Unidad 2. Lectura 2.24
 
El oído y la audición.
 

A lo largo del tema hemos hablado de diversas características que definen el rango de lo que podemos escuchar.

Sabemos, por ejemplo, que la sonoridad es una apreciación subjetiva de la intensidad del sonido y que nuestra percepción del sonido está limitada a cierto rango de frecuencias. Sin embargo, hasta este momento no hemos hablado de nuestro sensible instrumento para la audición: el oído. La función del oído es transformar la energía de vibración sonora en señales eléctricas que llevan las terminaciones nerviosas del oído al cerebro, en donde se interpretan como sonido.

 
 

Fig. 1 Diagrama del oído humano.

 

El oído puede dividirse para su estudio en tres secciones: oído externo, medio e interno. El oído externo empieza con el pabellón de la oreja que se comunica con el tímpano (membrana que recibe las vibraciones del oído externo y las transmite al oído medio en los vertebrados) por el canal auditivo (Fig. 1).

El oído medio consiste de tres pequeños huesos a los que se conoce como yunque, martillo y estribo, y que transfieren la vibración que proviene del tímpano al oído interno a través de una membrana conocida como ventana oval. Este delicado mecanismo duplica la presión de las ondas para transmitirlas al oído interno. El oído medio se comunica con la garganta a través de un conducto, la trompa de Eustaquio, mediante el cual puede regularse la presión del oído con ayuda de la presión externa. Cuando decimos que se nos “tapan” los oídos, mascamos chicle o bostezamos, con lo que ayudamos, a través de la trompa de Eustaquio, a regular la presión del oído medio.

El oído interno inicia con la ventana oval y consiste de canales semicirculares y la cóclea o caracol. Los primeros son los centros del equilibrio y no intervienen en la audición; la segunda es parte del centro auditivo que está lleno de líquido en donde las vibraciones que provienen del exterior, ya amplificadas, se transforman en señales eléctricas y se envían al cerebro.

Los niveles auditivos cambian con la edad. Por ejemplo, los niños pequeños pueden escuchar sonidos tan altos como de 40 000 Hz, en la adolescencia los límites pueden llegar a ser de 20 000 Hz y a partir de entonces se observa una disminución en el rango de frecuencias audibles en cerca de 160 Hz por año. Una persona de 50 años tiene un límite típico entre los 10 000 y 15 000 Hz.

La exposición durante periodos largos a sonidos muy intensos pueden dañar el oído permanente e irreversiblemente. Para evitar esto, las personas que trabajan en lugares en donde los sonidos son intensos, como fábricas o en conciertos de rock, protegen sus oídos con tapones.

La contaminación ambiental no sólo tiene que ver con la atmósfera y los ríos y mares; también hay contaminación por ruido. Esta contaminación se da principalmente en los medios urbanos donde hay ruido producido por el tráfico, los aviones, la industria, así como ruido en centros comerciales principalmente por música. Este ruido ambiental causa molestias y daños a la salud. Aunque el aspecto principal que causa este daño es la intensidad del sonido, no es el único aspecto, también depende la frecuencia del sonido. Hay ruidos molestos aunque no tengan gran intensidad. Es importante que te protejas de la contaminación por ruido.

Algunas formas son evitar los lugares ruidosos y si esto no es posible, usar protectores que atenúen la intensidad sonora. En diversos países se recomienda el límite de tiempo que se puede estar expuesto al ruido. En la tabla siguiente se muestra una de estas recomendaciones.

 
 

Exposición máxima al ruido permitida por día.

 
Conteste las siguientes preguntas.
 

¿Cuál es la función del oído?

 
 
Describa las tres partes en las que está dividido, para su estudio, el oído.
 
Oído externo:
 
Oído medio:
 
Oído interno:
 
Explique en qué consiste la contaminación por ruido.