La globalización en nuestros días

Actualmente se habla de globalización para explicar que en el mundo se está produciendo una integración a gran escala; se están integrando los conocimientos, la información, las prácticas económicas y comerciales y también problemas como la contaminación del medio ambiente y la migración ilegal de personas. La globalización es un proceso que está “juntando” algunas partes que permanecían aisladas y está haciendo necesario entender al mundo como un todo y no como partes separadas.

En los últimos años hemos sufrido desastres por inundaciones y sequías; también sabemos de la contaminación del aire, del suelo y de las aguas, que amenaza la vida de muchas especies, incluida la humana. Algunos de estos fenómenos tienen su origen en lugares cercanos a nosotros y otros se producen en sitios muy lejanos pero, actualmente, el daño al medio ambiente afecta a todo el planeta. De manera parecida, hay acontecimientos políticos, económicos y culturales que están teniendo repercusiones en muchos lugares del mundo, al mismo tiempo. Esto es parte de la globalización.

En el terreno de la economía, la globalización es un proceso mediante el cual nuestro país y muchos otros países se integran progresivamente a un modelo de producción mundial; dicho de otro modo, las economías nacionales se integran a la economía internacional. Una de las consecuencias de la globalización económica es que la forma en que evolucione la economía de cada país depende más de los mercados internacionales y en menor medida de las decisiones de cada gobierno o de las necesidades de sus gobernados.


Todo comenzó hace muchos años...

La globalización que vivimos actualmente no es un fenómeno repentino, ni es el producto de un solo acontecimiento. En realidad, el mundo empezó a “acercarse” hace miles de años, cuando los grupos humanos se trasladaron de un lugar a otro. Más recientemente, hace 500 años, la conquista del continente americano hizo masivo el traslado humano y el intercambio entre culturas diferentes; desde entonces las diversas partes del mundo no han dejado de relacionarse unas con otras.

Fue el desarrollo científico-técnico de los transportes y de las comunicaciones lo que hizo posible integrar a muchos lugares del mundo y trasladar todo tipo de materias primas y productos de un sitio a otro. Fue la posibilidad de darle la vuelta al mundo en escasos minutos o segundos lo que verdaderamente lo globalizó. Se acortaron el tiempo y el espacio gracias a los modernos barcos, trenes, aviones y naves espaciales; gracias al teléfono, a la radio y la televisión; y, por supuesto, gracias a la computadora, a los satélites espaciales y el Internet. Actualmente la velocidad de los medios de transporte y la celeridad de la transmisión de información son piezas clave para los negocios. La economía y el comercio se alimentan de la información que fluye de un continente a otro; las decisiones no se toman sin información de último momento y ahora es posible obtenerla las 24 horas del día, con la tecnología más moderna y revolucionaria.

De este modo, el desarrollo económico de una nación tiene alguna relación con el desarrollo de sus medios de comunicación. La globalización, que ha acentuado la diferencia entre los países pobres y los ricos, ahora también mostrará las diferencias entre países “rápidos” y “lentos”, por los adelantos que posean en tecnologías de comunicación.

Por otro lado, la globalización económica ha generado una nueva división internacional del trabajo. Muchas mercancías modernas son producidas entre dos o más países; hoy no es fácil reconocer si un aparato es alemán, japonés o estadounidense, porque es común que sus partes se produzcan en ciertos lugares, que se ensamble o se arme en otros y que se venda en todo el mundo. Esto no sucedía a principios del siglo XX.

Al frente de esta nueva forma de producir bienes que la gente consume, están las empresas transnacionales, enormes y poderosas organizaciones que, gracias a la globalización, pueden decidir en qué lugares del mundo ubican sus fábricas, sus oficinas y sus tiendas. Hasta hoy, la tendencia de estas transnacionales es instalar sus fábricas contaminantes en los países pobres del sur y las plantas de ensamblaje en países un poco más desarrollados, en los que es fácil encontrar mano de obra barata. Las empresas globalizadas producen e intercambian en lugares donde es más barato el costo de producción o se obtienen ventajas especiales, independientemente de los efectos que ello produzca en el crecimiento de las economías nacionales donde deciden instalarse. De igual modo, invierten su dinero donde más les conviene, ya sea en países ricos o en los llamados “paraísos fiscales”, lugares en donde los bajos impuestos les permiten operar con mejores condiciones y ganancias.

Las ventajas económicas y comerciales así conseguidas no se obtienen para un país individual sino para los grandes bloques económicos y para las enormes empresas transnacionales que se fusionan en ellos. Las consecuencias de estas formas de sociedad son importantes, porque los gobiernos de estos países pierden poder de decisión, sobre todo los gobiernos de los países más pobres. Su participación en los bloques económicos los involucra en los procesos y en los resultados de la producción, tales como el deterioro del medio ambiente y el descontento de una gran parte de la población, pero no los involucra igualmente en el reparto de las ganancias; en el mundo globalizado los países pobres no están obteniendo las ganancias que les permitirían dejar de ser pobres.

No todos los países pobres han podido incorporarse fácilmente a las grandes asociaciones comerciales, debido a que se les imponen requisitos que no siempre pueden reunir, por ejemplo: que su población tenga un mínimo de escolaridad, que sus salarios mínimos no rebasen ciertas cantidades y que las condiciones ambientales se mejoren en ciertas medidas. Estos hechos permiten pensar que algunos países se están integrando pero otros están siendo excluidos; los bloques económicos no están integrando a todos.

A pesar de esta integración a medias, todos los países del mundo son afectados por los resultados de esta economía, misma que es una de las razones por las que las naciones se esfuerzan en pertenecer a algún bloque económico. Sobre todo los países pobres tienen más oportunidad de incorporarse al mercado internacional siendo parte de un bloque económico que como país independiente, aunque eso les reste soberanía y les imponga condiciones no siempre ventajosas para su población.

Las políticas globalizadoras funcionan siempre para los países ricos; son éstos los que deciden el rumbo de la economía mundial, mientras que los países pobres no pueden aplicar ninguna receta económica sin tomar en cuenta las leyes de la economía planetaria, a menos que decidan apartarse de la globalización.

Los gobiernos de la mayoría de los países del mundo se han esforzado más en hacer realidad la globalización de la economía y han concedido menor importancia a la globalización de los beneficios sociales.