gonzalo, levantándose de la mesa en que ha permanecido inmóvil durante la escena anterior, se afronta con don Juan y don Luis.) |
Reflexiona: |
¿Qué crees que le haya dicho en sueños don Luis a Gastón?
¿Qué crees que don Juan le haya dicho a Cuitti en sueños?
Don Gonzalo: | ¡Insensatos! ¡Vive Dios que a no temblarme las manos a palos, como a villanos, os diera muerte a los dos! |
Don Juan y Don Luis: |
Veamos. |
Don Gonzalo: | Excusado es, que he vivido bastante para no estar arrogante donde no puedo. |
Don Juan: | Idos, pues. |
Don Gonzalo: | Antes, don Juan, de salir de donde oírme podáis, es necesario que oigáis lo que tengo que decir. Vuestro buen padre don Diego, porque pleitos acomoda, os apalabró una boda que iba a celebrarse luego; pero por mí mismo yo, lo que erais queriendo ver, vine aquí al anochecer, y el veros me avergonzó. |
Don Juan: | ¡Por Satanás, viejo insano,
que no sé cómo he tenido calma para haberte oído sin asentarse la mano! Pero di pronto quién eres, porque me siento capaz de arrancarle el antifaz con el alma que tuvieres. |
Don Gonzalo: | ¡Don Juan! |
Don Juan: | ¡Pronto! |
Don Gonzalo: | Mira, pues. |
Don Juan: | ¡Don Gonzalo! |
Don Gonzalo: | El mismo soy. Y adiós, don Juan; mas desde hoy no penséis en doña Inés. Porque antes de consentir en que se case con vos, el sepulcro, ¡juro a Dios!, por mi mano la he de abrir. |
Don Juan: | Me hacéis reír, don Gonzalo; pues venirme a provocar es como ir a amenazar a un león con un mal palo. Y pues hay tiempo, advertir os quiero a mi vez a vos, que o me la dais, o por Dios, que a quitárosla he de ir. |
Don Gonzalo: | ¡Miserable! |
Don Juan: | Dicho está: sólo una mujer como ésta me falta para mi apuesta; ved, pues, que apostada va. |
Don Juan: | Dicho está: sólo una mujer como ésta me falta para mi apuesta; ved, pues, que apostada va. |
(Don Diego, levantándose de la mesa en que ha permanecido encubierto mientras la escena anterior, baja al centro de la escena, encarándose con don Juan.)
¡Vamos a grabar!
Para transmitir al público las emociones de los actores a través de la lectura en voz alta de los diálogos, te invitamos a grabar tu voz para que te des cuenta de tus avances.
Compara tu lectura y valora si mejoraste o no tu entonación, puntuación y claridad.
Don Diego: | No puedo más escucharte, vil don Juan, porque recelo que hay algún rayo en el cielo preparado para aniquilarte. ¡Ah...! No pudiendo creer lo que de ti me decían, confiando en que mentían, te vine esta noche a ver. Pero te juro, malvado, que me pesa haber venido para salir convencido de lo que es para ignorado. Sigue, pues, con ciego afán en tu torpe frenesí, mas nunca vuelvas a mí; no te conozco, don Juan. |
Don Juan: | ¿Quién nunca a ti se volvió, ni quién osa hablarme así, ni qué me conozca o no? |
Don Diego: | Adiós, pues, mas no te olvides de que hay un Dios justiciero. |
Don Juan: | Ten. (Deteniéndole.) |
Don Diego: | ¿Qué quieres? |
Don Juan: | Verte quiero. |
Don Diego: | Nunca, en vano me lo pides. |
Don Juan: | ¿Nunca? |
Don Diego: | No. |
Don Juan: | Cuando me cuadre. |
Don Diego: | ¿Cómo? |
Don Juan: | Así. (Le arranca el antifaz.) |
Todos: | ¡Don Juan! |
Don Diego: | ¡Villano! Me has puesto en la faz la mano! |
Don Juan: | ¡Válgame Cristo, mi padre! |
Don Diego: | Mientes, no lo fui, jamás. |
Don Juan: | ¡Reportaros, con Balcebú! |
Don Diego: | No, los hijos como tú son hijos de Satanás. Comendador, nulo sea lo hablado. |
Don Gonzalo: | Ya lo es por mí; vamos. |
Don Diego: | Sí, vamos de aquí donde tal monstruo no vea. Don Juan, en brazos del vicio desolado te abandono; me matas..., mas te perdono de Dios en el santo juicio. |
(Vanse poco a poco don Diego y don Gonzalo.) | |
Don Juan: | Largo el plazo me ponéis, mas ved que os quiero advertir que yo no os he ido a pedir jamás que me perdonéis. Con que no paséis afán de aquí en adelante por mí, que como vivió hasta aquí, vivirá siempre don Juan. [...] |
Reflexiona: |
¿Qué crees que suceda en el tercer acto?
[...] TERCER ACTO
Misericordia de Dios, y Apoteosis de Amor
Personajes:
PRIMERA ESCENA
DON JUAN, embozado y distraído, entra en la escena lentamente.
Reflexiona: |
¿Cuál crees que sea el diálogo final de don Juan?
Oprime en la imagen que de acuerdo con tu imaginación represente el cementerio donde yacen los Personajes de don Juan y doña Inés. Continúa con la lectura
Don Juan: | Culpa mía no fue; delirio insano me enajenó la mente acalorada. Necesitaba de víctimas mi mano que inmolar a mi fe desesperada y al verlos en mitad de mi camino, presa les hice allí de mi locura. No fui yo, ¡Vive Dios!, ¡fue su destino! Sabían mi destreza y mi ventura. [...] [...] ¡Jamás mi corazón concibió que hubiere nada más que el valor...! Que se aniquila el alma con el cuerpo cuando muere creí..., mas hoy mi corazón vacila. ¡Jamás creí en fantasmas...! ¡Desvaríos! Más del fantasma aquel pese a mi aliento, los pies de piedra caminando siento por doquiera que voy, tras de los míos. ¡Oh! Y me trae a este sitio irresistible misterioso poder...[...] |
Don Juan: | ¡Clemente Dios, gloria a Ti! Mañana a los sevillanos Aterrará el creer que a manos De mis víctimas caí. Mas es justo; quede aquí Al universo notorio Que, pues abre el purgatorio un punto de penitencia, Que es Dios de la clemencia El Dios de Don Juan Tenorio. (Caen don Juan y doña Inés, y mueren ambos. |
(Caen don Juan y doña Inés, y mueren ambos. De sus bocas salen sus almas representadas en dos brillantes llamas, que se pierden en el espacio al son de la música. Cae el telón.)
¿Cómo se llamó la obra?
Continúa con la Actividad 4, del tema 2, de la Unidad 1.