|
Desde el momento mismo de nacer, el ser
humano siempre busca los elementos que le dan placer y alegría, todo
aquello que lo ayuda a ser feliz.
El bebé se satisface comiendo, durmiendo y sintiéndose amado por su
familia.
Posteriormente empieza a jugar y jugando aprende.
Cuando se siente triste, cansado, de mal humor, o con hambre, llora
para comunicarse y sus padres solucionan el «problema».
El bebé volverá a sentirse feliz.
|
|
Sin embargo, conforme crecemos aprendemos a esconder nuestros sentimientos,
a no llorar, no gritar, no hacer «berrinches», «no brincar y bailar de
alegría». El comportamiento así no siempre es positivo, pues al llegar
a la adolescencia no sabemos qué hacer con tantos sentimientos que luchan
por salir.
¿Cómo podemos expresarnos?
¿Cómo demostrar alegría, gozo, tristeza? Pues así, tal y como lo sientes,
escríbelo, piénsalo, comunícalo, léelo, platícalo...
En fin, la lista es interminable.
Lo único que necesitas evitar al manifestarte es lastimar a otras personas
y a ti mismo, no sólo física sino también emocionalmente.
Para poder expresarte, comunicarte y divertirte, no necesitas
utilizar ningún tipo de droga, ni de estimulantes, ni depresivos, ni alcohol,
ni ningún tipo de sustancia que no sea la alegría natural que te da la
vida misma.
Organiza con tus compañeros fiestas, reuniones, foros, de discusión, clubes
de lectura, competencias deportivas y otro actos en los que no se utilice
ningún tipo de droga, ni alcohol e invita a todos aquellos que saben divertirse
sin recurrir a una «muleta falsa» (...)
|