¿Cómo
has estado tío?
Me
dio mucho gusto recibir tu carta, la verdad es que te
he extrañado mucho. Ya sabes que me da mucha flojera
escribir, pero ahora necesito que me ayudes porque tengo
muchas preguntas y no sé qué hacer, me siento solo.
¿Sabes?,
estoy harto de ir todos los domingos a la casa de mi
abuela. Me aburren las pláticas de los adultos y hasta
la forma en que hablan mis papás y mis tíos, porque
me parecen anticuados y ridículos. No me respetan, me
tratan como si fuera todavía niño.
Tío,
si me vieras no me conocerías, yo creo que estoy de
tu tamaño o ya te pasé. ¡Imagínate!, los pantalones
que me compré en Navidad me quedan cortos. Ya calzo
del mismo número que mi papá. El otro día que me llevé
sus zapatos a una fiesta me regañó y hasta me castigó
prohibiéndome salir con mis amigos. Qué exagerado ¿no?
Total, sus zapatos ni me gustan porque están muy pasados
de moda. Oye, necesitas mandarme una receta para los
granitos que me están saliendo en la frente. Aunque
ya dejé de comer chocolates y me lavo la cara tres veces
al día, no se me quitan. Esto me da angustia y ya sabes,
mi mamá me dice: “Deja de pellizcarte que te van a quedar
cicatrices en toda la cara”.
También
te quiero contar que el sábado me rasuré y aunque me
corté, pude usar el perfume que me regalaste el día
de mi cumpleaños.
Me
ardió mucho la cara. Mis amigos me dijeron: te vaciaste
la botella. Pero yo sé que les da envidia no tener bigote
todavía.
Ya
me salieron pelitos en las axilas y uso un desodorante
igualito al perfume. También tengo pelitos en el pecho,
por eso uso las camisas abiertas, para que las chicas
del salón digan: “Jorge es un hombre de pelo en pecho”;
no es cierto, tengo como tres pelos, nada más. Pero
eso sí, en el pene tengo toda una “selva”. Por cierto
que me da vergüenza porque todo el tiempo traigo el
pene parado ¿por qué pasa esto? Sobre todo en las mañanas.
Pues dicen que estos cambios se dan en la pubertad.
Lo
bueno que la orientadora de la escuela ayer nos habló
de lo que significa la pubertad, que es una etapa en
la cual se dan los cambios de tipo físico. Nos explicó
cómo desde que nacemos, tanto hombres como mujeres,
tenemos características físicas que nos diferencian
y, más o menos desde los 9 o 10 años de edad en adelante,
empezamos a tener un desarrollo o “maduración”, como
dijo ella, de los órganos que distinguen a cada sexo.
Por esta maduración empieza a haber un crecimiento de
los testículos y el pene.
Posteriormente
a esto, los testículos ayudan, por medio de la producción
de una hormona llamada testosterona, a que aparezca
el vello en la cara, las axilas y el pubis. Y es cierto,
a mí ya me está saliendo vello. También nos dijo que
en los testículos se producen los espermatozoides,
que son las células sexuales del hombre. Presentó un
esquema de cómo somos por dentro y cómo los espermatozoides
hacen su recorrido. El esquema es más o menos así:

Y
mira, yo nunca me imaginé que tuviéramos tantos órganos
internos. En fin, resulta que cuando se está en la pubertad,
el pene se para por diversas razones o, como aprendí
hoy, se pone erecto. Mientras tanto, los espermatozoides
se dirigen de los testículos hacia el epidídimo que
es donde se juntan los túbulos que vienen del testículo;
de ahí, se conectan con un tubo llamado conducto
deferente, el cual desemboca en las vesículas o
glándulas seminales; los espermatozoides se mezclan
con otro líquido que se forma en la próstata,
y así es como resulta el semen.
La
próstata rodea un tubo que se llama uretra, ésta
tiene dos funciones: eliminar la orina del cuerpo y
ser una vía para expulsar el semen. A esto último se
le llama eyaculación. Antes de la eyaculación
salen unas gotitas de la glándula de Cowper,
que prepara el canal para el paso del semen.
La
orientadora nos dijo algo que a mí me llamó mucho la
atención: que más o menos en cada eyaculación expulsamos
unos 200 a 300 millones de espermatozoides, contenidos
en 2.5 a 4 ml. de líquido.
Por
último, nos comentó cómo durante la pubertad este líquido
sale en forma de chorro, por lo general durante la noche,
cuando estamos dormidos y que la salida de este semen
va acompañada casi siempre de una sensación placentera.
¿Sabes que la otra noche tuve una eyaculación? Es que
estaba soñando con Susana, la maestra de historia, que
es guapísima. Ella se me acercaba y me abrazaba y...
bueno, por primera vez amanecí mojado. Lo primero que
pensé es que me había orinado y sentí pena al principio,
pero ¡qué alivio saber que era una eyaculación y que
es totalmente normal! Además, nos habló de los cambios
que tienen las mujeres; yo no sabía más que lo de la
regla.
Me
sentí bien, aunque con pena, porque era la primera vez
que nos hablaban de estos cambios a todos, hombres y
mujeres, juntos.
Bueno,
no tengo más que contarte por ahora; espero que me escribas
pronto.
Salúdame
a tu nueva novia.
Jorge
P.D.
¡Ya no aguanto a mi mamá!, a cada rato me anda diciendo
que me bañe. ¿Por qué no le escribes y le pides que
ya no me moleste?
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