Todas sabemos, por experiencia, que las condiciones de nuestro trabajo cambian.

Las relaciones laborales son dinámicas, es decir, cambian constantemente; para que cambien sin afectar los intereses de empleada y empleadora, se necesita que ambas partes consientan, es decir, acepten.

En nuestra vida diaria, tenemos por costumbre aceptar hechos o acciones con un simple "aja", "sí", "está bien", o con algún movimiento corporal que indica un sí como respuesta. La mayoría de las veces, este tipo de afirmaciones no tiene consecuencias, pero, en nuestro trabajo, puede tenerlas si no aclaramos bien de qué se trata.


Menciona tres ejemplos en los que tu relación laboral haya cambiado.

Por ejemplo: Me aumentaron el sueldo y no el trabajo.

Cita un ejemplo de tus relaciones laborales, en el que hayas consentido de manera tácita, es decir, con un movimiento del cuerpo o con una palabra que se traduzca o interprete como un sí.

Cita un ejemplo de tus relaciones laborales, en el que hayas consentido a través del silencio.

¿Alguna vez has consentido de manera expresa, es decir, abierta y claramente, a través de tu firma, en alguna de tus relaciones laborales? Sí No .

Describe tu experiencia

Los cambios no siempre son en perjuicio de nosotras. Lo importante es darnos cuenta de cuándo cambian y de cómo expresamos nuestro consentimiento, porque una vez que consentimos, quedamos obligadas a cumplir.

Afortunadamente, para nosotras ningún derecho puede ser renunciado en nuestro perjuicio, es decir, si aceptamos, por ejemplo, trabajar en nuestros días de descanso, podemos en cualquier momento aclarar la situación y no trabajarlos o cobrar por ellos.