Con la conquista española también llegaron a nuestro país las primeras formas de sobre explotación y contaminación de la tierra. El establecimiento de ingenios azucareros y la creación de zonas cañeras significó también un importante daño al ambiente, ya que el proceso de destilación del azúcar requiere el uso de una gran cantidad de agua, dejando a la vez residuos que contaminan el aire y el agua. Se implantó así el monocultivo, agotando el suelo americano; a estas haciendas se les llamaba estancias, eran maiceras y ganaderas, y desde luego, conforme aumentó el número de cabezas de ganado, se requirió aumentar el área de pastoreo, para esto, los habitantes de Yucatán se dieron a la tarea de talar árboles.
Por otra parte, con la llegada de los conquistadores españoles a nuestro estado, la propiedad de la tierra ya no sólo fue comunal, sino que también pasó a ser privada, por lo que muchas tierras de los mayas fueron repartidas.
Durante más de 50 años este recurso no sólo era importante para el estado, sino para el país, ya que era uno de los productos que México vendía en el mercado mundial. Así que muchos propietarios transformaban sus fincas en haciendas henequeneras, y para transportar su producto, construyeron vías para plataformas de ferrocarriles, con lo que destruyeron más vegetación. Con el paso del tiempo, el henequén fue perdiendo terreno en el mercado mundial por la competencia de las fibras sintéticas que empezaron a producirse.
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