Costumbres, medio ambiente y salud

México tiene en su territorio (1 958 201 kilómetros cuadrados) la mayoría de los paisajes naturales que es posible encontrar en el planeta. Por su ubicación geográfica, nuestro país se encuentra entre el paisaje tropical de Centroamérica y el Caribe, y el subtropical y templado de Norteamérica. Esto es causa de que la flora y la fauna de ambas regiones se reproduzcan en nuestro territorio.

Tan sólo en lo que al reino vegetal se refiere, se calcula que en México existen aproximadamente 30 mil especies de árboles, arbustos, plantas con flores y hierbas. En comparación, países como Estados Unidos, que tienen una extensión territorial superior a la nuestra, no alcanzan las 20 mil especies.

Si consideramos a la fauna, México es rico en especies de vertebrados e insectos. En el caso de las aves, por ejemplo, la variedad es extraordinaria, ya que en ciertas regiones coinciden las especies locales con las migratorias, como los patos que huyen del invierno canadiense o americano. Se han registrado 35 especies de cisnes y patos que llegan a pasar el invierno en nuestro país.

A pesar de ello, la flora y la fauna no están correctamente protegidas. En algunos casos, la cacería y la depredación han disminuido la población de ciertas especies animales. En otros casos, la tala indiscriminada, la contaminación del aire, del agua y del suelo, amenazan la vida de nuestros bosques y selvas. Ya sea por hábitos o costumbres, por descuidos inconscientes o por ignorancia, hemos modificado peligrosamente nuestro medio ambiente.


Cambios en el área rural

Algunos cambios en las áreas rurales comenzaron cuando se incrementaron actividades económicas como la agricultura y la ganadería de pastoreo. Tan sólo en la región del Bajío, que comprende a estados como Michoacán, Guanajuato y Querétaro, ha desaparecido casi toda la vegetación original. Antes existía en esa zona un bosque (o selva) tropical. La vegetación actual no alcanza ni el 45 por ciento de las especies originales. En consecuencia, la fauna también ha disminuido.

La minería también afectó los bosques en los alrededores de Guanajuato, Pachuca y Zacatecas. En la mayoría de las ciudades mineras hubo una alteración considerable de la vegetación circundante.

Asimismo, el medio ambiente se deterioró con el desarrollo de la agricultura, la minería y la ganadería, que produjeron el aumento de la población y el establecimiento de ciudades. El desconocimiento de la naturaleza y los malos hábitos, como arrojar la basura a los terrenos baldíos o causar encharcamientos de agua en la calle, son causas de alteración del medio ambiente, y de daños a la salud por enfermedades infecciosas.

Actividades tradicionales como la cacería o la quema de plantíos también han contribuido a afectar la naturaleza. Algunas especies animales han sido protegidas en reservas o parques nacionales debido a que están en peligro de extinción. Se considera que son alrededor de 150 las especies que peligran, entre ellas: el venado cola blanca, el faisán, el conejo de los volcanes y el perro de las praderas. A otras especies se les protege estableciendo la prohibición de cazarlas y pescarlas durante la época en que se están reproduciendo; a esta prohibición se le llama veda.

El fuego ha sido utilizado por los agricultores, pastores y cazadores con varios propósitos, por ejemplo: quemar los terrenos para limpiarlos o desmontarlos, para eliminar residuos agrícolas, para destruir malezas, para facilitar el crecimiento de renuevos verdes para el ganado o para acorralar animales y hacer que salgan de las guaridas.

Esta forma de usar el fuego ha tenido graves consecuencias para nuestro medio ambiente.

Algunos incendios forestales que han afectado grandes extensiones de bosque o selva, han sido provocados por fuegos que escapan al control de los agricultores, por descuido o por actos de vandalismo. Se considera que los bosques de coníferas han desaparecido en una superficie equivalente al 50 por ciento de su área original, que comprendía 12 millones de hectáreas. Éste es un ejemplo alarmante.

Además, el fuego también afecta la fertilidad del suelo, ya que aniquila ciertos nutrientes de la tierra y empobrece así la productividad y la variedad de cultivos de la región afectada. Este fenómeno trae consigo la descomposición de la flora y la fauna originales, al desaparecer semillas, larvas y nidos.

La tala y la explotación de los bosques no es menos despiadada. Aunque los bosques de coníferas, pino y encino cubren aproximadamente el 15 por ciento del territorio nacional, la explotación de la madera, la leña, la resina y el carbón ha disminuido exageradamente el número de sus árboles. Tan sólo en el siglo XX se perdieron 18 millones de hectáreas de bosques y 26 millones de hectáreas de selvas, lo que equivale al 19 por ciento del total del territorio nacional.

La desaparición de la vegetación arbórea se debe a diferentes causas. El cambio del uso del suelo forestal a agrícola, ha afectado a especies como el encino, que proporciona el mejor carbón para el procesamiento de los minerales. Los bosques de encinares, por estar localizados en tierras favorables para la agricultura, han desaparecido casi totalmente. Otra causa ha sido el desmonte para colonizar o poblar nuevas tierras. Las selvas del sureste, por ejemplo, se han visto afectadas por presiones demográficas. Así, estados como Campeche, Chiapas y Quintana Roo, han disminuido su producción de maderas preciosas (como el cedro y la caoba) por el progreso y el crecimiento de sus comunidades. Algo semejante ha ocurrido en la zona de la Huasteca, que comprende a los estados de Veracruz, Tamaulipas y San Luis Potosí, que produce las maderas tropicales o corrientes.
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Cambios en el área urbana

Algunas ciudades cuentan con un gran número de habitantes y una amplia zona industrial. Esto es causa de aumento en los problemas relacionados con el medio ambiente y la salud. Muchas áreas urbanas ya tienen problemas de contaminación ambiental por sus actividades comerciales, por deficiencias en los servicios públicos, o por sus características geográficas. Esto no es exclusivo de las grandes ciudades como Guadalajara, Monterrey o el Distrito Federal.

Un ejemplo de esto se da en la desembocadura del río Coatzacoalcos, que abarca varios centros urbanos, entre los que destacan Minatitlán y Coatzacoalcos por su importancia industrial. Allí existen grandes instalaciones petroleras, explotación de azufre y otras industrias relacionadas con estos recursos naturales. Por coincidencia, esta zona industrial que colinda con el río Coatzacoalcos, su desembocadura al mar y algunos pantanos, es una de las áreas más ricas en especies vegetales y animales. El daño ambiental en esta zona es tan grande que aún no ha sido cuantificado, pero se sabe que es una de las más contaminadas del país.

La contaminación de los lagos, ríos, lagunas y presas que abastecen de agua a las ciudades también es una causa importante de daños a la salud. Se considera que las sustancias contaminantes más peligrosas son aquellas que se degradan o desaparecen más lentamente. Estas sustancias abundan tanto en los basureros comunitarios como en los caseros y provienen de ciertos productos derivados del mercurio y el plomo o de insecticidas clorados. Pero también se encuentran en los desechos de las carnes, los vegetales y las legumbres que consumimos y que fueron contaminados durante su producción y cultivo en el campo. Ciertos animales domésticos como gatos y perros, a menudo tienen contacto con la basura y consumen desechos contaminados. Las personas de la familia se exponen a contagios e infecciones en su convivencia con estas mascotas.

La contaminación del aire es característica de las ciudades más pobladas, ya que está directamente relacionada con el transporte y con las industrias.

La contaminación del aire o smog es más notoria cuando se presenta como una mancha de humo o neblina, que se ve así porque se concentran diferentes sustancias producidas por la combustión de petróleo, carbón y sus derivados. La más común es el monóxido de carbono, que es un gas tóxico.

La intoxicación por monóxido de carbono, que en gran parte proviene de los automóviles, provoca en las personas mareos, dolores de cabeza, cansancio, pérdida momentánea de la visión y de la conciencia o sentido del tiempo.

El efecto dañino de la contaminación de autos y fábricas se puede apreciar también en el fenómeno conocido como lluvia ácida. Este fenómeno se presenta cuando los óxidos de azufre y nitrógeno que se producen con la combustión de gasolina, petróleo y diesel entran en contacto con el agua de la lluvia y se transforman en ácidos. Esta lluvia perjudica los terrenos con rocas muy pobres en calcio, afecta de modo muy serio la vegetación, los edificios y monumentos. El ser humano puede percibir su efecto en la inflamación de las mucosas y en la irritación de los ojos y la piel.

 

El ozono es bueno o malo según la altura a la que se encuentre. Es benéfico a un nivel alto, entre 10 y 50 km de altura (en la estratósfera), ya que es una forma diferente de oxígeno que protege la vida en el planeta. Es como un escudo azul que filtra los rayos ultravioleta del sol y evita en el ser humano enfermedades como, por ejemplo, el cáncer de la piel.

En cambio, a menos de 10 km de altura (en la tropósfera), es un peligroso contaminante que provoca cambios drásticos en el clima. En el ser humano causa problemas respiratorios, irrita los ojos y la garganta.

El fenómeno conocido como inversión térmica no es un problema derivado de la contaminación, pero en combinación con ella es muy dañino para la salud. En el invierno es más frecuente este fenómeno; durante las noches más frías, y en ausencia de radiación solar, la tierra emite cierto calor hacia las capas de la atmósfera. En consecuencia, el suelo se enfría, como también las capas de aire más cercanas al suelo y la temperatura se invierte, ya que las capas más frías están ahora más cerca del suelo y no permiten que se disipe la contaminación. Por eso se le llama inversión térmica.

En la temporada seca, cuando no hay lluvias o son escasas, la temperatura cálida produce fuertes corrientes de aire conocidas como tolvaneras. Estos movimientos de aire elevan toda clase de partículas contaminantes y de origen fecal (excrementos de origen animal o humano que se dejan expuestos al aire libre), que se desplazan y llegan hasta la superficie de las aguas. A un nivel subterráneo, la contaminación es más lenta porque las capas del suelo filtran y retrasan la acción de los contaminantes. Éstos son, en su mayoría, líquidos que escurren de los basureros o rellenos sanitarios (zanjas donde se entierra la basura ) o líquidos que provienen del drenaje doméstico e industrial.

Medidas preventivas

La protección del medio ambiente existía en México mucho antes de la llegada de Hernán Cortés. El rey chichimeca Nopaltzin creó leyes para controlar la quema de montes y castigó con la pena de muerte a quien no las respetara. En el México actual también existen leyes y reglamentos para proteger el medio ambiente y los recursos naturales. La Constitución de 1917, en el artículo 27, contiene un párrafo en el que define el papel del Estado en la conservación de la naturaleza.

Otro recurso es la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección del Ambiente, aprobada en 1988. Esta ley es la base de todas las reglamentaciones sobre la protección de las especies y el establecimiento de parques y reservas.

Algunos de los problemas del campo y de la ciudad, que son causa de muchos cambios en las comunidades, pueden prevenirse y solucionarse. Por fortuna, la sociedad mexicana cada día está más consciente de la importancia de la naturaleza. Grupos y asociaciones civiles trabajan ya en la protección del medio ambiente.

Algunas medidas o acciones preventivas pueden ser las siguientes: a) educar para formar una nueva conciencia con respecto a la naturaleza y la salud; b) organizar campañas que promuevan acciones para el cuidado del medio ambiente; c) crear y proteger las reservas y parques naturales; d) explotar moderadamente los recursos naturales; e) emitir y cumplir las leyes y reglamentos que protegen a la naturaleza.

 

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