Observe detenidamente estas fotografías:
Seguramente en cada lugar del mundo existen costumbres y valores que aprecian quienes los practican.

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Cada uno tiene su opinión sobre la globalización. ¿Con cuál de las dos opiniones estás de acuerdo y por qué?

Con la de la señora de la blusa azul, pues las tradiciones que heredamos de nuestros antepasados son muy importantes para lograr la permanencia.
Con la de la señora de la blusa roja, pues el ser humano siempre se ha relacionado y cambiado a lo largo de la historia.
Con ninguna de las dos, pues lo mejor es dejar las tradiciones y nuestra cultura en el pasado ya que lo que vale es que la gente progrese.
Con ambas posturas, pues es importante que defendamos nuestra cultura a toda costa, y retomar sólo aquello que nos conviene.

La globalización es un proceso mundial que no podemos impedir. Pero sí podemos integrarnos al mundo de manera más conveniente. Tenemos un país valioso, tenemos una realidad propia y la experiencia cercana de nuestra localidad, nuestro barrio o nuestra comunidad. Podemos fortalecer lo que somos, lo que tenemos, lo que hacemos y lo que queremos. Podemos volver los ojos hacia dentro de nuestro país, enriquecerlo, y así participar de manera más fortalecida en la dinámica mundial.


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¿Cómo podemos construir un mundo globalizado sin perder nuestras costumbres y tradiciones?

Enseñando nuestra cultura y tradiciones a nuestros hijos.
Adaptándonos al mundo globalizado.
Compartiendo y enseñando a las personas del mundo el valor de nuestras costumbres y tradiciones.
Investigando y rescatando las costumbres de nuestros padres y abuelos, especialmente aquellas de las que no se tiene nada escrito.
Practicando las tradiciones que aprendimos desde pequeños y encontrándoles un sentido para nuestras vidas.

La globalización no ha favorecido a todos los países. Tampoco los integra a todos: la globalización es un fenómeno que incluye a unos, excluye a otros y genera en muchos una gran competencia por ser parte de los mejores bloques económicos.
En el comercio mundial, los países ricos toman las grandes decisiones, mientras que los pobres participan como proveedores de materias primas y mano de obra barata.
No todo se está globalizando, hay beneficios que no llegan a la mayoría de los países del mundo, que son los más poblados y empobrecidos. La globalización del libre comercio está favoreciendo la industrialización de ciertos bienes, pero no así el cuidado del planeta ni la justicia social. La nueva era del comercio no está siendo acompañada de una globalización reglamentada, con justicia social y valores humanos.