En los menores de 18 meses hasta los de 3 años.

 

¿Cómo hablan y se comunican los menores?

El lenguaje se desarrolla en forma natural y espontánea para todos los menores del mundo, no importa cuál sea su lengua materna.

El primer medio de comunicación sonora de sus necesidades es el llanto; comienzan a hacer sonidos bucales o con la garganta de manera espontánea primero; y repetitiva, después gu-gu, hasta pronunciar sílabas, formar frases de dos, tres o cuatro palabras y a expresarse con oraciones completas. Sin embargo, muchos pequeños presentan durante su desarrollo algunos problemas de lenguaje, en la mayoría de los casos fáciles de corregir si se detectan y atienden atención a tiempo.

En la producción de sonidos intervienen la nariz, la lengua, la garganta y los músculos de las mejillas, a veces actúan juntos o separados, según el sonido.

Respirar y soplar:

Invítelo a beber algún líquido con un popote, indíquele que detenga y saque el aire varias veces al sorber.

Pídale que imite sonidos de animales, que saque la lengua, la mueva hacia la derecha, hacia la izquierda, arriba y abajo, que la haga taquito; póngale en un platito miel o cajeta para que la lama; que sople bolitas de papel o burbujas de jabón. Con ello logra que los menores tengan una buena respiración y que aprendan a pronunciar sonidos diferentes.

Realice, junto con los menores, gestos y muecas para ejercitar labios, dientes, lengua y mejillas.

Platique y juegue con ellos

Es esencial el intercambio verbal entre los familiares y los pequeños: hágale preguntas, déle explicaciones sencillas y claras, cuéntele historias, participe en sus juegos para que desarrollen su lenguaje y aprendan a interactuar con otros, exprese sus sentimientos y aprenda a usar su imaginación.

Escúchelo atentamente para que observe cómo pronuncia las palabras, corríjalo con cariño y afecto y estimúlelo a seguir adelante.
Utilice frases cortas y claras, es preferible decir “a bañar” que “¿te quieres bañar?”

Mejoramos la pronunciación

Para pronunciar bien es necesario que los menores aprendan la correcta posición de los órganos que intervienen en la producción de determinado sonido; por ejemplo: para el sonido de la eme Mmmm tienen que estar los labios superior e inferior juntos y la salida del aire hace vibrar los músculos de las mejillas, labios y fosas nasales.
Colóquese con el menor frente a un espejo y, a manera de juego, exagere la pronunciación de algunas palabras, divídalas en sílabas, por ejemplo, mma-mmá, invítelo a que lo repita, a que le toque los labios, la garganta y la nariz, y a que cuando lo repita se toque también. Repita el ejercicio con muchas palabras, ellos lo disfrutarán mucho.

Haga que repita con palabras sílabas  compuestas como: plato, brazo, es decir, “pla-to”, “bra-zo”, a la vez que le muestra la imagen u objeto correspondiente, y que vea cómo usted coloca los labios y los dientes; téngale calma.
Hable, cante y lea con el pequeño.

Conversen, canten y lean juntos, tan seguido como puedan.

  Téngale mucha paciencia, insista con cariño en que pronuncie correctamente. No le adivine el pensamiento.  

Puede hacer en una hoja con letras grandes el nombre de cada objeto de la casa: mesa, libro, silla o ventana. Repita junto con el menor el nombre de cada objeto y que éste lo pegue donde corresponda. Repita la situación con aquellos nombres que se le dificultan.

Fomente la articulación de frases y expresiones sencillas, en la medida en que se enriquece el vocabulario del menor. Señale el objeto o la figura y al mismo tiempo diga la palabra, como: la casa, el árbol, tus zapatos, mi taza, tu blusa, siéntate ahí.

Salúdelo todos los días por su nombre, invítelo a que le conteste: “buenos días papá o mamá”. Haga que el menor practique su nombre frente al espejo al mismo tiempo vez que lo señala.

Nárrele cuentos cortos y pídale que le diga de qué tratan y cuáles son los personajes que intervienen en la historia. Escúchelo con atención.

Haga que converse con otros pequeños. Insista con cariño en la correcta pronunciación de las palabras y guíelo para que diga frases completas. Si dice “leche”, insista en que diga “quiero mi leche”.

Tome en cuenta que todas las cosas tienen un nombre y que para expresar las ideas, sentimientos y emociones los menores necesitan comunicarse por medio de la palabra.