Revisemos cómo agotan a los suelos cada una de las situaciones anteriores.

1. Cultivo sin abonar y sin dejar descansar la tierra

Cuando a un terreno se le cultiva sin descanso, no se le da tiempo al suelo de recuperar de forma natural los nutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas. Recordemos que el suelo tiene una cantidad limitada de nutrientes que aumenta o disminuye de manera natural, según la cantidad de materia orgánica que se incorpore. Pero si nosotros sólo sacamos provecho de nuestro suelo y no le regresamos nada, en poco tiempo podemos acabar los nutrientes y dejarlo inservible para el cultivo.

2. Cultivo con mucha fertilización química

Cuando un terreno se cultiva sin descanso, no tiene oportunidad de recuperar de manera natural los nutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas; la aplicación de fertilizantes químicos puede ayudar a esa recuperación. Sin embargo, cuando se aplica un fertilizante, se corre el riesgo de aplicar sustancias que ya contiene el suelo de manera suficiente, con lo cual su composición química cambia y no se puede cultivar en esa tierra a menos que se corrija la composición del suelo.

Los procedimientos para corregir la composición química del suelo no son baratos. Uno de ellos es la aplicación de cal agrícola. Otro es la aplicación de sales de azufre. Los dos deben ser aplicados en forma mecánica, preferentemente con tractor. Después de aplicarlos, hay que dejar descansar la tierra para que se corrija su composición.

3. Uso de técnicas de labranza inadecuadas

No existen técnicas de labranza que sean dañinas por sí mismas.
El abuso y mal empleo de éstas es lo que favorece la degradación del suelo.
Por ejemplo, cuando la tierra se trabaja en forma mecánica, se remueve tanto que se deja como polvo. Además, queda al descubierto el terreno y cuando soplan fuertes vientos se va con ellos una gran cantidad de tierra.

Otro ejemplo lo tenemos en el sistema de roza, tumba y quema, en el que los terrenos sólo se utilizan por un período corto y se dejan descansar. Esto favorece que la vegetación se regenere; sin embargo, conforme se va reduciendo el tiempo de descanso del suelo, éste ya no se puede regenerar de manera natural y tiene que ser utilizado nuevamente, con lo que se favorece el desgaste del suelo.

4. Erosión por factores naturales

La erosión del suelo se define como la remoción y pérdida del suelo de su lugar de origen y es ocasionada por la acción del agua, viento y agentes biológicos.

a) Erosión provocada por agua

Las lluvias desajustan las partículas del suelo y las transportan a otros lugares. En cualquier lugar donde el agua de lluvia corra libremente por el suelo, éste se erosionará. A esta acción del agua sobre el suelo se le conoce como erosión hídrica.
La erosión hídrica depende de factores como los siguientes:

• Características de la lluvia, principalmente de su cantidad e intensidad.
  
  
• Características del terreno, pues en lomas y cañadas es más fuerte la erosión que en tierras planas.
  
  
• Características de la cubierta vegetal, según sean las especies vegetales y las poblaciones de éstas por hectárea, será mayor o menor la erosión hídrica.
  
  
• Naturaleza del suelo; hay suelos que resisten más la erosión y suelos que no la soportan.
  
  
• Permeabilidad del suelo, esto es, hay suelos en los que el agua se filtra rápidamente y suelos que no la absorben y la dejan correr libremente en su superficie.

La erosión hídrica provoca efectos tales como:

• Pérdida de la capa fértil del suelo; por ejemplo, en lugares donde los terrenos tienen pendiente o inclinación pronunciada, cuando llueve, el agua arrastra capas de suelo fértil, dejando rocas y suelo duro.
  
  
• Deformación de la superficie del suelo, por ejemplo, cuando el terreno está desmontado, no hay nada que pueda frenar el avance y velocidad del agua; ésta, a su paso, reblandece la tierra, ocasionando deslaves y derrumbes e, incluso algunas veces se desgajan cerros completos.

• Sedimentación de embalses, lagos y puertos, ocasionada por exceso de lluvia que erosiona las orillas de los ríos. Todo lo que el agua arrastra se deposita en las tierras planas o en el fondo de los lagos y puertos, dañándolos algunas veces por completo.
  El exceso de lluvias también provoca inundaciones.