En este artículo se comenta una de las situaciones que dificulta la curación de las enfermedades de transmisión sexual y que, por otro lado, permite se desarrollen con mucha facilidad: La vergüenza.

Por vergüenza no le decimos a nuestra pareja que tenemos alguna enfermedad, o no le preguntamos si se ha protegido en otras relaciones sexuales.

Cuando una pareja es estable, es decir, que viven juntos, el preguntar o hablar de enfermedades sexuales puede tomarse como un problema de infidelidad, no de salud. Si tenemos una pareja temporal o casual, se nos dificulta preguntar si él o ella se ha practicado exámenes para conocer su estado de salud.

En ciertas ocasiones es difícil pedir el uso del condón. Sin embargo, en este artículo nos dejan ver lo importante de la comunicación entre parejas para evitar contagios.

¿Qué son las Enfermedades de Transmisión Sexual y por qué se les considera “vergonzosas”?

Las Enfermedades de Transmisión Sexual (de aquí en adelante les llamaremos ETS) son aquellas que se transmiten directamente de un cuerpo a otro, a través del contacto entre una persona sana y una enferma. Contacto directo quiere decir, por ejemplo, que los genitales de uno toquen los del otro, la penetración del pene en la vagina (coito), el beso de boca a boca, etc.

 

 

Estas enfermedades no se contagian por contacto casual: al abrazar, saludar con la mano, en la escuela, al utilizar albercas públicas o lavabos públicos, etc.

 

 

 

 

 

 

 

Cuestiones importantes al pensar en estas enfermedades:

La dificultad que tenemos para hablar de E.T.S con la compañera o compañero sexual, trae como consecuencia el no saber cómo se encuentra su salud. El hablar de “sexo” con la pareja es una de las cuestiones más difíciles que enfrenta la gente, no sólo los jóvenes, sino también la gente adulta. Si la pareja es estable, o viven como un matrimonio, y dicen que nunca han hablado del sexo, o sea, de cómo llevan las relaciones sexuales, de qué quieren, etc., mucho menos se atreven a plantear la cuestión de estas enfermedades, porque de inmediato se cuestiona la fidelidad, “¿Si tiene enfermedades y no se las transmití yo, quién lo hizo? ¿Con quién se relacionó? ¿Me está siendo infiel?” Por eso, cuando una mujer casada se plantea estas preguntas, es que ella también está infectada y tiene dolores, flujo u otros síntomas.

Cuando la pareja es casual, o temporal es dificil hablar de ello. En general, las parejes no dicen “Vamos a tener relaciones”, simplemente lo hacen. Si alguno de ellos tiene alguna duda, se hace más difícil plantearla cuanto más se avanza. Preguntar si la otra persona se ha hecho la prueba del VIH; o si tiene alguna otra infección; jugar con la zona genital de la pareja para ver en qué condiciones está; o plantear que no se quiere tener la relación sin condón, son todas cuestiones que requieren de firmeza, tranquilidad, fuerza, perder el miedo a que el otro se enoje y un hábito de hablar del sexo, que muchas y muchos no hemos desarrollado.

 

La vergüenza que nos da hablar de este tema no nos permite tener información adecuada y atención pertinente. Esto no es casual: durante muchos siglos a las Enfermedades de Transmisión Sexual se les llamó las enfermedades malditas, y quienes las tenían se les aislaba y se les condenaba como si se tratara de un castigo divino. La gente pensaba que el enfermo había hecho algo malo y que se le había castigado por ello.

 

Por otra parte, hoy todavía hay gente en los servicios de salud que tiene actitudes negativas hacia las personas que tienen estas enfermedades, y hay que ser muy firme para exigir buen servicio y buen trato de ellos. Sin embargo, la mayoría de estos trabajadores han ido cambiando, y no es tanto problema plantear que se tienen síntomas de alguna E.T.S.

 

Como son enfermedades asociadas a la sexualidad, en las familias no se habla de ellas, de la misma manera en que se podría hablar de la gripa o del sarampión, y tampoco en las escuelas se da suficiente información en torno a ellas. Por eso la mayoría de la gente no piensa que las pueda adquirir, ni conoce bien los síntomas para pedir tratamiento, si aparecieran éstos. Cuando se esconde el padecimiento se va propagando a otras personas, lo cual es una de las causas principales de que se extiendan, siendo enfermedades que, actualmente, pueden curarse fácilmente, si se atienden a tiempo. También las madres embarazadas pueden transmitirlas al feto, o al bebé a la hora del parto, o a través de la leche materna y el calostro. La baja de defensas y la debilidad de nuestro organismo nos expone aún más a adquirir enfermedades. Es necesario tener en cuenta que la debilidad, la mala alimentación, las preocupaciones, la falta de higiene, etc., pueden desequilibrar nuestro organismo y así permitir que se nos desarrollen diversas enfermedades.

 

Sabemos que las enfermedades son causadas por elementos (microorganismos) que se encuentran en el medio ambiente o viven dentro de nuestro cuerpo. Algunos son virus, bacterias, piojos, u hongos, etc. Pueden desarrollarse y vivir, por ejemplo, en la comida sucia, en el aire, en el polvo, en el excremento, en la tierra, etcétera.

Otros organismos que se encuentran en nuestro cuerpo tienen la función de defendernos. Son nuestras defensas. Cuando las perdemos, nos debilitamos y enfermamos mucho más fácilmente.

 

 

Algunas pastillas anticonceptivas, los antibióticos, el DIU, por ejemplo, desgastan nuestras defensas y nos dejan propensos a muchas enfermedades e infecciones. Algunas de éstas, como los hongos, aparecen cuando bajan las defensas, sin necesidad que alguien nos contagie.