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La historia de Trini
—Perdón, comadre, se me hizo tarde y estoy llegando hasta ahorita
porque en la comunidad estamos organizándonos para la fiesta
del pueblo. Pero, dígame, comadre, ¿es cierto que
mi compadre Juvencio se murió en enero?
—Sí, comadre, se murió en enero, exactamente
un día después de su cumpleaños.
—Caray, si no vengo a verla ni me entero.
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—Es que con el dolor y las penas... Usted ha de perdonar.
Aunque le dije a mi hermano Zenobio:
“Avísale a mi comadre Petrita”, pero ya ve,
con el dolor se le ha de haber pasado.
—¿Y ahora qué está haciendo para completar
su gasto?
—Pues, trabajando, recibiendo ayuda de mis hermanos, y a veces
hasta pidiendo prestado.
—¿Qué?, ¿no le han dado la pensión
que le toca por ser la viuda del compadre?

—No, todavía no arreglo eso.
—¡Ah qué mi comadre Trini! ¿Y por qué?
¿Por qué se ha dejado ganar por la desidia? Para estas
fechas, ya le estarían dando a usted el dinero de la pensión
y no estaría sufriendo penas. Supongo que arregló
que le pagara el ISSSTE los gastos del sepelio.
—Sí, sí me pagaron los gastos del sepelio. Pero
lo de la pensión todavía no lo arreglo porque me piden
muchos papeles: que el acta de defunción, que la de matrimonio,
que el acta de nacimiento de mi Juanito y, la verdad, yo no sé, por eso la mandé llamar.
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