Unidad 4: Tema 3: Actividad 33
Antes de finalizar el tema le invitamos a realizar una actividad de lectura que tiene como propósito leer por placer o sólo por el gusto de leer y pasar un rato agradable.
Elija el juego o la actividad que desee.
En este último tema le vamos a sugerir la lectura de una parte o fragmento de una novela escrita por el escritor mexicano Juan Rulfo. La novela se llama Pedro Páramo. Deseamos que esta selección sea de su agrado.
Lea el primer fragmento del libro Pedro Páramo y conteste las siguientes preguntas:
¿Por qué fue a Comala el narrador?


¿En qué momento le pide la madre al narrador ir a Comala?


¿Por qué cumple su promesa el narrador?


Pedro Páramo

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo “No dejes de ir a visitarlo —me recomendó—. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte”. Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.

Todavía antes me había dicho:
—No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.
—Así lo haré, madre.

Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sus sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala.

Reflexione.

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¿Cree usted que el narrador va encontrar a su padre, Pedro Páramo?
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Lea los siguientes fragmentos del mismo libro y conteste las preguntas correspondientes. Primero aparecen las preguntas y luego los fragmentos.


¿En que época decide el narrador ir a Comala?

¿Conoce el narrador Comala? ¿Por qué?

Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de las saponarias...

—¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo?
—Comala, señor.
—¿Está seguro de que ya es Comala?
—Seguro, señor.
—¿Y por qué se ve esto tan triste?
—Son los tiempos, señor...

¿Con quién está hablando el narrador?

—¿Y a qué va usted a Comala, si se puede saber?
—Oí que me preguntaban.
—Voy a ver a mi padre–contesté.
—¡Ah! –dijo él.

Y volvimos al silencio.
Caminábamos cuesta abajo, oyendo el trote rebotado de los burros. Los ojos reventados por el sopor del sueño, en la canícula de agosto.

¿Cómo es el papá del narrador?


¿Dónde se encontró el narrador a la persona con la que está hablando?


—¿Y qué trazas tiene su padre, si se puede saber?
—No lo conozco —le dije—. Sólo sé que se llama Pedro Páramo.
—¡Ah!, vaya.
—Sí, así me dijeron que se llamaba.

Oí otra vez el “¡ah!” del arriero.
Me había topado con él en Los Encuentros, donde se cruzaban varios caminos. Me estuve allí esperando, hasta que al fin apareció este hombre.

¿Hacia dónde se dirige el arriero?

¿Conoce el arriero Comala? ¿Por qué?

—¿A dónde va usted? —le pregunté.
—Voy para abajo, señor.
—¿Conoce un lugar llamado Comala?
—Para allá mismo voy.

Y lo seguí. Fui tras él tratando de emparejarme a su paso, hasta que pareció darse cuenta de que lo seguía y disminuyó la prisa de su carrera. Después los dos íbamos tan pegados que casi nos tocábamos los hombros.

¿Conoce el arriero a Pedro Páramo, el papá del narrador? ¿Por qué?


¿Qué dice el narrador del calor?

¿Cuál es la diferencia de calor entre el lugar en que están ahora y el lugar donde se encontraron?

—Yo también soy hijo de Pedro Páramo —me dijo.
—Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo cuar, cuar, cuar.
—Después de trastumbar los cerros, bajamos cada vez más. Habíamos dejado el aire caliente allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire. Todo parecía estar como en espera de algo.


¿Qué piensa el arriero del calor del lugar en que están a diferencia del calor que hace en Comala?

¿Por qué menciona el arriero el infierno? ¿Cuál es la relación entre el infierno y Comala?

—Hace calor aquí —dije.
—Sí, y esto no es nadame contestó el otro. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija.

¿Por qué el narrador le preguntó al arriero si él conocía a Pedro Páramo?


¿Cómo contesta el arriero la pregunta?


¿Cómo reacciona el arriero después de contestar?

—¿Conoce usted a Pedro Páramo? le pregunté.
Me atreví a hacerlo, vi en sus ojos una gota de confianza.

—¿Quién es? volví a preguntar.
—Un rencor vivo me contestó él.
Y dio un pajuelazo contra los burros, sin necesidad, ya que los burros iban mucho más adelante de nosotros encarrerados por la bajada.


¿Qué traía el narrador en la bolsa de su camisa?

¿Dónde encontró el narrador lo que guardaba en la bolsa de su camisa?

¿Qué opinión tenía la madre del narrador de los retratos?

¿Para qué podría servirle el retrato al narrador en Comala?

Sentí el retrato de mi madre guardado en la bolsa de la camisa, calentándome el corazón, como si ella también sudara. Era un retrato viejo, carcomido en los bordes; pero fue el único que conocí de ella. Me lo había encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas: hojas de toronjil, flores de Castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo guardé. Era el único. Mi madre siempre fue enemiga de retratarse. Decía que los retratos eran cosa de brujería.
Y así parecía ser; porque el suyo estaba lleno de agujeros como de aguja, y en dirección del corazón tenía uno muy grande donde bien podía caber el dedo del corazón.
Es el mismo que traigo aquí, pensando que podría dar buen resultado para que mi padre me reconociera.

¿Qué le pide el arriero ver al narrador? ¿Para qué?

¿De quién es todo el terreno que se puede observar, según el arriero?


¿Qué menciona el arriero de su mamá y de la mamá del narrador?


¿Qué es lo chistoso, según el arriero?


¿Por qué cree usted que el arriero manda al carajo al narrador?

—Mire usted —me dice el arriero, deteniéndose:

¿Ve aquella loma que parece vejiga de puerco? Pues detrasito de ella está la Media Luna. Ahora voltié para este otro rumbo. ¿Ve la ceja de aquel cerro? Véala. Y ahora voltié para este otro rumbo. ¿Ve la otra ceja que casi no se ve de lo lejos que está? Bueno, pues eso es la Media Luna de punta a cabo. Como quien dice, toda la tierra que se puede abarcar con la mirada. Y es de él todo ese terrenal. El caso es que nuestras madres nos malparieron en un petate aunque éramos hijos de Pedro Páramo. Y lo más chistoso es que él nos llevó a bautizar. Con usted debe haber pasado lo mismo, ¿no?

—No me acuerdo.
—¡Váyase mucho al carajo!
—¿Qué dice usted?
—Que ya estamos llegando, señor.
—Sí, ya lo veo.

¿Qué impresión tiene el narrador del pueblo de Comala?


¿Quién vive en el pueblo, según el arriero?


¿Qué le dice el arriero al narrador de Pedro Páramo?

—¿Qué pasó por aquí?
—Un correcaminos, señor. Así les nombran a esos pájaros.
—No, yo preguntaba por el pueblo, que se ve tan solo, como si estuviera
abandonado. Parece que no lo habitara nadie.
—No es que lo parezca. Así es. Aquí no vive nadie.
—¿Y Pedro Páramo?
—Pedro Páramo murió hace muchos años.
Todos los fragmentos fueron tomados del libro Pedro Páramo de Juan Rulfo, publicado en Lecturas Mexicanas 50. Fondo de Cultura Ecónomica y SEP. 1984.
Conteste las preguntas, imprima sus respuestas y muestre a su asesor/a.


¿Qué le parecieron los fragmentos del libro de Juan Rulfo?


¿Hubo alguna parte de lo que leyó que le haya llamado la atención o que le haya parecido extraña? ¿Cuál?
¿Por qué?

¿Le gustaría leer el libro para saber qué pasa en Comala?