Disfruta a través de la lectura del fragmento de la obra.
Introducción
Amor es más laberinto, cuyo argumento gira en torno al tema mítico de Teseo y el laberinto de Creta, no ha gozado, en general, de la misma apreciación crítica que Los empeños de una casa, la otra comedia escrita por Sor Juana. Su propio carácter de obra "en colaboración" ha sido en parte motivo para dudar del valor de su organización y unidad. No obstante, la obra ha merecido comentarios sobre todo en relación con los temas de la autorrepresentación de Sor Juana como mujer intelectual en el contexto de la sociedad colonial.
Reseña
La loa y dos de las jornadas de la comedia (I y III) fueron escritas por Sor Juana Inés de la Cruz, quien trabajó en colaboración con el canónigo Juan de Guevara, autor de la segunda jornada de la comedia.
La loa proporciona así un marco de reflexión política que define la naturaleza del festejo teatral en su conjunto. En tal sentido, es posible afirmar que, si bien la comedia que la sigue se estructura en apariencia como una comedia de enredo, la loa que da inicio al espectáculo "con su cuidada caracterización del héroe como dechado de varón ilustre y gobernante ideal" obliga a leerla desde esa perspectiva.
![]() |
Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana o Juana de Asbaje (de Asuaje según algunos). Escritora barroca novohispana (mexicana), poeta y dramaturga de la segunda mitad del siglo XVII. Nació en un pueblito del valle de México, San Miguel Nepantla, cercano a Amecameca, y aprendió náhuatl con sus vecinos. Hija ilegítima, su madre fue la criolla Isabel Ramírez de Santillana y su padre Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca, militar español de la provincia vasca de Guipúzcoa (Vergara). Descubrió la biblioteca de su abuelo y así se aficionó a los libros. Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Aprendió latín de manera autodidacta en veinte lecciones, según los datos que se mencionan en algunas de sus obras. |
Personas que hablan en ella:
Instrucciones
Recomendaciones
CORO 1: | Despojos, consigue palmas. |
ARIADNA: | ¿Quién esta música ordena, Cintia? |
CINTIA: | ¿Quién puede ordenarla, |
FEDRA: | Cortesana es la atención; mas oye, que otra vez cantan. |
CORO 2: | En el Príncipe Teseo, |
ARIADNA: | ¿Qué es esto? ¿Qué tristes voces, con cláusulas concertadas, parece que contradicen lo que las otras cantaban? |
CORO 1: | Pues cuando forman sus luces competencias soberanas, sin quedar una vencida, quedan victoriosas ambas. |
Fedra: | ¡Oh, qué distintos afectos explican sus consonancias; que aquí cantan lo que penan, y allí penan lo que cantan! |
Coro 2: | Tan infelizmente muere, que aun no merecen sus ansias que otro logre por trofeos el fruto de sus desgracias. |
Ariadna: | ¡Qué altivo sentir! ¡Qué bien muestra en tan noble arrogancia, que no merece ser pena, una pena tan hidalga! [...] |
Fedra: | ¡Suerte inhumana! |
Reflexiona: |
¿A qué maravilla crees que se refiere Fedra?
Cintia: | Pero ya tu padre, a quien los Príncipes acompañan, a recibir al cautivo sale aquí. |
Fedra: | Pues, Ariadna, si tú gustas, esperemos a ver una tan extraña maravilla. |
Ariadna: | Ya obedezco tu gusto, no por la causa de ver al preso ateniense a quien los hados maltratan, sino por hablar a Baco, cuya presencia gallarda va en mi pecho a sus finezas asegurando la paga. |
Fedra: | No diré yo de Lidoro eso, pues sus tiernas ansias tanto más me desobligan, cuanto obligarme más tratan. Y tengo en esto razón, pues demás de ser cansadas, finezas que hace el abuso deberlas sin aceptarlas, con tan grande improporción como querer que en las damas sea preciso el deberlas y voluntario el pagarlas, se ofende mi vanidad, de que quiera su ignorancia, forzándose a ser querida obligarme a ser ingrata. |
(Salen el rey Minos, Baco y Lidoro, príncipes, Racimo, lacayo, y Tebandro, capitán)
Minos: | ¡Hijas! |
Lidoro y Baco: | ¡Beldades divinas! |
Minos: | El cariño con que os ama mi amor, no me ha permitido que pueda tener el alma contento, sin que vosotras lo gocéis. |
Ariadna y Fedra: | Tus reales plantas besamos por tal favor. |
Ariadna: | Y después de darte gracias, ¿cuál es el gusto, Señor, a que, con novedad tanta, nos convida tu cariño, y tu prevención nos llama? Pues es cierto que después que mi hermano, en quien estaban de tu reino y de tu amor fundadas las esperanzas, murió de los atenienses a las cautelosas armas, nunca oímos en tu voz, nunca vimos en tu cara el semblante sin tristezas, ni sin quejas las palabras. |
Reflexiona: |
¿Cómo crees que se siente el rey Minos al recordar?
Minos: | De lo mismo que refieres, pudieras bien, Ariadna, claramente inferir cuál es de mi gusto la causa; pues el ofendido, sólo cuando se venga descansa. Murió en Atenas mi hijo "-¡ay, infeliz prenda amada, no el referir me avergüence tu muerte, que no desaira su queja el que la pronuncia a vista de la venganza" y aunque mi valor pudiera haberle dado a mi saña bastante satisfacción; pues ha tres años que airada, [...] |
Ariadna: | Felices edades vivas porque vean que no empaña en ti el ardor del acero, la prudencia de las canas. |
Fedra: | Y porque conozca el mundo que vio tu sangre agraviada, que el clamor de aquella sangre, con otra sangre se aplaca. |
Baco: | Yo, Señor, quedo corrido, pues con victorias tan altas, le dejáis a mi valor que os pueda servir en nada. |
Lidoro: | Yo no, pues antes, señor, me dará vuestra enseñanza, para facultad de triunfos tantas lecciones de hazañas. |
Minos: | Cuánto, Príncipes invictos, esa voluntad, el alma os estima, no encarezco, hasta que la satisfaga con debida recompensa; que queda muy desairada la deuda que no se dice con las voces de la paga. |
Reflexiona: |
¿Cómo crees que sea la relación entre el rey y sus hijas?
Baco: | Gran señor, vuestra promesa por satisfacción me basta; pues quien promete, ya da de contado la esperanza. |
Minos: | Escucha, Tebandro, a solas. |
Tebandro: | ¿Qué me ordenas? |
Reflexiona: |
¿Qué Personajes no han aparecido hasta este momento en la historia?, ¿por qué son tan importantes para el desarrollo de la obra?
Minos: | Tebandro, haz que venga luego el Príncipe. |
Llégase Tebandro al paño y salen Teseo, Licas, embajador, y Atún, criado de Teseo |
Licas: | Ya a tus plantas tienes al embajador de Atenas, cuya desgracia le dio tan infausto cargo y comisión tan extraña, como que por feudo tuyo su mismo Príncipe traiga; acción de tanto dolor, que a haber sido voluntaria, hubiera antes escogido la muerte, que la embajada. |
Minos: | Alza del suelo, que quiero guardarte en todo las sacras exenciones que se deben a embajador. |
Licas: | Excusadas son tus mercedes, Señor, con quien no puede aceptarlas; que estando el Príncipe aquí, no era razón que gozara honores en su presencia un vasallo; y más con tanta desgracia, como estar él en una suerte tan baja, como la de prisionero, y yo gozando las altas preeminencias de mi cargo. |
Minos: | Discretamente reparas; mas haz que llegue Teseo, que aunque de verle la cara tuve nunca la intención, porque es en los reyes gracia dejarse ver, y los reos no es bien lleguen a lograrla, con todo quiero esta vez, incitado de su fama, ver al Príncipe, y saber de su boca sus hazañas, para que mejor se temple lo ardiente de mi venganza, viendo cuán grande es la ofrenda que sacrifico a sus aras. |
AtÚn: | Por cierto que es el favor, como de su buena cara. |
Licas: | Llegue, Señor, Vuestra Alteza, que el Rey espera. |
Teseo: | ¡Ah, tirana Fortuna! Aquí está, Señor, tu prisionero. |
Minos: | Repara que aunque vienes como reo, mi benignidad te trata este rato como a libre. |
AtÚn: | Y también besa tus patas un Atún, que a ser comido viene por concomitancia, si no mandas otra cosa. |
Ariadna: | Aparte. (¡Qué presencia tan gallarda! ¡Ay, infeliz! ¡Quién pudiera darle libertad!) |
Fedra: | Aparte. El alma se me ha enternecido al verle. ¡Quién su libertad comprara, aunque costara mi vida! |
Minos: | Haz, Teseo, de las altas proezas tuyas la suma. |
Teseo: | La suma de mis desgracias pudieras decir más bien; mas, pues gustas de escucharlas, atiende. |
Fedra: | Aparte. (¡El Cielo te libre!) |
Ariadna: | Aparte. (¡El Cielo te valga!) |
Teseo: | Atiende para que sepas, en dos acciones contrarias en lo vario de una suerte, lo que pierdo y lo que ganas. ¡Generoso Rey de Creta, a cuyos gloriosos hechos sirven de cortos archivos las bibliotecas del tiempo; glorioso legislador, cuyo acertado gobierno, como da leyes al orbe, dará al abismo preceptos, porque podrá tu justicia, valor, rectitud y celo, introducir la concordia en el mismo desconcierto; cuyas veneradas leyes tendrán padrón tan eterno que estés en su ejecución reinando después de muerto! Yo"aunque ya sabes quién soy" referir de nuevo quiero mi nombre, por si el olvido le sepulta, que es muy cierto que nadie conoce al que ve en baja fortuna puesto. Yo, pues, el Príncipe soy, que de Atenas heredero, antes pago sus pensiones que gozo de sus imperios. Poco te he dicho en decir que soy príncipe, pues pienso que es más que decir monarca decirte que soy Teseo. Y con razón, pues haber nacido príncipe excelso, se lo deberá a la sangre y no a mis merecimientos. [...] |
Escribe tres cualidades que le dice Teseo al rey Minos para que le perdone la vida. Continúa con la lectura.
1. | |
2. | |
3. |
Minos: | Admirado me ha dejado, mas no me podrá ablandar; haz, Tebandro, ejecutar lo que te tengo mandado. Venid, Príncipes. |
Licas: | Atienda, Señor, Vuestra Majestad, que no es bien que una crueldad tan alto decoro ofenda; y advierta, si de Androgeo quiere la sangre vengar, que no ha de resucitar con la muerte de Teseo. Cuando la condición fiera admitió el reino al rendirse, ¿quién pudiera persuadirse, que en el Príncipe cayera? Cayó en él, ¡fiero rigor!, y él, sin hacer resistencia, fió de vuestra clemencia lo que pudo en su valor. [...] |
Fedra: | Aparte. (Quizá le perdonará mi padre con lo que ha oído.) |
Ariadna: | Aparte. (Quizá escogerá un partido, de los muchos que le da.) |
AtÚn: | Aparte. (¡Que este viejo, por capricho, se muestre tan enemigo!) |
Minos: | Príncipes, venid conmigo. Tebandro, lo dicho, dicho. |
Baco: | Aparte. Ya yo voy. (¡Condición fiera!) |
Lidoro: | Aparte. Ya te sigo. (¡Rigor grave!) |
Reflexiona: |
¿Por qué creen Freda y Ariadna que el rey perdonará a Teseo?
JORNADA SEGUNDA
Salen el rey MINOS y TEBANDRO
Minos: | En esta del horror caverna obscura, mi venganza insaciable hallar procura modo con que templar el dolor fiero del tormento mayor, del más severo linaje de pesar y alevosía que pudo fabricar la tiranía. |
Tebandro: | Ya Vuestra Majestad tiene en Tesco satisfecho el desastre de Androgeo, puesto que al Minotauro ya entregado, pasto suyo, su fin habrá alcanzado, donde pagado habrá su adversa suerte, réditos de una vida con su muerte. |
Minos: | Aunque es verdad que es príncipe de Atenas, tan crecido es el golfo de mis penas, que en ondas de congojas fluctuando, mi triste vida miro zozobrando en un mar de tormentos repetido, donde estoy de congojas sumergido. |
Tebandro: | Si opuesto siempre, el hado riguroso dispuso que en el Príncipe, costoso fuese el fin de sus prendas un violento, trágico estrago, fúnebre lamento, siendo los juegos en que se excedía, tragedia de su misma gallardía; pues con primor de partes las más diestras, era rayo galán de las palestras, en cuyas lides fue, sin desvarío, el que daba lección al mismo brío. |
Minos: | Qué importa el que gallardo, osado lidia, si feroz contra él tiene la envidia, enemigo tan fiero e inhumano que se precia de aleve y de tirano; pues contra el que feliz más se previene, tiene sed de lo mismo que no tiene, cuya injuria de locas esperanzas hidrópica de horror bebe venganza. Pero con el tributo, manjar viviente de un hambriento bruto que habita el laberinto obscuro tanto que es eco del pavor, voz del espanto, han de acabar mis iras repetidas tantas infames temerosas vidas. |
Tebandro: | Dé Vuestra Majestad a pena tanta treguas de alivio hoy. |
Minos: | ¡Tebandro, cuánta fuera mi dicha, si aliviar pudiera esta batalla de mi enojo fiera. |
(Asómase atún al paño) | |
AtÚn: | Por sacar la cabeza, a lo que infiero, soy atún, y galápago ser quiero. |
Minos: | ¡Muera Teseo! |
AtÚn: | ¡Horrendo disparate! éste, no hay que dudar que es fiero mate. |
Minos: | De cólera en mi enojo no sosiego; todo soy iras, todo rayos. |
AtÚn: | ¡Fuego! |
Tebandro: | Tu Majestad procure divertirse. |
AtÚn: | Déjelo, y más que llegue a consumirse, que con aqueste rey tan aturdido, el secreto sabré del consumido. |
Tebandro: | Las Infantas, Señor, tienen dispuesta hacer a Vuestra Majestad gran fiesta de un sarao en el Alcázar de Diana. Témplese una congoja tan tirana, y opóngase lo cuerdo al accidente; porque un sentir, si es cuerdo, menos siente. |
Minos: | Por si puedo aliviar tanto tormento, iré, Tebandro. [...] |
AtÚn: | Aunque pudiera, la muerte, hoy por el hilo sacarte, del bruto, tan bien la hiciste, que el rey de ella está ignorante. |
Teseo: | Pero di, el sarao que dices, Atún, ¿de dónde lo sabes? |
AtÚn: | Sélo, porque al Rey, Tebandro avisó, que festejarle querían Ariadna y Fedra por divertir sus pesares, y que habían dispuesto un festín de aquellos que hacen, con cortesanos adornos, las palaciegas deidades. |
Reflexiona: |
¿Cómo reacciona Teseo al escuchar a Atún?
Teseo: | Yo danzara, si tuviera decente forma. |
AtÚn: | Millares, de príncipes, has de ver, que en forma y figura salen. |
Teseo: | Para el caso galas tengo, como tú sabes, bastantes; pues por príncipe, aunque preso, traje muy rico homenaje. |
AtÚn: | Que no las tienes, presumo, según es fuerza empeñarte. |
Teseo: | ¡Qué sería que con Fedra danzara! |
AtÚn: | Siendo el tu autem de que tú salgas, espero te baile el agua delante. |
Teseo: | ¿En qué lo fundas? |
AtÚn: | ¡Qué lindo! En lo que llego a fundarme es que se paga del viento, y tienes tú muy lindo aire.[...] |
Teseo: | Quien ama no teme riesgos. |
Reflexiona: |
¿Por qué se muestra tan seguro Teseo?
AtÚn: | Quien sirve, los teme tales. |
Teseo: | Yo he de salir con la mía. |
AtÚn: | Otros con la mía se salen. |
Teseo: | ¿Pero si lo sabe el Rey? |
AtÚn: | Luego al punto, si lo sabe... |
Teseo: | ¿Qué ha de hacer? |
AtÚn: | Por Dios que es lindo; que otra vez nos minotaure. |
Teseo: | Las infantas son hermosas. |
AtÚn: | Sí, pero el viejo es matante. |
Teseo: | ¡Oh si logro la ocasión! |
AtÚn: | ¡Oh si me quieren de balde! |
Teseo: | ¡Oh si mereciese a Fedra! |
AtÚn: | ¡Oh si Ariadna me rogase! |
(Vanse Teseo y Atún, y sale Racimo)
Racimo: | Yo tengo un amo, Señores, que con él, por mis pecados, en buena filosofía, he de conceder que hay Baco. Yo no sé por qué ocasión, saliendo aquí en un sarao solicita ser de fiesta hombre de tanto trabajo. De aquí para allí corriendo, por estar enamorado, aunque me trae bien vestido me trae siempre hecho pedazos. Su amor no le da lugar a mi amor, y es fuerte caso el que se lo quiera todo sin dejarme querer algo. [...] |
Jornada tercera
Vase ATúN. Salen BACO y el rey MINOS
Baco: | ¿Qué es, Señor, lo que mandáis? |
Reflexiona: |
¿Qué orden debe cumplir Baco?
Minos: | Conozco vuestra prudencia, y un cuidado fiaros quiero. |
Baco: | (¡Cielos, que ahora me venga Aparte el Rey a estorbar que vaya donde Lidoro me espera!) ¿Qué manda Tu Majestad? Pues sabe que es la respuesta de la voz de su precepto, el eco de mi obediencia. (¡Quién pudiera despedirse!) |
Minos: | Sabed, Príncipe, que apenas tuve el gusto de pensar que quedaba satisfecha, en la muerte de Teseo, con mi venganza, mi ofensa, cuando un confidente mío que tengo dentro de Atenas, me avisa que así que supo de su príncipe la nueva, se alteró el reino, de modo que no hubo persona exenta que no se alistase, haciendo homenajes y promesas de no volver a la patria sin dejar antes a Creta, o convertida en cenizas o reducida a pavesas. [...] [...] |
(Vase Teseo. Sale Baco) | |
Baco: | ¡Qué cansado ha estado el Rey! No sé cómo lo he sufrido; porque, como eran tan otros sus cuidados de los míos por más que me consultaba sus políticos designios, no pasaban sus razones de aquel exterior ruido que no pasa a la atención aunque llega a los oídos. Pero, ¿qué quietud es ésta? A nadie en el Parque miro. ¿Qué fuera que de cansado de esperarme, se haya ido Lidoro? Pero, ¿qué es esto? A los rayos mal distintos de la luna, miro un hombre que en mortales paroxismos, da entre las muestras de muerto, escasas señas de vivo. ¿Quién será? ¡Válgame el Cielo! |
(Dentro, una voz) | |
Voz: | Hacia el Parque fue el ruido. |
(Salen Tebandro y Guardas) | |
Tebandro: | Hacia aquí dicen las voces; y no mal, cuando distingo un hombre embozado, y otro a sus pies, muerto o herido. Llegad a reconocerlos. |
Todos: | Daos a prisión. |
Baco: | Mal reprimo la cólera. |
(Descúbrese) | |
Ved, Tebandro, que soy yo, y que a aqueste sitio llegué apenas, cuando en él vi lo que vos habéis visto. |
Reflexiona: |
¿A quién van a descubrir y cuál es su reacción?
Tebandro: | Que vos lo digáis, Señor, me basta; pero es preciso reconocerlo. |
Baco: | Llegad. |
Tebandro: | ¿Qué es esto, cielos divinos? ¿Qué es lo que miran mis ojos? ¿No es el príncipe de Epiro Lidoro, el que casi ya en los últimos suspiros, está haciendo de su sangre infelices desperdicios? |
Baco: | Cielos, ¿cómo pudo ser? |
Tebandro: | Señor, pues cuando vos mismo habéis sido el agresor, ¿os admiráis? |
Baco: | Pues me admiro, claro está que no fui yo; que mal pudiera mi brío querer, con negar la culpa, hacer bajeza el delito. |
Tebandro: | Ved, Príncipe, que en palacio estaban ya muy sabidos los disgustos de los dos, por causas que no averiguo. Y a un hombre como Lidoro, ¿quién hubiera que, atrevido, osara darle la muerte, sino vos? [...] |
Vase. Salen Ariadna y Atún
AtÚn: | Lo que te digo ha pasado, Señora, y tengo por cierto, que Lidoro queda muerto y el palacio alborotado. |
Ariadna: | ¿Y es Teseo quien le ha dado la muerte? |
AtÚn: | No hay que dudar, porque yo al verle bajar al parque, armado y cruel, bajé escondido tras él y se lo vide matar. Demás, que él ahora ha entrado mostrando indicios no escasos con apresurados pasos y con aliento turbado, el acero ensangrentado, el rostro pálido y fiero, el labio mudo, parlero, el color tal, que pensara cualquiera, que de la cara se fue la sangre al acero; que de esta manera ahora allá dentro lo dejé. |
Ariadna: | ¿Y sabes tú, por qué fue la pendencia? |
AtÚn: | No, Señora. |
Reflexiona: |
¿Cuál crees que haya sido la causa del incidente?
Ariadna: | ¡Ay de aquella que le adora, y una vida que advertida guardó, ve casi perdida! Pues si le prenden, no queda hilo ya con que se pueda restaurar el de su vida. Temo le prendan; porqué entonces el duro filo cortará a su vida el hilo que yo con otro anudé; y porque mi industria fue Laquesis, en mal tan fuerte, ¿qué razón hay, si se advierte, que al mirarla combatida, la Laquesis de su vida sea Atropos de su muerte? Cuánto es mejor el cruel lance huir, pues con huir, a él lo libro de morir, y a mí de morir con él; de manera, que fiel a los dos soy este día, pues de su nobleza fía mi amor, que me restituya, viendo que libro la suya, en él la suya y la mía. Parte, Atún, y di a Teseo que venga a verme al momento. |
AtÚn: | Será con mi movimiento un tullido tu deseo; pues sólo tu ingenio, creo, que nos podrá dar favor, sacando de tu labor vida que darnos, y agudo darla en un dedal, quien pudo darla en un devanador. Pero si acaso ha salido mi amo fuera, ¿qué haré? |
Ariadna: | Díle que no entre, por qué puede de lo sucedido resultar algún ruido, y en todo caso será bien que esté fuera; pues ya no es segura la prisión, que yo estaré en el balcón, que al parque cae. |
AtÚn: | Bien está. |
(Vase Atún) | |
Ariadna: | Amo a Teseo, y temo de manera su muerte, que me fuera más ligero tormento si, muriendo yo primero, los riesgos de su vida no temiera. Mil veces mi temor lo considera blandido sobre el cuello el duro acero, y tantas veces yo del susto muero cuantas presumo que él morir pudiera. Y no es el mayor daño, si se advierte, estar de tantos riesgos combatida, que otro mal tengo que temer más fuerte; que es pensar que con alma fementida, en algún tiempo puede darme muerte, a quien yo tantas veces doy la vida. |
(Vase ARIADNA. Salen Teseo y Fedra) | |
Fedra: | ¿Qué dices? ¿La muerte a Baco le diste tú? |
Teseo: | Sí, Señora, que lo que atestigua el brazo, mal lo negará la boca. Recibí un billete suyo, en que su pasión celosa brevemente se explicaba, por querer presuntuosa remitir la explicación de su cólera a las obras; bien, que expresaba que yo, por gusto o por vanagloria, a las dos os sirvo, y que le ofendo en entrambas cosas; en la opinión con la una, y en el gusto con la otra. El cómo llegar pudiese él a saber nuestra historia, no me toca averiguarlo, aunque sentirlo me toca. Salí, en fin, al desafío, fue mi espada más dichosa, di la muerte; ya lo sabes todo. Pues escucha ahora a lo que vengo. Bien sabes, adorada Fedra hermosa, que desde el primer instante que te vi, te entregué toda el alma, tan sin reservas, que aun mis ansias amorosas no fueron mías, ni pude merecer en las congojas; porque a ninguno le pueden dar mérito ajenas obras, y siendo tuyas las mías pareciera acción impropia si quisiera mi cariño que te obligaras de cosa que era tuya; de manera, que incapaz la vanagloria quedó de poder servirte, pues reducida a una sola acción, la mayor fineza fue no poder hacer otra. [...] [...] |
(Vase Ariadna y Baco se llega a la puerta por donde sale Fedra) | |
Fedra: | ¡Válgame Dios, qué resuelto y valiente es el Amor, pues a una mujer obliga a tan temeraria acción, como que deje a su patria y que abandone su honor por seguir a un hombre! Pero ya imagino que llegó Teseo, pues hacia acá se llega un hombre. ¿Sois vos, Señor? |
Baco: | Pues quién puede ser sino aquel que girasol tan fino es de vuestros rayos, que aun cuando su resplandor con las sombras se disfraza, conoce en la noche al sol. |
Fedra: | Pues vamos, antes que sepa mi padre que fuisteis vos el autor del homicidio. |
Baco: | Seguidme, pues. |
Reflexiona: |
¿A dónde crees que se dirigen con tanta rapidez?
(Vanse apartando y sale Teseo, llegándose a la puerta)
Teseo: | Ya quedó en el puerto prevenida la nave, porque el Amor es agente tan activo que no sufre dilación. En esta puerta me dijo Fedra que esperaba; yo quiero llegar. |
(Sale Ariadna por la misma puerta que salió Fedra) | |
Ariadna: | ¡Qué turbados pasos da mi confusión! ¡Qué mucho, si va en mi culpa tropezando mi temor! Pero acá se acerca un bulto, si no me engaña el horror de la noche; hablarle quiero. ¡Mas, ay, que la turbación me ha dejado el sobresalto, y se ha llevado la voz! |
Teseo: | (¡Vive Dios, que está esperando Aparte a la puerta! ¿Qué valor al suyo iguala?) Señora. |
Ariadna: | ¿Quién es? ¡Ay de mí! |
Teseo: | Yo soy el que soy porque soy vuestro, porque mi ser, de mi amor depende, y a no ser vuestro, pienso que no fuera yo. |
Ariadna: | Pues vamos, porque he sentido en el palacio rumor, y dudo qué pueda ser. |
Teseo: | Vamos. [...] |
(Salen Tebandro y Soldados) | |
Tebandro: | Matadlo si se resiste, que esta orden el Rey ha dado. |
Racimo: | ¿Quién dice que es resistirse el correr más que de paso? |
Tebandro: | Pero ¿qué es esto? En el parque, resueltos y temerarios dos hombres están riñendo. ¿Quién sois vosotros que, osados, os atrevéis de este sitio a quebrantar el sagrado? Daos a prisión. |
Teseo: | Mal conoces mi valor. |
Baco: | Qué mal mis manos conocéis. |
Tebandro: | Pues mueran luego. ¿Qué esperáis? |
Teseo: | Si aquí alentado no me resisto, la vida y a Fedra pierdo. |
Baco: | Si osado no me defiendo, a ArĂŻadna pierdo, y la vida. |
Riñen
Reflexiona: |
¿Por qué crees que sea la riña?
Fedra: | Tirano cielo, acaba, con mi muerte, vida que te ofende tanto. |
Ariadna: | Si blanco infeliz mi vida es de tus tiros airados, y es el blanco el que te ofende, acaba de herir el blanco. |
Soldado 1: | ¿Resistencia a la justicia? |
Sale el rey Minos y acompañamiento | |
Minos: | ¿Qué es esto? ¿En todo el palacio, sólo se escuchan pendencias; sólo se miran estragos? |
Tebandro: | Señor, aquestos dos hombres son, que intentan obstinados resistirse a la justicia. |
Minos: | Pues prendedlos o matadlos. |
Tebandro: | Con estas damas, por quien se estaban acuchillando, según juzgo. |
Minos: | ¿Por mujeres? Prendedlas. |
Teseo: | Ya es el librarnos imposible; pues nos vemos por todas partes cercados. |
Minos: | Descubrid esas mujeres. |
Ariadna: | ¡Cielos, hoy la vida acabo! |
Fedra: | ¡Adiós, infelice vida! [...] |
Reflexiona: |
¿Qué va a pasar con Baco y Teseo?
(Descúbrese)
Señor, si por Ariadna se entrega a la muerte Baco, no será bien que Teseo no haga por Fedra otro tanto. |
|
Fedra: | ¡Ay de mí! ¿Qué es lo que has hecho? |
Ariadna: | (¿Qué miro? ¿Por Fedra osado Aparte se entrega a la muerte? Muera, que mi amor desengañado de su ingratitud, convierte en odio todo el agrado.) |
Baco: | ¡Cielos! ¿Con vida Teseo, y de Fedra amante, cuando le juzgué muerto? Sin duda es ella quien lo ha librado. |
Tebandro: | ¿Es sueño lo que estoy viendo? |
AtÚn: | (Todos se han quedado helados, Aparte y más que pudiera muerto, espanta resucitado.) |
Racimo: | ¿Qué fuera que con Lidoro nos sucediera otro tanto, y tuviéramos en Creta el Día de los Finados? |
Minos: | De suerte me ha suspendido caso tan inopinado, que me usurpa lo admirado las acciones de ofendido. ¿Que estás con vida? ¿Que ha habido tan villana compasión que libertó tu traición? En vano el pecho respira, si cuando busco la ira, topo con la admiración. Hidra que mi enojo incitas, pues cuando mi enojo piensa matar contigo una ofensa, con tantas me resucitas. ¿Por qué mi cólera irritas? ¿No te bastaba, traidor, para agravar mi dolor cuando tu industria me engaña, haber burlado mi saña, sin haber muerto mi honor? ¿Qué más agravios intentas a la sangre hacer, que infamas, si en Atenas la derramas, y en Creta osado la afrentas? ¿Qué engaños nuevos inventas para dejarla agraviada, pues llevándola robada, a tu intención homicida no bastó verla vertida, hasta mirarla afrentada? [...] |
Ariadna: | Aparte. (¿Con Fedra se casa? ¡Ah, ingrato! Murió la esperanza mía. Mas pues no tiene remedio, pagar de Baco la fina atención quiero.) Señor, pues mitigadas, tus iras han perdonado a mi hermana, también yo a tus pies rendida pido perdón, y te aviso de que no fue el homicida Baco, de Lidoro, sino Teseo. |
Reflexiona: |
¿Qué información contenía el papel?
Minos: | ¿No ves que implica, siendo de Baco el papel? |
Ariadna: | Quien lo vio, Señor, lo afirma. - Dílo Atún. |
AtÚn: | Aquí entro yo. (¡Gracias a Santa Lucía, Aparte que tengo lugar de hablar!) Sí, Señor, que mi codicia, pensando que era de Fedra, le llevó el papel. |
Racimo: | No digas más, que también entro yo, que urdí toda la mentira de miedo, y se lo entregué a éste. |
AtÚn: | Y yo por las albricias, a Lidoro lo llevaba, cuando la desdicha mía con mi amo me encontró, que leyendo a toda prisa el papel, no pude oír qué era lo que contenía; y viendo que estaba fresca la nema, y que bien podía cerrarse, volví a cerrarlo, y a Lidoro con la misma ignorancia lo entregué; el cual, luego, echando chispas bajó al Parque; y con mi amo, que también fue... |
Reflexiona: |
¿Cómo va a terminar la obra?
Minos: | No prosigas. Déle la mano, Ariadna a Baco. Y tú, agradecida, a Teseo. |
Fedra: | ésta es mi mano, príncipe. |
Teseo: | Ya a recibirla, el alma, que es vuestra, sale. |
Ariadna: | Y aquésta, Baco, la mía. |
Baco: | En ella me dais, Señora, todo el premio de mis dichas. |
Racimo: | Cintia, ya ves que no ha habido lugar de galanterías de lacayos y fregonas; pero, si quieres ser mía, dispensando de galán las amantes baratijas, aquí estoy. |
Cintia: | Y yo te admito, porque fuera bobería perder aquesta ocasión. |
AtÚn: | Laura, no es bien que la envidia nos quede a nosotros. |
Laura: | Tienes razón; no es bien que baldía, cuando se casan los otros, quede persona tan digna como yo; y así, mi mano es ésta. |
Tebandro: | Y perdón, rendida, os pide la pluma que, contra el genio que la anima, por serviros escribió, sin saber lo que escribía. |
Reflexiona: |
¿Qué parte de la obra te gustó más?, ¿por qué?
¿Cómo se llamó la obra?
Continúa con el Tema 3, de la Unidad 3.