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Todas y todos tenemos derechos sexuales |
A decidir de forma libre sobre mi cuerpo 
Existen diversas formas de vivir la sexualidad.
Tengo derecho a que se respeten las decisiones que tomo sobre mi cuerpo y mi sexualidad. Soy responsable de mis decisiones y actos. Nadie debe presionar, condicionar ni imponer sus valores particulares sobre la forma en que decido vivir mi sexualidad.
A ejercer y disfrutar plenamente mi vida sexual

El disfrute pleno de mi sexualidad es fundamental para mi salud y bienestar físico, emocional y social.
Tengo derecho a vivir cualquier experiencia, expresión sexual o erótica que yo elija, siempre que sea lícita, como práctica de una vida emocional y sexual plena y saludable.
Nadie puede presionarme, discriminarme, inducirme al remordimiento o castigarme por ejercer o no actividades relacionadas con el disfrute de mi cuerpo y mi vida sexual.
A manifestar públicamente mis afectos

Las expresiones públicas de afecto promueven una cultura armónica afectiva y de respeto a la diversidad sexual.
Tengo derecho a ejercer mis libertades individuales de expresión, manifestación, reunión e individualidad sexual y cultural, independientemente de cualquier prejuicio. Puedo expresar mis ideas y afectos sin que por ello nadie me discrimine, coarte, cuestione, chantajee, lastime, amenace o agreda verbal o físicamente.
A decidir con quién compartir mi vida y mi sexualidad

Existen varios tipos de familias, uniones y convivencia social.
Tengo derecho a decidir libremente con quién compartir mi vida, mi sexualidad, mis emociones y afectos.
Ninguna de mis garantías individuales debe ser limitada por esta decisión.
Nadie debe obligarme a contraer matrimonio o a compartir con quien yo no quiera mi vida y mi sexualidad.
Al respeto de mi intimidad y mi vida privada

Mi cuerpo, mis espacios, mis pertenencias y la forma de relacionarme con las y los demás son parte de mi identidad y privacía.
Tengo derecho al respeto de mis espacios privados y a la confidencialidad en todos los ámbitos de mi vida, incluyendo el sexual.
Sin mi consentimiento, ninguna persona debe difundir información sobre los aspectos sexuales de mi persona.
A vivir libre de violencia sexual

Cualquier forma de violencia hacia mi persona afecta el disfrute pleno de mi sexualidad.
Tengo derecho a la libertad, a la seguridad jurídica y a la integridad física y psicológica. Ninguna persona debe abusar, acosar, hostigar o explorarme sexualmente. El Estado debe garantizarme el no ser torturada/o, ni sometida/o o maltrato físico, psicológico, acoso o explotación sexual.
A la igualdad de oportunidades y a la equidad

Las mujeres y los hombres jóvenes, aunque diferentes, somos iguales
ante la ley. Como joven, tengo derecho a un trato digno y equitativo y
a gozar de las mismas oportunidades de desarrollo personal integral.
A vivir libre de toda discriminación

Las y los jóvenes somos diversos y, por tanto, tenemos diferentes
formas de expresar nuestras identidades.
Tengo derecho a que no se me discrimine por mi edad, género, sexo,
preferencia, estado de salud, religión, origen étnico, forma
de vestir, apariencia física o por cualquier otra condición
personal.
Cualquier acto discriminatorio atenta contra mi dignidad humana.
El Estado debe garantizarme la protección contra cualquier forma de discriminación.
A la información completa, científica y laica sobre la sexualidad

Para decidir libremente sobre mi vida sexual necesito información.
Tengo derecho a recibir información veraz no manipulada o sesgada. Los temas relativos a la información sobre sexualidad deben incluir todos los componentes de esta: el género, el erotismo, los vínculos afectivos, la reproducción y la diversidad.
El Estado debe brindar información laica y científica de manera continua de acuerdo con las necesidades particulares de las y los jóvenes.
A la educación sexual

La educación sexual es necesaria para el bienestar físico, mental y social, y para el desarrollo humano de ahí su importancia para las y los jóvenes.
Tengo derecho a una educación sexual sin prejuicios que fomente la toma de decisiones libre e informada, la cultura del respeto, la dignidad humana, la igualdad de oportunidades y la equidad.
Los contenidos sobre sexualidad en los programas educativos del Estado deben ser laicos y científicos estar adecuados a las diferentes etapas de la juventud y contribuir a fomentar el respeto a la dignidad de las y los jóvenes.
A los servicios de salud
sexual y a la salud reproductiva
La salud es el estado de bienestar físico, mental y social de las
personas.
Tengo derecho a recibir los servicios de salud sexual gratuitos oportunos,
confidenciales y de calidad.
El personal de los servicios de salud pública no debe negarme información
o atención bajo ninguna condición y éstas no deben
ser sometidas a ningún prejuicio.
A la participación
en las políticas públicas sobre sexualidad
Como joven puedo tener acceso a cualquier iniciativa, plan o programa
público que involucre mis derechos sexuales y a emitir mi opinión
sobre los mismos.
Tengo derecho a participar en el diseño, instrumentación
y evaluación de políticas públicas sobre sexualidad,
salud sexual y reproductiva; a solicitar a las autoridades gubernamentales
y a las instituciones públicas que construyan y promuevan los espacios
y canales necesarios para mi participación; así como asociarme
con otras/os jóvenes para dialogar, crear y promover acciones propositivas
para el diseño e instrumentación de políticas públicas
que contribuyan a mi salud y bienestar.
Ninguna autoridad o servidor público debe negarme o limitarme,
de manera injustificada, la información o participación
referente a las políticas públicas sobre sexualidad.
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