El naufragio
Un barco pequeño realiza una travesía desde tierra
firme hacia una isla ubicada a 1 500 kilómetros de la costa.
Después de recorrer la mayor parte del camino, el mal tiempo
amenaza. Los pasajeros se inquietan y el capitán los alienta
señalándoles que tiene controlada la situación
y que el mal tiempo será pasajero.
Unas horas más tarde, empieza a llover intensamente. El
capitán anuncia una fuerte tormenta y pide a los pasajeros
que tomen posiciones seguras en el barco. La tormenta arrecia. De
repente, una ola gigantesca inunda gran parte del barco, incluyendo
el cuarto de máquinas. El capitán da instrucciones
para abandonar la embarcación de inmediato, ya que con seguridad
ésta se hundirá por completo en 20 o 30 minutos. Todos
se dirigen a los botes salvavidas y descubren que sólo hay
uno.

El bote salvavidas está lo suficientemente equipado como
para recorrer la distancia que hay hacia la isla. Pero sólo
hay lugar para seis ocupantes y en el barco hay 22 personas, incluyendo
al capitán. Éste se dirige hacia los pasajeros y les
comunica que algunos de ellos tendrán que quedarse en el
barco que naufragará y prácticamente no tendrán
posibilidades de sobrevivir. Añade que él, por ser
el capitán, elegirá a las seis personas que abordarán
el bote salvavidas. Una de las pasajeras, la señora López,
manifiesta no estar conforme y sugiere que entre todos lleguen a
un acuerdo y elijan a las seis personas que subirán al bote.
El resto de los pasajeros apoya esta sugerencia.
El nivel del agua en el barco continúa subiendo. Les queda
poco tiempo para decidir quiénes abordarán el bote
salvavidas.
Adaptado de J. J. Mosca y L. Pérez
Aguirre, op. cit., pp. 7 y 8. |