Eran tres hermanos, tres lindos cerditos músicos que decidieron hacerse sus casas junto al bosque. El primer cerdito, sin pensarlo mucho, hizo su casita de paja.

Pero el malvado lobo, que vivía en el bosque, era muy envidioso. Un día llegó cauteloso junto a la casita, hinchó los pulmones y sopló con fuerza, iFFFFFF!
Y toda la casita se desmoronó mientras huía el cerdito.

El segundo cerdito no hizo su casa de paja, la construyó con hierba fresquita del campo, y al contemplarla tan bella, se puso a cantar y a tocar la mandolina.
Poco duró su alegría, se acercó a la casa el lobo y sopló como la vez anterior, iFFFFFF! La frágil casita se deshizo y el pobre cerdito huyó.

Siguió adelante el malvado lobo y descubrió otra casa, era la del tercer cerdito que acababa de construir. ¡Bah! Pensó el lobo: —En cuanto sople sobre ella, volará y me comeré a los tres cerditos.

El lobo sopló y sopló, pero no pudo derribar la casa del tercer cerdito, pues era de cemento.

Entonces el lobo prefirió buscar suerte por otro lado, y nunca más volvió, y así nuestros tres cerditos bailaron, pues del feroz lobo todos se salvaron.