Planificación
Planeamos porque queremos acercarnos a un bien deseado y porque queremos avanzar paso a paso y hacer uso, de la mejor manera posible, del tiempo y los recursos con los que contamos. Planeamos porque queremos que las cosas nos salgan como las deseamos, porque queremos que nuestra energía y nuestros recursos nos den el mejor de los frutos.
Muchas de nuestras acciones pueden ser planeadas: podemos planear una celebración, un viaje, nuestros estudios, la construcción de una casa, el establecimiento de un proyecto productivo. Tanto las decisiones aparentemente simples como las más trascendentes para nuestras vidas pueden ser planeadas.
También podemos planear nuestra familia. En
nuestra sociedad, cuando hablamos de planear la familia usamos el término
"planificación". Utilizamos la palabra planificar como
sinónimo de planear.
Todas las personas podemos planificar:
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El momento de nuestras vidas en el que queremos unirnos en pareja. |
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El momento de nuestras vidas en el que queremos tener a nuestro primer hijo. |
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El tiempo que queremos dejar pasar entre un hijo y otro. |
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El número total de hijos que queremos tener. |
La planificación familiar es un proceso que permite a la pareja, mediante el conocimiento de sus aspiraciones, necesidades y posibilidades con las que cuenta para satisfacerlas, tomar decisiones y llevar acabo acciones que la conduzcan a vivir como verdaderamente lo deseen; procurando siempre el desarrollo y bienestar de todos y cada uno de los miembros de la familia; influyendo en la calidad de vida que podemos ofrecer a las hijas e hijos que decidimos tener.
Tener conciencia de lo que queremos en relación con nuestra vida en pareja y nuestra vida reproductiva, es el primer paso de la planificación familiar. A partir de ahí es que damos los siguientes pasos.
Planificación familiar, en: Planificación. Cuadernillos de Población. CONAPO, México,1999, págs. 23-24
Algunas acciones básicas de Planificación Familiar
Las estrategias nos dicen cómo podemos alcanzar un propósito deseado. Las personas podemos diseñar estrategias para ganar un partido de futbol, para conseguir un financiamiento, para formar parte de un equipo de investigación, para resistir una epidemia o para llegar a la Luna, por ejemplo.
No existe una sola estrategia para alcanzar un objetivo:
puede haber diez o más alternativas. Las estrategias son "buenas"
en la medida en que nos permiten avanzar hacia nuestro fin deseado
con la menor cantidad de energía y recursos y en un tiempo adecuado
a nuestras necesidades.
Hay cuatro estrategias básicas de planificación
familiar.
Retraso de la unión

El matrimonio, la unión de pareja, pide la concurrencia de un hombre y una mujer capaces de conocer sus propias ideas y sentimientos, de expresarlos con asertividad, de interesarse por las ideas y los sentimientos del otro y de tomarlos en cuenta. La vida en pareja supone nuevos deberes, derechos y responsabilidades. La decisión de casarse o unirse en pareja es una decisión que a cada persona le corresponde asumir.
Cuando los novios retrasan el matrimonio o la unión dejan un tiempo abierto a numerosas posibilidades: conocerse mejor como personas, estudiar, aprender un oficio, terminar algún proyecto iniciado, tejer una red social de apoyo y pertenencia o, tal vez, crecer un poco más, madurar y alcanzar la edad adulta, por ejemplo.
Quienes retrasan su matrimonio o unión no
tienen que dejar de verse, no tienen que dejar de compartir sus opiniones,
sus emociones, sus experiencias. Sólo tienen que esperar un tiempo
antes de celebrar su unión como pareja.
Retraso del primer embarazo

El matrimonio o la unión en pareja no necesariamente tiene que traer como consecuencia inmediata el nacimiento de un hijo o una hija. Es cierto que en nuestra sociedad muchas veces se ejerce presión sobre los recién casados: con bromas, con insinuaciones, con insistencias, se les hace sentir algunas veces que no funcionan como deberían, que no logran lo que de ellos se espera, que en cierto modo defraudan a la familia y a los amigos porque no se convierten de inmediato en padres.
Sin embargo, la vida de los recién casados está llena de sorpresas y requiere de múltiples aprendizajes. El paso de la soltería al matrimonio trae consigo la necesidad de realizar una serie de adaptaciones, de ajustes, de reacomodos que permitan a los miembros de la pareja seguir siendo ellos mismos, seguir desarrollándose, seguir cumpliendo con sus proyectos de vida, al mismo tiempo que se apoyan y se alientan uno al otro para realizar sus proyectos en común. Esta serie de cambios sólo se logra con el paso del tiempo. Nadie puede apurar la adaptación. El tiempo es el mejor consejero de las parejas recién formadas.
Las mujeres muy jóvenes, cuando retrasan su primer embarazo, están contribuyendo a su salud y a la de sus futuros hijos. Se sabe, por ejemplo, que los hijos de madres adolescentes tienen mayores probabilidades de nacer antes de tiempo y con bajo peso.
Además, quienes esperan un tiempo antes de
tener su primer hija o hijo se conceden el privilegio de conocerse y adaptarse
a la vida en común, de encontrar los propios espacios personales
y respetar los del otro, de construir, valorar y desarrollar espacios
comunes y círculos sociales. Por otro lado, le conceden al hijo
o la hija que todavía no nace, el privilegio de llegar al seno
de una pareja que ha tenido tiempo de establecer una relación satisfactoria,
armoniosa y llena de respeto.
Espaciamiento de los nacimientos

Otra de las estrategias fundamentales de la planificación familiar es el espaciamiento de los nacimientos. Espaciar los embarazos significa dejar pasar el tiempo determinado entre el nacimiento de un hijo y el nacimiento del siguiente hijo. Quiere decir evitar que los hijos nazcan año tras año.
El espaciamiento puede contribuir a reducir los riesgos para la salud del recién nacido y de la madre. Por una parte, el cuerpo de la madre tiene tiempo de recuperarse del embarazo anterior y, por la otra, se reducen los riesgos de que el bebé deje de ser amamantado prematuramente.
Esta separación permite a la pareja adaptarse a los cambios que ocurren en las familias cuando llega el primer hijo. Horarios, tareas, espacios, rutinas, tiempos, todo cambia en una casa con los recién nacidos. Además de aprender a ser papá y a ser mamá, los cónyuges tienen que aprender a compartir su vida personal y familiar con un hijo o hija recién llegado. Tienen que volver a reflexionar acerca de sí mismos y acerca de sus proyectos personales y familiares. Todo esto necesita diálogo, compresión y tiempo; el tiempo que les ofrece la estrategia de esperar antes de decidir un nuevo embarazo.
En cuanto a las niñas y los niños,
el espaciamiento de los embarazos ofrece, al que ya nació, la oportunidad
de gozar a plenitud del tiempo, el cariño, la atención y
la ilusión de sus padres y, al que todavía no nace, el privilegio
de llegar, cuando llegue, a una familia que lo está esperando,
que desea que nazca porque lo planificó.
La familia deseada

Cuando las personas que forman una pareja sienten y piensan que ya tienen
la familia que desean, pueden recurrir a la cuarta estrategia básica
de planificación familiar: limitar de manera definitiva el número
de hijos.
Antes de decidir adoptar esta estrategia, la pareja necesita realizar una profunda reflexión personal y llevar a cabo un sincero y cariñoso diálogo. También puede pedir asesoría especializada en las clínicas y centros de salud. Puede pedir una o varias citas para preguntar, reflexionar y para tener el tiempo suficiente que le permita tomar una decisión madura, sin dejarse llevar por una emoción o una idea pasajera. Es importante decidir con claridad, información, responsabilidad y libertad. Nadie debe obligar a las personas y parejas a tomar una decisión en contra de su libre voluntad, de la misma manera en la que nadie debe impedir que tomen la opción que responsablemente, prefieran.
Estrategias de Planificación Familiar, en:
Planificación. Cuadernillos de Población. CONAPO, México,1999,
págs. 47- 53
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