La parte más superficial de la Tierra, que se conoce como suelo, es el lugar donde habita una gran variedad de microorganismos, y además pueden crecer distintos tipos de plantas. Lo anterior es posible cuando el suelo contiene elementos nutritivos para su desarrollo como: nitrógeno, fósforo, potasio así como agua y materia orgánica, derivada de hojas, animales muertos y microorganismos. Sobre un suelo fértil, es decir, que contenga los nutrientes mencionados, se pueden desarrollar distintos cultivos. En el suelo se desarrolla una parte importante de la vida terrestre y sobre él vive la mayoría de los animales, incluyendo al ser humano.

Las rocas calizas que son el sustrato o base sobre la cual se forma el suelo, al quedar expuestas a la intemperie, permiten la acción de la lluvia, el viento y la temperatura, que en unión de los organismos vivos: plantas y animales, durante miles de años, las van descomponiendo poco a poco en granos pequeños, los cuales dan origen a los componentes principales del suelo como: arenas, limos, arcillas y materia orgánica que proviene de la descomposición de hojas secas y desechos de los animales.
 

A medida que se vayan amontonando estos granos pequeños, sirven de abono y fuente nutritiva para las plantas y, dependiendo de la cantidad que haya, los suelos serán de tipo arenoso, 15 arcilloso, orgánico; este último es rico en elementos nutritivos para las plantas, por lo que se dice que es un suelo fértil.

Una de las características importantes de los suelos de nuestro estado es su grosor, que permite conocerlos como suelos poco profundos o delgados y profundos. Entre más antiguos son los suelos, son más profundos.

 
Los suelos poco profundos, menores de 40 centímetros, son pedregosos, arcillosos, con coloraciones oscuras, conocidos localmente como: box lu’um, tsek’el y púus lu’um; y otros de color rojo como el cháaltun, que se encuentran en la planicie yucateca en el centro y norte del estado; tienen buen drenaje aunque debajo de ellos se localizan grandes rocas o “lajas”.

En estos suelos poco profundos no se puede trabajar con maquinaria agrícola, debido a su abundante contenido de rocas; se pueden cultivar hortalizas que no necesiten mucha profundidad, como sandía, melón, pepino, tomate y chile.

Otro tipo de suelos poco profundo son los orgánicos que contienen residuos de plantas y animales, es decir, materia orgánica y altas cantidades de sales, distribuidos en las cercanías de las costas, junto a las ciénegas.

Los suelos profundos tienen más de 80 centímetros de grosor, no presentan abundancia de rocas, son arcillosos, se hacen pegajosos cuando contienen mucha agua; los colores que tienen van del gris oscuro, como los áak’alche’, hasta el rojo como el k’áankab y ya’axjoom.

Los suelos áak’alche’ son diferentes entre ellos mismos, porque unos tienen arcilla de tipo gris y otros de color amarillo, según la cantidad de hierro que contengan; se pueden trabajar con maquinaria agrícola, siendo buenos para el cultivo de algunas hortalizas, arroz, caña de azúcar y pastos, por su elevada retención de humedad y elementos nutritivos.
 

Los suelos rojos conocidos como k’aankab y ya’axjoom pueden trabajarse con maquinaria agrícola, son buenos para el desarrollo de cultivos como: maíz, frijol, sorgo, inclusive hortalizas, obteniéndose buenos rendimientos, por su gran abundancia de elementos nutritivos. Se encuentran en superficies pequeñas en el oriente y como grandes planicies en el sur del estado.

Otro tipo de suelo profundo son los suelos arenosos, localizados en la región costera. Debido a su cercanía con el mar, contienen grandes cantidades de sales, permitiendo el cultivo del cocotero y el desarrollo de palmeras y manglares; también existen charcas salineras, es decir, depósitos para la obtención de sal.

La importancia que tiene el recurso suelo para el ser humano es que de él obtiene la mayor parte de sus alimentos, mediante el cultivo de diferentes plantas y sobre él realiza muchas de sus actividades productivas.