12. Dos formas diferentes de arbritraje
El Tribunal de las Aguas
En Valencia, España, el Tribunal de las Aguas representa una de las más antiguas y sólidas instituciones populares para regular un conflicto en ese país. La región se conoce históricamente por su riqueza agraria; sin embargo, el agua no abunda, por lo tanto, se debe explotar de manera rigurosa.
Para obtener el agua, los campesinos deben seguir un orden, respetar turnos precisos, las proporciones acordadas, sin despilfarros, y con cuotas proporcionales. Para ello cuentan con una organización con un enfoque jurídico muy claro. Desde los tiempos del rey Jaime I (1239) el uso individual del riego ha sido regulado. El agua de la región se considera propiedad comunal y un derecho que va unido al de la tierra. Antiguamente, la escasez de agua había sido la causa de continuos desacuerdos y disputas entre los campesinos. Para hacer frente a este problema se estableció el Tribunal de las Aguas.
Este tribunal está formado por siete síndicos o jueces elegidos de entre los mismos campesinos. Cada uno representa a una de las siete acequias mayores de Valencia. Todos los jueves, a las 11:30 se abre el tribunal para atender las quejas y denuncias que durante la semana se hayan producido, y dar una decisión arbitral, inapelable que resolverá el problema. Se trata, desde luego, de un tribunal popular creado por el pueblo para regular el tipo de conflicto más importante y constante en esa región: el uso del agua.
El tribunal ha sido motivo de orgullo de los lugareños durante siglos, y se le concede el máximo respeto. No es una institución puesta desde fuera, sino que sale de su misma vida y estructura cultural para hacer frente a una necesidad muy concreta. Hasta la fecha, todos los jueves, el tribunal sigue atendiendo las quejas.
El proceso jurídico zapoteca
En las montañas de Oaxaca, en el pueblo zapoteca de Ralu’a se cuenta con un modo judicial muy particular de resolver conflictos. Las instituciones responsables de ello son una combinación de procesos y culturas indígenas y de tradición hispana. El proceso jurídico va ligado principalmente a tres puestos municipales: presidente, alcalde y síndico.
El proceso inicia con el nombramiento popular de varios hombres casados (o mayores de 21 años). Son nombrados por su experiencia y capacidades y no por su prestigio social o económico, pero sobre todo, porque se les considera capaces de “buscar el equilibrio”. La idea zapoteca de lo que es el equilibrio o balance tiene un sentido interesante. No es el ideal de “ojo por ojo”, sino el de buscar que se restablezca el equilibrio en las relaciones interpersonales. Una vez nombrados mediante una elección en la que votan las ciudadanas y los ciudadanos, se eligen los tres servidores que trabajarán durante un año.
La manera de tomar decisiones y rendir juicios es parecida a un proceso de negociación. Para llegar a sus juicios y sentencias, el presidente suele orientarse por lo que considera que puede ser aceptable para ambas partes en conflicto. Esto significa que el proceso es interactivo porque las partes no sólo presentan sus quejas y defensas, sino que negocian entre ellas, con la ayuda del presidente, con el fin de llegar a un acuerdo.
En otros casos, en forma más arbitral, el presidente emite el juicio y la sentencia. Uno de los criterios para la decisión es el de “hacer un balance” para asegurar que el problema se termine. Esto significa el reconocimiento de que, en los conflictos interpersonales y comunitarios, un juicio que no considera los sentimientos, deseos y necesidades de ambas partes, no servirá para resolverlos. De la misma manera, se debe descubrir qué ocasionó el problema, pues éste puede incluir varios problemas interconectados que dañan las relaciones.
La finalidad del proceso no es hallar culpables, sino restaurar las relaciones entre las personas; se mira menos hacia el pasado para saber quién hizo mal, y más hacia el futuro y el presente de la convivencia.
* Lederach, Juan Pablo. Enredos, pleitos y problemas. Una guía práctica para ayudar a resolver los conflictos. Guatemala, Ediciones Clara-Semilla, 1996, pp.10-15.