De acuerdo con el relato, “El maya y la miel”, los mayas utilizaban la miel de abeja para endulzar sus bebidas y aderezar sus postres. También le atribuían usos terapéuticos. Además de la miel, las abejas elaboran otros productos que no sólo son aprovechados por ellas, sino
también por el ser humano, como son: la jalea real, la cera, el polen y el propóleo. El ser humano la utiliza como reconstituyente vital del organismo. Actúa sobre la piel renovando las células y tonificando los tejidos. Cera. Es una sustancia blanca producida por las abejas para la construcción de los panales. Se emplea principalmente para hacer velas y productos de belleza. Polen. Es un conjunto de granos diminutos que recogen las abejas de las flores y les sirve como complemento para su alimentación. Es rico en proteínas, azúcares, almidón y cenizas. Contiene vitaminas como A, B2, B6, B12, C, D y E, y proteínas. Se utiliza como regulador del intestino para los que padecen estreñimiento crónico. En casos de anorexia es utilizado para regular el apetito. También sirve para atenuar el nerviosismo y cansancio. Propóleo. Es una sustancia resinosa compuesta por aceites, cera y polen. Las abejas lo recolectan de la corteza de los árboles y lo usan en sus colmenas como sellador y desinfectante. Se emplea para combatir problemas de la vías respiratorias, tales como bronquitis, tos y carraspera en niños y adultos. Lubrica y refresca la garganta irritada y combate problemas de mal sabor y olor de boca. Miel. Sustancia viscosa, amarillenta y muy dulce que producen las abejas al transformar en su estómago el néctar de las flores. Lo sacan por su boca para llenar con él los panales, para que sirva de alimento a las crías. Se utiliza como endulzante y energizante.
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