Importancia del aire para algunas funciones vitales

Sabemos que al respirar, introducimos y sacamos aire de nuestro cuerpo en unos cuantos segundos. En ese tiempo, el aire recorre un camino desde la nariz hacia los pulmones; allí se efectúa el intercambio de parte del oxígeno que entra, por el bióxido de carbono que sale, y eso nos permite realizar todas nuestras actividades y vivir.

Empecemos por recordar que los seres vivos estamos formados por millones de células. La célula es la parte viva más pequeña de todos los seres vivos, de usted, de su perro y de su planta preferida. Millones de células forman cada uno de nuestros órganos: nuestro cerebro, sangre, piel, cabello y todo nuestro cuerpo. Las células tienen vida y necesitan alimentarse para vivir y realizar las funciones que hacen posible que el cuerpo se mueva, trabaje, piense y sienta; ¡hasta cuando dormimos nuestras células siguen trabajando!

El sistema digestivo transforma lo que comemos para convertirlo en partes cada vez más pequeñas y simples, de modo que puedan atravesar las paredes del intestino delgado y llegar a la sangre y de allí a las células en forma de nutrientes. ¿Cómo llega a tantas células que tenemos, desde la punta del cabello hasta la uña del pie? La sangre las transporta; el sistema circulatorio hace posible que millones de células reciban las sustancias que necesitan.

Pero, a su vez, cada célula debe transformar parte de estas sustancias en energía para realizar su trabajo. ¿Cómo lo hace? ¿Qué hace falta? ¡Oxígeno! Por eso es tan importante la respiración, mediante ella obtenemos este gas.

Los nutrientes son como combustibles que necesitan quemarse en presencia de oxígeno para producir energía. ¿Cómo llega el oxígeno hasta cada célula? Nuevamente entra en acción el sistema circulatorio. En el interior del pulmón hay muchísimos capilares sanguíneos; se les llama capilares porque son delgados como cabellos. A través de sus delgadas paredes, la sangre toma el oxígeno, sale a los pulmones, circula a gran velocidad, bombeada por el corazón, y lleva el oxígeno a las células para que puedan quemar los nutrientes y realizar sus funciones.

También, a través de la sangre, las células eliminan el bióxido de carbono, uno de sus desechos, llevándolo de regreso a los pulmones, para de ahí luego ser expulsado al ambiente. En los pulmones, la sangre recoge oxígeno y el ciclo inicia nuevamente.

La cantidad de bióxido de carbono aumenta en nuestra sangre en muchas situaciones de nuestra vida diaria. Por ejemplo, cuando subimos de prisa una escalera o cuando estamos haciendo ejercicio. Durante estas actividades se consume más oxígeno y se produce más bióxido de carbono. Pero nuestro organismo tiene la capacidad de actuar con precisión y rapidez para que se realice el intercambio de esos gases.

Sin embargo, se ve en dificultades cuando nos exponemos constantemente a una deficiente oxigenación; por ejemplo, cuando vivimos en lugares permanentemente contaminados, cuando fumamos o cuando inhalamos sustancias tóxicas.

Nuestros pulmones tienen capacidad para tres litros de aire, más o menos, pero al respirar sólo renovamos medio litro, aproximadamente. Esto quiere decir que no utilizamos toda nuestra capacidad pulmonar, que exhalamos a medias y, en consecuencia, ventilamos deficientemente nuestro organismo.

Podemos aprender a respirar correctamente. Los ejercicios que sirven para eso deben realizarse al aire libre o en lugares bien ventilados donde el aire contenga niveles elevados de oxígeno.

Un buen ejercicio para adquirir el hábito de exhalar correctamente es leer en voz alta: tome usted un libro y, mientras exhala, lea tantas palabras como le sea posible, sin inhalar. Si las cuenta y ensaya varios días, verá que puede prolongar notablemente su exhalación: leerá mayor número de palabras y oxigenará mejor su sangre. Al exhalar el aire de nuestros pulmones lenta y prolongadamente, casi hasta vaciarlos, inhalamos más profundamente y llevamos a nuestro interior mayor volumen de aire rico en oxígeno.

La posición del cuerpo también es importante para respirar correctamente. Muchas personas mantienen los hombros caídos hacia delante, y esto no es conveniente. Si los echan hacia atrás, se levanta el tórax, se hace más amplio, se libera el abdomen del peso y de la presión innecesaria; todo ello facilita los movimientos que debemos hacer al respirar.

El ser humano es sólo uno de millones de organismos que necesitan el aire para vivir. Todos los seres vivos tenemos derecho a respirar aire limpio; todos tenemos la obligación de cuidar el aire de nuestro planeta.