Los antepasados de las algas verdes probablemente dieron lugar a dos grupos de plantas terrestres: las briofitas, restringidas a los ambientes húmedos y sin muchas adaptaciones para los ambientes terrestres, y las plantas vasculares con vasos especializados que también proporcionan soporte, lo que les permite florecer en la tierra.
En el transcurso de la evolución, las plantas se adaptaron cada vez más a la existencia terrestre. Desarrollaron: (1) estructuras en forma de raíz para anclaje y para la absorción de agua y nutrientes; (2) vasos conductores que transportan agua y nutrientes a toda la planta; (3) una sustancia de refuerzo, llamada lignina, para impregnar los vasos y sostener el cuerpo de la planta; (4) una cutícula cerosa para reducir la pérdida de agua por evaporación; (5) estomas que pueden abrirse y así permitir el intercambio de gas, y que también se pueden cerrar para evitar la pérdida de agua.
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