Un
domingo, estando herrando,
se encontraron dos mancebos
echando mano a sus “fierros”,
como queriendo pelear
.


Cuando se estaban peleando,
entonces llegó el padre de uno:

Hijo de mi corazón,
ya no pelees con ninguno.


- Quítese de aquí, mi padre,
que estoy más bravo que un león,
no vaya a sacar la espada
y le atraviese el corazón.


- Hijo de mi corazón,
por lo que acabas de hablar,
antes de que muera el sol
la vida te han de quitar.
Lo que le encargo a mi padre,
que no me entierre en sagrado,
que me entierre en tierra bruta,
pa’ que me trille el ganado.


Con una mano de fuera
y un papel sobredorado,
con un letrero que diga:
"Felipe fue desgraciado".


El caballo colorado,
que hace un año que nació,
ahí se lo dejo a mi padre
por la crianza que me dio.


De tres caballos que tengo,
ahí se los dejo a los pobres,
pa’ que siquiera digan:
¡Felipe, Dios te perdone!


Bajaron al toro prieto
que nunca lo habían bajado,
pero ahora sí ya bajó

revuelto con el ganado.


Y a ese mentado Felipe
la maldición le alcanzó

y en las trancas del corral
el toro se lo llevó.


Ya con ésta me despido,
con la estrella del oriente,
esto le puede pasar
a un hijo desobediente.


(Corrido anónimo de dominio popular)

Severiano Briseño.

Tengo orgullo de ser del norte,
del mero San Luisito
porque de ahí es Monterrey,
de los barrios el más querido
por ser el más reinero, ¡'i!, ¡'iñor!,
barrio donde nací
.


Y es por eso que soy norteño,
de esa tierra de ensueño
que se llama Nuevo León,
tierra linda que siempre sueño,
y que muy dentro llevo, ¡'i!, ¡'iñor!,
llevo en mi corazón.


Desde el Cerro de la Silla
"deviso" el panorama
cuando empieza a anochecer,
de mi tierra linda sultana,
y que lleva por nombre, ¡'i!, ¡'iñor!,
ciudad de Monterrey.


En sus huertas hay naranjales,
tupidos de maizales
con sus espigas en flor,
y en sus valles los mezquitales
curvean caminos reales, ¡'i!, ¡'iñor!,
ciudad de Monterrey.


En mi canto ya me despido
cantando este corrido
que es de puro Monterrey,
ese suelo tan bendecido,
de todos muy querido, ¡'i!, ¡'iñor!,
verdad de Dios que sí.


El 17 de marzo.


a la ciudad de Agua Prieta
vino gente de donde quiera,
vinieron a las carreras
el “Relámpago” y el “Moro”
dos caballos de primera.


El “Moro” de Pedro Fimbres
era del pueblo de Cumpas,
muy bonito y muy ligero.
el “Relámpago” era un zaino,
era caballo de estima
de su amo Rafael Romero.


Cuando paseaban al “Moro”
se miraba tan bonito
y empezaron a agetar.
Toda la gente decía que
aquel caballo venía
especialmente a ganar.


Andaba Trini Ramírez,
también Chendo Valenzuela
paseando ya los caballos.
Dos corredores de faja,
dos buscadores del triunfo,
los dos eran buenos gallos.


Por fin el “Moro” salió adelante
con la intención de ganar.
Ramírez le tupe al zaino,
y arriba de medio taste
dejaba al “Moro” pa’tras.


Leonardo Yáñez “El Nano”,
compositor del corrido,
a todos pide disculpas.
aquí se acabaron dudas
ganó el zaino de Agua Prieta
y perdió el “Moro” de Cumpas.