En la actualidad, ser madre
y ser padre no es cosa fácil.
La mayoría de nosotros creemos
que la maternidad y la paternidad
se dan por instinto. Pero no es así,
tanto las mujeres como los hombres
aprendemos a ser madres y padres.
El artículo siguiente habla
de las emociones, los sentimientos
y las responsabilidades que tiene
un hombre que va a ser padre
por primera vez.
Ser madre
y ser padre

Padres primerizos


Por Paola García

Después de la sorpresa que provoca la noticia, el futuro nuevo padre experimentará cambios en su vida. Aunque es la mujer quien lleva en su
vientre al nuevo bebé, no es sólo ella quien está embarazada. Hoy en día ambos se embarazan, ya que todas las responsabilidades se comparten.

Luis Salazar, de 30 años, después de año y medio de matrimonio es papá primerizo. Esta nueva responsabilidad lo ha motivado a prepararse y superarse.

«Mientras esperábamos el bebé, pensé que no sería fácil cumplir con el papel de papá y pareja. Sin embargo, mis ambiciones se reforzaron y me involucré poco a poco en el proceso.»

La paternidad
es el compromiso
que adquiere un hombre cuando trae un nuevo ser
al mundo o cuando decide adoptarlo. Esta
responsabilidad implica
el cuidado, la educación,
el amor y la atención
en el desarrollo
de los hijos,
para que puedan vivir
en armonía con los
demás, basándose
en los valores
y las tradiciones
de nuestra cultura.

 

De acuerdo con especialistas, el hombre debe interesarse, desde la gestación, en todos los cambios físicos y psicológicos que su pareja experimenta durante el embarazo, el parto y el postparto. En esta etapa de la vida de la mujer, el apoyo de él es muy importante.

Lourdes Plata Toledo, psicoterapeuta de pareja, explica que la primera reacción de la mayor parte de los hombres es la sorpresa. Tienden a tardar en comprometerse con la paternidad y se aíslan un poco.

«La mamá lo vive como si estuviera siendo desatendida, y esto la confunde, aunque no es así en la mayor parte de los casos. Por esta razón, es importante mantener todo el tiempo una línea de comunicación abierta, donde la pareja comparta esos sentimientos aparentemente extraños. En la medida en que lo hagan, se adaptarán a la paternidad», explica Plata.

Asegura que la participación del papá en los preparativos para recibir al bebé ayuda a que se acerque más a la idea y a los hechos relacionados con la paternidad, así como a sus propios sentimientos y a todos los cambios que implica.

Hoy los hombres viven la paternidad de manera distinta a como lo hacían años atrás. El padre esperaba afuera del quirófano y horas más tarde veía a través de un cristal a su hijo.

Ahora ellos pueden compartir lo que implica el trabajo de parto de su pareja y recibir a su hijo. Si el hombre se preocupa porque todo salga bien durante el parto y es partícipe del nacimiento de su hijo, se facilitará posteriormente su rol de padre.

«La presencia del papá en el parto fortalece lo que tradicionalmente se llama vínculo materno filial. Hoy le podemos llamar vínculo materno-paterno filial. Sucede cuando el niño asocia las cosas que ve con las que escuchaba mientras estaba en el útero», dice Plata, quien también es instructora en cursos psicoprofilácticos.
El vínculo forma una base para las relaciones. Con el paso de los años, ni los papás ni los bebés olvidan el primer encuentro. Por esta razón, afirma Plata, cada vez que el padre carga o acaricia al hijo, alimenta su autoestima. Lo alimenta en el lenguaje del cuerpo, que es el lenguaje principal que conocen los bebés. Al niño, una caricia le dice «te quiero» sin necesidad de utilizar palabras.
Fuente: Periódico Reforma. Año 1, Núm. 1. México, 20 de junio, 1998.
       
 
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