2. Todas y todos tenemos derechos sexuales

A decidir de forma libre sobre mi cuerpo



Existen diversas formas de vivir la sexualidad.

Tengo derecho a que se respeten las decisiones que tomo sobre mi cuerpo y mi sexualidad. Soy responsable de mis decisiones y actos. Nadie debe presionar, condicionar ni imponer sus valores particulares sobre la forma en que decido vivir mi sexualidad.

A ejercer y disfrutar plenamente mi vida sexual



El disfrute pleno de mi sexualidad es fundamental para mi salud y bienestar físico, emocional y social.

Tengo derecho a vivir cualquier experiencia, expresión sexual o erótica que yo elija, siempre que sea lícita, como práctica de una vida emocional y sexual plena y saludable.

Nadie puede presionarme, discriminarme, inducirme al remordimiento o castigarme por ejercer o no actividades relacionadas con el disfrute de mi cuerpo y mi vida sexual.

A manifestar públicamente mis afectos



Las expresiones públicas de afecto promueven una cultura armónica afectiva y de respeto a la diversidad sexual.
Tengo derecho a ejercer mis libertades individuales de expresión, manifestación, reunión e individualidad sexual y cultural, independientemente de cualquier prejuicio. Puedo expresar mis ideas y afectos sin que por ello nadie me discrimine, coarte, cuestione, chantajee, lastime, amenace o agreda verbal o físicamente.

A decidir con quién compartir mi vida y mi sexualidad



Existen varios tipos de familias, uniones y convivencia social.

Tengo derecho a decidir libremente con quién compartir mi vida, mi sexualidad, mis emociones y afectos.

Ninguna de mis garantías individuales debe ser limitada por esta decisión.

Nadie debe obligarme a contraer matrimonio o a compartir con quien yo no quiera mi vida y mi sexualidad.

Al respeto de mi intimidad y mi vida privada



Mi cuerpo, mis espacios, mis pertenencias y la forma de relacionarme con las y los demás son parte de mi identidad y privacía.

Tengo derecho al respeto de mis espacios privados y a la confidencialidad en todos los ámbitos de mi vida, incluyendo el sexual.

Sin mi consentimiento, ninguna persona debe difundir información sobre los aspectos sexuales de mi persona.

A vivir libre de violencia sexual



Cualquier forma de violencia hacia mi persona afecta el disfrute pleno de mi sexualidad.

Tengo derecho a la libertad, a la seguridad jurídica y a la integridad física y psicológica. Ninguna persona debe abusar, acosar, hostigar o explorarme sexualmente. El Estado debe garantizarme el no ser torturada/o, ni sometida/o o maltrato físico, psicológico, acoso o explotación sexual.

A la igualdad de oportunidades y a la equidad



Las mujeres y los hombres jóvenes, aunque diferentes, somos iguales ante la ley. Como joven, tengo derecho a un trato digno y equitativo y a gozar de las mismas oportunidades de desarrollo personal integral.

A vivir libre de toda discriminación



Las y los jóvenes somos diversos y, por tanto, tenemos diferentes formas de expresar nuestras identidades.
Tengo derecho a que no se me discrimine por mi edad, género, sexo, preferencia, estado de salud, religión, origen étnico, forma de vestir, apariencia física o por cualquier otra condición personal.

Cualquier acto discriminatorio atenta contra mi dignidad humana.

El Estado debe garantizarme la protección contra cualquier forma de discriminación.

A la información completa, científica y laica sobre la sexualidad



Para decidir libremente sobre mi vida sexual necesito información.

Tengo derecho a recibir información veraz no manipulada o sesgada. Los temas relativos a la información sobre sexualidad deben incluir todos los componentes de esta: el género, el erotismo, los vínculos afectivos, la reproducción y la diversidad.

El Estado debe brindar información laica y científica de manera continua de acuerdo con las necesidades particulares de las y los jóvenes.

A la educación sexual



La educación sexual es necesaria para el bienestar físico, mental y social, y para el desarrollo humano de ahí su importancia para las y los jóvenes.

Tengo derecho a una educación sexual sin prejuicios que fomente la toma de decisiones libre e informada, la cultura del respeto, la dignidad humana, la igualdad de oportunidades y la equidad.


Los contenidos sobre sexualidad en los programas educativos del Estado deben ser laicos y científicos estar adecuados a las diferentes etapas de la juventud y contribuir a fomentar el respeto a la dignidad de las y los jóvenes.

A los servicios de salud sexual y a la salud reproductiva



La salud es el estado de bienestar físico, mental y social de las personas.

Tengo derecho a recibir los servicios de salud sexual gratuitos oportunos, confidenciales y de calidad.

El personal de los servicios de salud pública no debe negarme información o atención bajo ninguna condición y éstas no deben ser sometidas a ningún prejuicio.

A la participación en las políticas públicas sobre sexualidad



Como joven puedo tener acceso a cualquier iniciativa, plan o programa público que involucre mis derechos sexuales y a emitir mi opinión sobre los mismos.

Tengo derecho a participar en el diseño, instrumentación y evaluación de políticas públicas sobre sexualidad, salud sexual y reproductiva; a solicitar a las autoridades gubernamentales y a las instituciones públicas que construyan y promuevan los espacios y canales necesarios para mi participación; así como asociarme con otras/os jóvenes para dialogar, crear y promover acciones propositivas para el diseño e instrumentación de políticas públicas que contribuyan a mi salud y bienestar.

Ninguna autoridad o servidor público debe negarme o limitarme, de manera injustificada, la información o participación referente a las políticas públicas sobre sexualidad.


Fundación Mexicana para la Planeación Familiar,
Gente joven Programa de trabajo.

www.mexfam.org.mx