Los juego que les presentamos a continuación son apenas una probadita para que empiecen a hacer amigos, y para que se tomen el tiempo de compartir, de convivir y comunicarse con los niños.
 
 
Jugar es cosa fácil, ya lo verán. Y si tiene alguna duda, acérquense a los niños, porque para jugar: ¡los niños se pintan solos! Ellos juegan todo el tiempo, corren, brincan, cantan y vuelven cualquier cosa un gran acontecimiento.


Observa a los niños cuando juegan nos ayudará a entender mejor sus juegos y a conocerlos aún más. Descubriremos, con sorpresas, cuánto desconocemos de los gustos, temores, fantasías y sueños de los niños.

Cualquier adulto puede jugar, pero pocos saben hacerlo con respeto y disposición para permitir a los niños que desarrollen su independencia, seguridad y libertad.

 
Cuando jugamos, siempre hay niños que se integran con mayor facilidad al grupo y a los juegos. Pero también hay niños que tienen vergüenza o sienten que no podrán realizarlo. El adulto puede apoyarlos mucho, motivando su participación y ganando su confianza. Si aún así, los niños no quieren jugar, no debemos obligarlos a participar, ni hacerlos sentir mal. Quizás más adelante, la alegría de los demás los contagie y se animen a participar.

 

Debemos tener muy claro que si nos sumamos a las burlas y fomentamos la discriminación, estaremos promoviendo una actitud de intolerancia y menosprecio; actitud que en nada ayuda al aprendizaje de una convivencia respetuosa y tolerante entre los niños.

Si por el contrario, queremos fomentar estos valores de respeto y hermandad, nuestro ejemplo puede más que mil palabras.


Hay juegos donde a unos les toca ganar y a otros perder. Pero no debemos armar alboroto por esto. Si no le damos la importancia, los niños descubrirán que ganar o perder es algo que puede sucederle a uno o a otro, y que lo más importante es gozarla en grande y compartir un buen rato con nuestros amigos.
 

¡VIVA!  ¡¡GANAMOS!!
PERDIMOS

 
Los adultos podemos aprender y aportar mucho al juego; pero debemos tener cuidado de no imponer nuestra presencia de adulto sobre ello. La mejor manera de compartir un juego con los niños es participar en los juegos como un jugador más, que se somete a las reglas como cualquier otro.