Cuando el fuego se extiende de manera libre y no programada sobre la vegetación en bosques, selvas y zonas áridas y semiáridas (en las que llueve poco), se produce un incendio forestal y es necesario apagarlo.

Para que un incendio forestal se produzca se requieren tres elementos que forman el llamado “triángulo del fuego”: combustible, calor y oxígeno, si alguno de ellos falta, el fuego no se produce. El combustible es todo aquello que se puede quemar, como ramas, troncos y hojas secas; el calor puede venir de una colilla de cigarro, de un cerillo o del sol, que actuando sobre un vidrio o cristal puede generar fuego; y el oxígeno se encuentra en el aire.

Generalmente después de un huracán, gran cantidad de vegetación queda derribada en el monte, donde permanecerá hasta secarse, transformándose en combustible. Si el oxígeno siempre está y el sol también, para no contribuir al desarrollo de estos incidentes, evitemos tirar cerillos, colillas, envases y cualquier otra basura, en el monte y a las orillas de las carreteras: la selva y sus habitantes nos lo agradecerán, y las personas que habitan en las comunidades cercanas no tendrán que soportar las consecuencias de los incendios, como el humo y el incremento de la temperatura.

En 2003 los incendios forestales en Yucatán se intensificaron.

Con base en el tipo de combustible, se conocen tres tipos de incendios forestales:

Superficial. El fuego se propaga en forma horizontal sobre la superficie del terreno, afectando pastizales, hojas, ramas, que se encuentran desde la superficie del suelo y hasta 1.5 metros de altura. Son los incendios más comunes.

Subterráneo. El fuego se inicia en forma superficial, propagándose bajo el suelo mineral debido a la acumulación y compactación de combustibles, como raíces, hojas y otros materiales vegetales.

 

Aéreo. Se inicia en forma superficial, transformándose en “de copa” o aéreo debido a la continuidad vertical de los combustibles del suelo hacia las copas de los árboles, se presentan con fuertes vientos y en lugares de pendientes muy pronunciadas, por lo que su propagación es tanto de copa en copa de los árboles como en la vegetación superficial. En estos incendios, el fuego consume la totalidad de la vegetación, son muy destructivos, peligrosos y difíciles de controlar.