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El desgaste natural de las rocas y suelos, a causa del viento, el agua y las olas del mar, recibe el nombre de erosión.
La fuerza del viento arrastra pedacitos de rocas, hojas, troncos de un lugar a otro, tallando y desgastando tanto lo que arrastra, como el suelo por donde lo desliza. A este tipo de erosión se le conoce como eólica, producida por el viento, pero no representa un problema en nuestro estado, salvo cuando se presenta algún ciclón, tormenta tropical o un huracán, como lo ocurrido en septiembre de 1988 con el huracán “Gilberto” y en septiembre de 2002 con “Isidoro”.
La erosión eólica está condicionada por la falta de vegetación, ya que ésta, por medio de sus raíces, retiene los suelos y con su follaje los cubre, evitando así el arrastre de material suelto de la superficie.
Otra forma importante de erosión es la del agua conocida como erosión hídrica. En Yucatán este tipo de erosión ocurre principalmente por el efecto de las corrientes subterráneas que se forman por el escurrimiento o infiltración del agua de lluvia. Los ríos subterráneos van buscando su salida hacia el mar, desbaratando rocas, provocando en algunos lugares derrumbes del subsuelo que dan origen a los cenotes, como ocurrió con la caída de una enorme capa de terreno en el municipio de Dzilam González en 1987, que dio lugar a un nuevo cenote. De manera parecida se forman las cavernas y grutas.
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Los principales hechos que han llevado a la reducción de la cubierta vegetal y a la disminución de los recursos forestales del estado son, en primer lugar, los ocasionados por las actividades humanas como los desmontes y cambios de uso del suelo para aprovechamiento agrícola, ganadero, construcción y creación de áreas urbanas y rurales, explotación ilegal, como la tala clandestina. También, ocurren cambios por fenómenos naturales como los huracanes, incendios forestales y plagas.
Con la llegada de un huracán, la vegetación se ve seriamente dañada, reduciendo la protección natural que brinda al suelo y dejándolo expuesto a los efectos de la erosión por agua y aire.
En la costa, de manera permanente, la erosión es causada por la acción conjunta del aire y el mar a través del oleaje, y por las corrientes marinas y la marea, ocasionando el arrastre de arena cuando no hay una cobertura vegetal que la retenga, como dunas y manglares.
A las de por sí dañadas playas yucatecas por la erosión se suma el impacto de tormentas y huracanes, como “Isidoro”, cuando decenas de comunidades que estuvieron al paso del meteoro en una franja de 70 kilómetros resultaron seriamente afectadas. Inclusive algunos poblados permanecieron inundados durante más de tres semanas, prolongando e incrementando los daños al ambiente natural, social y económico.
La erosión costera no sólo modifica el paisaje, sino que cambia a tal grado los ecosistemas costeros, que se ha reducido el arribo de tortugas marinas en las playas yucatecas, que por años fueron sitios importantes de anidación. |
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El huracán "Emily" se acerca a la península
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