Patrimonio cultural
La cultura es el conjunto de conocimientos, lenguajes, valores, actitudes, habilidades, costumbres, formas de organización social y bienes materiales que hacen posible que una sociedad exista y se desarrolle; la transmisión de esta cultura de una generación a otra, es una condición indispensable para que la sociedad no se extinga.
Artículo 4° Constitucional. La Nación mexicana tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. La ley protegerá y promoverá el desarrollo de las lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización social.

Artículo 2°. Ley General de Bienes Nacionales. Son bienes del dominio público:

l. Los de uso común.
Vl. Los monumentos históricos o artísticos, muebles e inmuebles, de propiedad federal.
Vll. Los monumentos arqueológicos.
Xl. Los documentos y expedientes de las oficinas; los manuscritos, incunables, ediciones, libros, documentos, publicaciones, periódicos, mapas, planos, folletos y grabados.
Xll. Las pinturas murales, las esculturas y cualquier obra artística incorporada o adherida permanentemente a los inmuebles de la
Federación.

Todos los pueblos, los grupos humanos y las personas tienen cultura. El patrimonio cultural de un pueblo es el conjunto de elementos materiales y simbólicos que una sociedad considera suyos, que la caracterizan y le dan identidad.

La mayoría de los mexicanos nos reconocemos en elementos tan distintos como la virgen de Guadalupe, en cuanto a religión, o en la tortilla y el chile, si hablamos de comida. También existen símbolos de identidad nacional, como la bandera, el himno y el escudo nacionales, que tienen un mismo significado y reconocimiento en todo el país, que nos igualan aunque pertenezcamos a diferente entidad y que nos distinguen frente a otras naciones.
Sin embargo, cada mexicano está más familiarizado con la parte del patrimonio que más conoce y aprecia. Esa parte es la que corresponde a un estado, municipio o pueblo determinado, que por lo común es el lugar donde nació; pero también puede ser el lugar donde pasó un tiempo importante de su vida, donde trabajó y progresó, o donde tiene familiares y amigos. Esto genera en cada uno de ellos un sentimiento de pertenencia y cercanía. Tanto el oaxaqueño como el nayarita, el sinaloense y el michoacano, se enorgullecen de su origen y enfatizan las diferencias que les conceden la geografía, la historia, la economía y la cultura propias de su entidad.
La mezcla de tradiciones y de costumbres es un hecho que se registra entre países completamente diferentes, así como dentro de cada país. Así se generan los cambios de la cultura de cada grupo humano y puede deberse a factores como la migración de la gente y el efecto de los medios de comunicación, entre otros. Los adelantos en las vías de transporte han “achicado el mundo”; cada vez están más cerca los pueblos de las ciudades y cada vez es más fácil cruzar ríos y océanos para conocer lugares lejanos. Los medios de comunicación como el radio, la prensa, la televisión y el cine están al alcance de muchos grupos humanos. Sus programas, historias, noticias e ideas permiten conocer mundos semejantes y diferentes al nuestro, y facilitan que modifiquemos nuestra cultura.

La cultura refleja lo que hace y piensa cada pueblo del mundo y por esa razón es significativa y valiosa para el grupo que la ha generado. Es importante reconocer que ninguna cultura es más valiosa que otra. Es necesario aceptar la diversidad de culturas, así como aprender a reflexionar al respecto: ¿qué hay de negativo en que mi cultura cambie? ¿En qué nos beneficia el intercambio con otras culturas? ¿Es posible impedir que nuestra cultura cambie?

La reflexión y el diálogo son dos maneras efectivas de hacer frente a este hecho social. La intolerancia y el desprecio a las culturas ajenas son actitudes tan poco recomendables, como el abandono de la cultura propia. Para ser mejores personas y favorecer la unión de nuestra comunidad, es conveniente comprender la importancia de abrirnos a otras experiencias de vida sin perder nuestra identidad. Defender nuestra cultura no significa atacar las que no nos pertenecen, ni creer que sólo lo pasado fue mejor. La cultura de un grupo humano no se fortalece por aferrarse al pasado, sino porque sus integrantes conserven el interés y la capacidad de crear modos propios de vida y de compartirlos. Igualmente, debemos pensar si nuestro patrimonio cultural se deteriora porque otros nos imponen sus costumbres, o porque nosotros perdemos nuestros lazos de unión y eso nos hace más vulnerables a los cambios y a las modas. La cultura no existe si no hay un grupo de personas. Cuando decimos que se está perdiendo una cultura, lo importante no es que se estén acabando las prácticas, los ritos y las tradiciones, sino que se está acabando la unidad de ese grupo humano.

La importancia de la cultura para una nación es tal, que en nuestro país, por ejemplo, el artículo 4° de la Constitución establece la obligación legal de proteger y preservar el patrimonio cultural vivo como las lenguas, los usos y costumbres de las poblaciones campesinas, la sabiduría tradicional, las leyendas y mitos de los pueblos, sus conocimientos, sus escritos y documentos, sus artesanías, la música indígena, el vestido tradicional, la comida típica de cada estado y todo lo que cada cultura considere suyo.
 

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