Los cliclos en la Tierra

En la Tierra existen diversos acontecimientos que se suceden con cierta regularidad en el tiempo, cambios que se presentan periódicamente, en un determinado lapso, en forma cíclica. Por ejemplo, cambios que ocurren cuando se pasa del día a la noche; otros ocurren, aproximadamente, mes con mes, como los cambios que vemos en la forma de la luna y otros más que suceden a lo largo del año.

La Tierra mantiene un movimiento constante alrededor de su propio eje, gira de Oeste a Este. Una de las pruebas de la existencia de este movimiento son las fotografías que se han tomado a la Tierra desde los satélites artificiales que realizan una trayectoria alrededor del planeta. El tiempo que tarda en dar una vuelta completa sobre su eje es de aproximadamente 24 horas.
La órbita de la tierra mide aproximadamente 940 millones de km.

El movimiento de rotación hace que las regiones iluminadas pasen a la oscuridad y que las de la oscuridad reciban la luz del Sol. Si no existiera el movimiento de rotación, la duración aproximada del día y de la noche sería de seis meses para cada uno. Este movimiento también provoca la diferencia de horas en lugares distintos de la Tierra.

El cambio del día a la noche influye la forma en que se comportan los organismos vivos. Algunas plantas tienen un reloj interno o biológico que les permite regular, controlar sus funciones durante el día. Por ejemplo, son capaces de abrir sus flores a la hora en que vuelan los insectos que las polinizan, es decir, que las ayudan a realizar su reproducción. La duración del día y de la noche son periodos más o menos regulares durante todos los meses del año y se convierten en señales que indican a las plantas que función han de realizar.

Las hojas de las plantas poseen sustancias que son sensibles a la luz del Sol, éstas le ayudan a reconocer la hora del día. Algunos cactos que habitan en el desierto, únicamente abren sus flores durante las horas más calurosas, cuando los insectos se acercan a polinizarlas y otros animales que podrían comerlas se protegen del Sol. Por el contrario, existen otras que sólo florecen de noche; cuando las mariposas nocturnas o los murciélagos pueden, comen de su néctar y, a la vez, las ayudan a reproducirse.

La Tierra, al mismo tiempo que gira sobre su eje, se traslada alrededor del Sol en un recorrido o camino elíptico que se conoce como órbita de la Tierra. Este movimiento se llama de traslación y dura aproximadamente un año.

Cada tipo de planta tiene una respuesta distinta a la duración del día. Algunas florecen cuando el día tiene corta duración, preferentemente durante el otoño y el invierno; por ejemplo, el crisantemo. Otras lo hacen cuando los días son largos, al acercarse la primavera o el verano, por ejemplo, el durazno y el ciruelo.

Cuando los días se acortan y la temperatura empieza a bajar, es la señal que les indica a un tipo de árboles que el otoño ha llegado y empiezan a cambiar el color de sus hojas y luego las dejan caer, como una forma para prepararse y poder sobrevivir a los cambios del ambiente.

Los animales también responden a los cambios del ambiente. Por ejemplo, un tipo de colibrí que vive en Estados Unidos, al llegar el otoño, viaja aproximadamente 3 mil 200 km. para llegar a Centroamérica y esperar aquí a que pase el invierno. Año con año repite la hazaña, no cambia la dirección de su camino. Para guiarse, toman como referentes algunas características del paisaje como ríos, montañas, costas, orientación del Sol o de otras estrellas durante la noche.

Las aves que migran, generalmente lo hacen de Norte a Sur, en el periodo de invierno; algo semejante sucede con las mariposas, los murciélagos, los patos, los cisnes, entre otros animales que realizan sus migraciones anuales cuando se acerca el invierno.