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Cuando nos relacionamos
con los demás, esperamos reciprocidad, esto quiere decir que deseamos
dar pero también
recibir ; escuchar
y ser escuchados, comprender y ser comprendidos. Sin embargo, tener y mantener
buenas relaciones es un proceso muy difícil, no siempre lo logramos
aunque queramos a las otras personas o aunque ellas nos quieran.
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Las relaciones
no sólo se dan de manera natural, sino que se tienen que mejorar
día con día, son como las plantas que necesitan regarse
para que vivan. |
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Las relaciones
interpersonales son una búsqueda para todas y todos, las dificultades
son normales. La relación de reciprocidad es algo que cada
uno, de manera compartida, tenemos que construir; entre hombres y
mujeres, personas de diferente edad, cultura, religión, raza.
Es la meta de una larga y también fascinante aventura en nuestra
vida. |
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En la reciprocidad se alternan
el dar y recibir confianza, afecto,
amor, ternura,
comprensión, intercambio mutuo de valores,
de competencias, de ayuda e incluso de cosas
materiales.
Dar y recibir requiere seguridad y claridad de
quiénes somos. Las dificultades están casi siempre relacionadas
con la falta de valoración y apreciación que tenemos sobre
nosotros mismos, o bien con que no hemos aprendido a ver las cosas como
"el otro" las ve y a respetar su punto de vista.
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A
veces pensamos que hemos aceptado todo de nosotros mismos, pero cuando nos
miramos con honestidad y sin miedo, reconocemos, por ejemplo, que alguna
parte de nuestro cuerpo no nos gusta; que somos enojones, rencorosos y en
ocasiones hasta agresivos; que sentimos envidia y que nos molesta que a
los demás les vaya bien. |
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La aceptación y el reconocimiento
de nosotros mismos, permite la superación
de actitudes negativas tales como el egoísmo, la falta de respeto,
etc. Este proceso personal facilita también la relación
con otras personas, es decir, la aceptación de los demás
con sus virtudes y defectos permite
que surja la confianza en nosotros mismos y en los demás. |
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Existen formas diferentes de relacionarse.
Hay algunas personas que dan siempre y, por lo general, sin pedir nada.
Nunca saben decir que no. Hay otras que reciben, reciben siempre y nunca
tienen suficiente. Otras más no saben dar ni recibir más allá
de lo indispensable, no se involucran emotivamente en las relaciones; cumplen
sus tareas con seriedad y responsabilidad; difícilmente se puede
hablar con ellas, más bien sólo quieren que se les escuche
y les gusta dominar. |
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Muchas personas dan y reciben con
alegría, en la medida de sus posibilidades. Están generalmente
contentas. Se involucran profundamente en las relaciones. Saben reír
y llorar, alegrarse y sufrir, confiarse y recibir confianza; estimular a
las otras a que desarrollen sus capacidades y creatividad. Si bien tienen
sus preferencias y amistades, no descalifican ni descartan a nadie. |
En
ocasiones llegamos a pensar que los gritos y los golpes son una manifestación
de estimación y de autoridad.
¡Gran equivocación!
Si nos queremos y nos respetamos a nosotros mismos
no
podemos permitir relaciones basadas en la violencia. |
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Cuando una persona establece
relaciones recíprocas, ya no tiene necesidad de dominar o de estar
en el centro de atención, ni de estar dependiendo, ni de tener siempre
la última palabra.
Cada uno de nosotros puede
adaptarse y preferir más un tipo de relación que otra.
Tenemos el derecho de elegir con quién nos
relacionamos, cómo y cuándo.
Tenemos también, el derecho de esforzarnos
para que nuestra relación con los demás sea lo mejor posible,
sin perder nuestra dignidad. Normalmente
lo hacemos con quienes comparten nuestros principios,
nos hacen sentir bien, nos aceptan tal y como somos,
nos brindan seguridad y afecto.
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En ocasiones este papel lo cubre
nuestra familia, en otras una amiga o amigo especial; a veces sentimos que
nadie nos acepta. ¿Cómo hacerle para valorar lo que somos
y tenemos? y ¿Cómo hacerle para formar una familia y lazos
de afecto perdurables y positivos? |
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