La boca de la serpiente de piedra

El uso generalizado de la vara de Kia y de los caimos (palitos pequeños)
en la medición ayudó a que hubiera prosperidad en Napiniaca.
Gracias a la precisión con que podían medir, los acajay fueron capaces de
elaborar mejores productos, lo que hizo que todo lo elaborado en Napiniaca
gozara de gran fama en las ciudades y los pueblos de la región.

Muchos comerciantes llegaban a Napiniaca para adquirir los productos que ahí se elaboraban. También era común que los acajay fueran a ofrecer sus productos a multitud de lugares, algunos de los cuales se encontraban a mucha distancia.

Cuando un acajay regresaba de viaje, los habitantes de Napiniaca le pedían que describiera las cosas maravillosas que había visto en su viaje. Los acajay ponían mucha atención en lo que miraban y, siempre que podían, tomaban medidas usando sus varas y caimos para hacer descripciones exactas.

Un lugar que pocos acajay tenían oportunidad de visitar era la ciudad
de Nimbu. Esta ciudad se encontraba a mucha distancia de Napiniaca y era famosa por sus monumentos, entre los que destacaba el de una enorme serpiente tallada en piedra, que tenía la boca abierta.
 

El primer acajay que visitó Nimbu y que midió la apertura de la boca de la serpiente de piedra fue Jicolo. Él apuntó que medía 2 varas, como se muestra a continuación.

Otro acajay que tuvo oportunidad de viajar a Nimbu y de medir el tamaño de la boca de la serpiente, fue Tanene. Ella apuntó que medía 4 oticaimos (o sea, 4 palitos de 1 2 de vara), como se muestra a continuación.

Las mediciones que hicieron Jicolo y Tanene de la boca de la serpiente de Nimbu intrigaron a mucha gente en Napiniaca. ¿Cómo era posible que la boca de una serpiente de piedra tuviera dos medidas distintas? Algunas personas pensaron que Jicolo se había equivocado al hacer la medición y otras, que había sido Tanene. La gente que conocía a Jicolo y Tanene sabía que ambos eran acajay expertos en el arte de la medición.

Fue tal la consternación que provocóla aparente discrepancia entre las mediciones hechas por Jicolo y Tanene que condujo a que se convocara al Consejo de los acajay. En ese Consejo se reflexionó sobre las diferentes formas en las que se podía medir un mismo objeto utilizando las varas y los caimos (palitos pequeños).

Así se dice que sucedieron las cosas en la antigua ciudad de Napiniaca, cuna de hombres y mujeres sabios llamados acajay.