La pesca, ayer y hoy.

Los antiguos mexicanos desarrollaron una gran cultura pesquera. La pesca, sus productos y todo lo relacionado con ella aparecen en la cerámica (vasijas de uso
doméstico y ceremonial); en sus adornos personales (se han encontrado conchas, caracoles y peces); en los atuendos de guerra y en las puntas de sus flechas, que llevaban espinas de peces; y qué decir de algunos instrumentos musicales con formas de pez y caracoles para emitir sonidos.
Después de la llegada de los españoles, esta actividad siguió teniendo mucha importancia, incluso se llegaron a decretar leyes para indicar la forma en la que se debería pescar; por ejemplo, la pesca en aguas particulares, únicamente podía ser practicada por los dueños de las tierras, mientras que la cría de peces y la captura de conchas con perlas podían realizarse de manera libre.  

Algunos escritos del siglo XVIII describen las especies de peces que existían en
aquellas épocas, entre los diferentes mares que rodean al país, así como los diferentes ríos y lagos, incluyendo también las tortugas, los cangrejos y los camarones.

Entre las especies marinas se mencionan ballenas, delfines, manatíes, tiburones,
mantas, peces espada, sierras, bacalaos y pulpos, que se encontraban en los mares del Golfo de México y el océano Pacífico.

En ríos y lagos se pescaban peces blancos, de tres o cuatro especies como carpas, lisas, truchas, mojarras, angulas, ajolotes y otros. Además, había conchas y en algunas costas ya se practicaba la pesca de perlas.

En la época de la Colonia, se practicó la pesca en los ríos y las costas; sin embargo, la cría de peces que se realizaba en la época prehispánica, desapareció por completo.

Para el siglo XVII la acuacultura, que en siglos pasados se le llamó cría de peces, fue tan importante que incluso se publicó un texto titulado Instrucción para la cría de peces, en el que se menciona la importancia del aprovechamiento de algunos estanques naturales en playas y lugares como lagos, ríos y lagunas.

En 1891 se creó la Oficina de Piscicultura; ésta ordenó estudiar los lagos y manantiales del Distrito Federal y Estado de México; de la investigación surgió el criadero de peces conocido como Vivero Nacional de Chimaleapan, en donde se hicieron trabajos de incubación de muchas especies, así, poco a poco, se fueron fomentando programas de acuacultura en otros estados como Hidalgo, Jalisco,
Michoacán, Tlaxcala y Veracruz.

A principios del siglo XX la importancia de la pesca llegó a ser tan fuerte, que el presidente Francisco I. Madero, en 1912, declaró que esperaba “en la explotación de la pesca, la base de la alimentación del pueblo”. Por esos años se creó la Dirección de la Pesca e Industrias Conexas, la cual dependía de la Secretaría de Marina.

Durante el gobierno del presidente Venustiano Carranza, se establecieron leyes de protección a las especies, en las que se señalaron los periodos de veda (tiempo en el que no se debe pescar para que las especies se reproduzcan).

En 1923 se creó la Dirección de Pesquerías, que contó con las comisiones de Biología Marina y Nacional de Irrigación. Asimismo, se impulsó el establecimiento de empacadoras nacionales.

En los años siguientes, se siguió dando un peso importante a la actividad pesquera; en el periodo del gobierno de Ruiz Cortines, se fomentó la cría de peces de agua dulce en bordos, presas y lagunas.

Hoy existen instituciones como el Instituto Nacional de Pesca y la Comisión Nacional para Acuacultura y Pesca (Conapesca), que tienen como propósitos propiciar el aprovechamiento adecuado y el desarrollo de los recursos y actividades pesqueras, por medio de apoyo a proyectos de investigación científica y tecnológica; a la modernización pesquera, proporcionando equipo de seguridad a embarcaciones menores; además de estudios biológicos y pesqueros, es decir, todo lo relacionado con las especies y las condiciones en las que se desarrollan.