Unidad
4: Tema 3: Actividad 33 |
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Antes de finalizar el tema le invitamos a realizar una actividad de lectura que tiene como propósito leer por placer o sólo por el gusto de leer y pasar un rato agradable. | |||||||||||||
Elija
el juego o la actividad que desee.
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En este último tema le vamos a sugerir la lectura de una parte o fragmento de una novela escrita por el escritor mexicano Juan Rulfo. La novela se llama Pedro Páramo. Deseamos que esta selección sea de su agrado. | |||||||||||||
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Pedro Páramo Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo “No dejes de ir a visitarlo —me recomendó—. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte”. Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas. |
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—¿Y
a qué va usted a Comala, si se puede saber? Y volvimos al silencio. |
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Oí otra vez el “¡ah!” del arriero. |
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—¿A
dónde va usted? —le pregunté. —Voy para abajo, señor. —¿Conoce un lugar llamado Comala? —Para allá mismo voy. Y lo seguí. Fui tras él tratando
de emparejarme a su paso, hasta que pareció darse cuenta de que
lo seguía y disminuyó la prisa de su carrera. Después
los dos íbamos tan pegados que casi nos tocábamos los hombros. |
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—Yo también
soy hijo de Pedro Páramo —me dijo. —Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo cuar, cuar, cuar. —Después de trastumbar los cerros, bajamos cada vez más. Habíamos dejado el aire caliente allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire. Todo parecía estar como en espera de algo. |
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—Hace calor aquí
—dije. —Sí, y esto no es nada —me contestó el otro. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija. |
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—¿Conoce
usted a Pedro Páramo? —le pregunté. Me atreví a hacerlo, vi en sus ojos una gota de confianza. —¿Quién es? —volví a preguntar. —Un rencor vivo —me contestó él. Y dio un pajuelazo contra los burros, sin necesidad, ya que los burros iban mucho más adelante de nosotros encarrerados por la bajada. |
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Sentí el retrato
de mi madre guardado en la bolsa de la camisa, calentándome el corazón,
como si ella también sudara. Era un retrato viejo, carcomido en los
bordes; pero fue el único que conocí de ella. Me lo había
encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas:
hojas de toronjil, flores de Castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo
guardé. Era el único. Mi madre siempre fue enemiga de retratarse.
Decía que los retratos eran cosa de brujería. Y así parecía ser; porque el suyo estaba lleno de agujeros como de aguja, y en dirección del corazón tenía uno muy grande donde bien podía caber el dedo del corazón. Es el mismo que traigo aquí, pensando que podría dar buen resultado para que mi padre me reconociera. |
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—Mire usted —me dice el arriero, deteniéndose: ¿Ve aquella loma que parece vejiga de puerco? Pues detrasito de ella está la Media Luna. Ahora voltié para este otro rumbo. ¿Ve la ceja de aquel cerro? Véala. Y ahora voltié para este otro rumbo. ¿Ve la otra ceja que casi no se ve de lo lejos que está? Bueno, pues eso es la Media Luna de punta a cabo. Como quien dice, toda la tierra que se puede abarcar con la mirada. Y es de él todo ese terrenal. El caso es que nuestras madres nos malparieron en un petate aunque éramos hijos de Pedro Páramo. Y lo más chistoso es que él nos llevó a bautizar. Con usted debe haber pasado lo mismo, ¿no?
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—¿Qué
pasó por aquí? —Un correcaminos, señor. Así les nombran a esos pájaros. —No, yo preguntaba por el pueblo, que se ve tan solo, como si estuviera —abandonado. Parece que no lo habitara nadie. —No es que lo parezca. Así es. Aquí no vive nadie. —¿Y Pedro Páramo? —Pedro Páramo murió hace muchos años. |
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Todos los fragmentos fueron tomados del libro Pedro Páramo de Juan Rulfo, publicado en Lecturas Mexicanas 50. Fondo de Cultura Ecónomica y SEP. 1984. | |||||||||||||
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