Fenómenos celestes.

¿Has observado el cielo durante una noche despejada?

Si lo haces con detenimiento y tienes un poco de suerte, tal vez puedas ver un meteorito. La palabra meteorito proviene del griego metéoros, que significa “fenómeno atmosférico”; se emplea para describir el destello luminoso que se forma por la caída de material que existe en el Sistema Solar, sobre la atmósfera terrestre, que es la capa gaseosa que cubre a la Tierra.

Cuando un meteorito entra en la atmósfera (a una velocidad de 20 kilómetros por segundo) se funde, acompañado de un haz de luz que va dejando a su paso.

 
Si un meteorito cae, puede hacerlo en una sola pieza o en muchas partes, sobre un espacio grande de terreno. En ciertos casos, deja una huella en el lugar donde cae, que se conoce como cráter de impacto, semejante a los que se pueden observar a simple vista en la Luna.

¿De dónde vienen? Uno de los principales objetivos del estudio de los meteoritos es determinar su origen e historia, ya que pueden ser fragmentos de asteroides o cometas, que son rocas de un tamaño menor al de un planeta, o incluso provenir de la Luna o Marte. A excepción de las rocas traídas de la Luna y de Marte por las misiones espaciales, los meteoritos son la única evidencia del tipo de material que hay en el Universo, más allá de la Tierra.

Se ha demostrado que algunos meteoritos recogidos en la Antártida en 1981, proceden de la Luna, pues al ser estudiados se encontró un gran parecido con las rocas obtenidas durante las misiones Apolo que llegaron a la Luna entre 1969 y 1972.


¿Qué nos enseñan los meteoritos?

Se considera que la mayoría de los meteoritos provienen de los asteroides, los cuales están hechos del material que formó el Sistema Solar. Por lo tanto, al estudiar los meteoritos se tiene la oportunidad de analizar parte de las primeras rocas con las que se formaron la Tierra y los otros planetas.

Los meteoritos más antiguos que se conocen tienen alrededor de 4600 millones de años, la edad que se le asigna a la Tierra.

En ellos se han encontrado restos de estrellas más antiguas que nuestro Sol e, incluso, moléculas orgánicas (es decir, con características que pueden propiciar la vida). Estas moléculas orgánicas podrían tener relación con el origen de la vida en la Tierra.

Los meteoritos son auténticas ventanas al pasado de nuestro Sistema Solar, a través de ellos podemos conocer una parte de su historia y, a la vez, aprender algo de nuestro origen en el cosmos.