Entre la tierra firme y el mar hay una serie de ecosistemas intermedios que comparten características de ambos ambientes. Son zonas donde se da enorme riqueza y abundancia de vida, que exigen también adaptaciones especiales a los organismos que las habitan.
La vegetación de dunas costeras originalmente se encontraba a lo largo de la costa, sobre suelos arenosos con altos contenidos de sal debido a su cercanía al mar.
En sitios elevados dentro del manglar, se desarrolla un tipo de vegetación llamada petenes que son formaciones, a modo de “islas”, con árboles altos, como chicozapote, huano, cedro, caoba, huaya y ramón, mezclados con plantas de manglar, como botoncillo blanco y rojo, tulares y pastos. Este tipo de vegetación, necesita contar con la presencia de cenotes, ya que la aportación de agua dulce reduce la salinidad y favorece el desarrollo de árboles de gran talla.
El tule es parecido al pastizal, no presenta nudos y consta de una sola hoja larga, de grosor mayor que la del pasto, por lo general, tulares y pastizales crecen formando comunidades; y son sitios de anidación para algunas aves acuáticas. La selva baja inundable presenta plantas con alturas no mayores de 15 metros. Una parte de ella se mantiene inundada durante algunos meses, recibiendo agua de mar y de lluvias. Entre las plantas que crecen ahí, podemos encontrar palo de tinte, sak káatsim, chukúm, ch’i’imáay y huano.
halcón enano, loro yucateco, flamencos, pelícanos, garzas, gaviotas, martín pescador, platerito manglero, cigüeña jabirú, calandria yucateca, y otros animales diversos como escarabajos, cangrejos, arañas, alacranes, ranas y salamandras. |