Poco a poco, primero en la familia, después en la escuela y también en la comunidad, se aprende lo que se espera como comportamientos de hombres o mujeres.

También la religión, las leyes y los medios de comunicación como la televisión, la radio y las revistas, mandan mensajes de cómo "deben" ser los hombres y cómo las mujeres, lo que contribuye a determinar su comportamiento.

Se aprende a ser hombre o mujer desde niño y no se deja de aprender durante toda la vida. Por ejemplo, cómo se visten los niños y las niñas, cómo y con qué juegan. También cómo se controlan las emociones; no se permite que el niño llore o manifieste ternura, y a las niñas sí. Todo esto es lo que marca el comportamiento que se supone deberán seguir hombres y mujeres.

En la sociedad tradicional se nos hace creer que los HOMBRES deben ser dominantes, racionales, fuertes, decididos, poderosos, insensibles, que deben reprimir sus sentimientos y emociones, y deben aportar todo lo necesario para la familia y estar siempre dispuestos para realizar el acto sexual.

Por otra parte, nos hace creer que las MUJERES deben ser débiles, pasivas, dependientes, abnegadas, sumisas, tiernas, "muy femeninas", buenas madres y personas siempre atentas para satisfacer las necesidades de los demás. Desde luego, esto varía según las maneras de pensar y las creencias de diferentes grupos que forman la sociedade.

Éstos son los modelos de "ser hombre" y de "ser mujer" que podemos transformar porque no son naturales, sino que los aprendemos.

Afortunadamente para los hombres y las mujeres las cosas cambian. Cada día más hombres participan en actividades que antes se creían exclusivas de las mujeres y lo mismo sucede con las mujeres en actividades de hombres.

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